Experiencia fantástica. Comimos mi mujer y yo y salimos más que satisfechos. La comida excelente: jamón ibérico con parmesano, pulpo a la gallega y chuletón. El local bonito, limpio, ordenado, sin olores extraños que vengan del fondo a la derecha. Muchas cosas que echaba de menos en la mal llamada hostelería de hoy: manteles y cubre manteles de tela, cubiertos adecuados y acordes con la normativa sanitaria, una excelente cava de vinos con la temperatura cuidada, los platos en sus tiempos y con el cubierto del termina marcado con muletilla. El personal fantástico: uniformes limpios y planchados, cinturón en el pantalón (parecerá una tontería, pero un cinturón en el pantalón de un camarero dice mucho de su profesionalidad), camareros avisando al resto de que están detrás. Mesa cobrada y recogida (esto es muy importante y da la imagen que se debe de dar). La música, ambiental como debe ser (sin reggaeton saliendo por la puerta de la cocina). Ausencia de voces altas, pero cantando comandas como se debe de hacer: siendo oído, pero sin molestar a los comensales. En definitiva, un restaurante donde se cuida cada detalle, como debe ser. Como siempre ha sido (y debería seguir siendo) la hostelería de calidad. No veo el momento de volver. Por nuestra parte, han ganado dos clientes. Enhorabuena a todos el equipo y muchas gracias por la experiencia.