Aunque este sitio tenga bastantes opiniones buenas, creo que es importante dar otra visión. Los precios son muy altos para lo que realmente ofrecen. Con dos o tres platos puedes acabar pagando fácilmente entre 60 y 70 € por persona, lo mismo que cuesta una buena compra de toda la semana en el supermercado.
El ambiente es bastante predecible: administrativos, arquitectos, abogados, contables o jefes de obra, todos con camisa y ropa que cuesta más de lo que realmente se pueden permitir. Gente que, en muchos casos, cobra poco más del sueldo mínimo, paga una hipoteca de 600 o 700 € y un coche a plazos durante años, pero que aquí viene a aparentar más que a disfrutar de la comida.
El restaurante además lleva el mismo nombre que el dueño, lo cual ya marca un patrón claro: la marca personal por encima de todo. Si ves a los camareros un poco serios, nerviosos, sin acabar de sonreír, no es casualidad. Saben cómo funciona el guion. El modelo recuerda al de Bernard Arnault, que consiguió convencer al 99% de la población de que una camiseta blanca de 500 €, fabricada en China por 2 o 3 €, te hace más guay, más poderoso y por encima de los demás. Es decir: consumismo puro y, hablando claro, sentirse engañado con estilo.
Si tu objetivo es ese —comprar camisetas caras hechas en China, pagar por ellas 100 o 200 € creyendo que así ganas estatus, o fardar de que tienes dinero y negocios—, este es tu sitio. Pero claro, lo lógico es que, si pagas estos precios, en tu casa no falte un jamón 5J cada mes, bebas solo José Pariente, tengas una tele de 3.000 €, un coche de 80.000 € pagado, una casa de más de 800.000 € y viajes al menos 4 o 5 veces al año por el mundo. Si no es así, lo siento, pero se están riendo en tu cara.
En definitiva: cada empresario es libre de poner los precios que quiera y cada cliente de pagarlos, pero en mi opinión la relación calidad-precio no compensa en absoluto. Por lo que aquí te cuesta una comida, en el centro comes mejor, disfrutas de la ciudad y te llevas una experiencia más completa. Así que, salvo que quieras aparentar, yo no lo recomendaría. Los ilustres La gamba La sepia La raíz El portón
Obviamente a quitado el filtro de las reseñas para que las puedas ordenar de peor a...
Read morePosiblemente uno de los más conocidos de valladolid. Famoso por su materia prima y sobre todo por el tratamiento del pescado. Recorro todo tipo de restaurantes e incluso tabernas, o bares de menú, puesto que la calidad de un plato no está en el precio sino en la materia y el cariño con el que se la trata.
Pensé que éste era un restaurante de nivel. Sin embargo me encontré con algo muy distinto. Manteles con agujeros, unos días ponen música y otros se les olvida. Los dias que hay jaleo no ves a un camarero aunque estés sin agua ni pan. Pero si no hay mucha gente tienes a uno en particular encima todo el rato. Uno concretamente que te echa el agua salpicando, y masculla entre dientes como si se recordase que tiene que tratarte bien o se acordase de tu madre... porque no se entiende que dice solo farfulla.
La materia prima no dudo que sea de buena calidad, pero la ejecución deja mucho que desear. Platos pasados de sal, marisco pasado de punto, y sardinas crudas (no necesita mucha elaboración) ahogadas en aceite.
Lo único que existe de alto nivel en este restaurante es el precio. con una ración de sardinas que cuesta 14 euros, por ejemplo el arroz con bogavante a 14 por persona, ya estarías en 28, entre agua, servicio de pan y postre pasas de 40 por persona fácilmente. En mi caso la vez que menos pagué fueron 50 por persona y la que más 65. Desde mi punto de vista es caro. Hay opciones mucho mejores por la zona.
Yo desde luego no...
Read moreMUY MALA EXPERIENCIA: Es un restaurante al que hemos acudido en varias ocasiones y siempre fue bien y como tal lo valoré en TripAdvisor pero la de ayer fue realmente mala y sobre todo desagradable por la actitud primero del camarero que nos atendió y después y aún más grave por el propio dueño, preparando allí un espectáculo que hizo que el resto de comensales dejaran de cenar y se centrarán en lo que allí estaba ocurriendo. Todo transcurría bien pero cuando llegaron los calamares, les dijimos que sabían mal y que olían mal. El camarero ya dudo de ello y en algo que jamas he visto se llevo uno a la boca, escupiéndolo después en el plato según se los llevaba para la cocina, cosa que después negaría pero que vimos al menos dos nosotros. De ahí salió el dueño dudando de que estuvieren malos y masticando alguno de los calamares para demostramos que él se los comía y poniéndose bastante intransigente. Por supuesto que no cedimos en nuestra opinión, pues además del sabor, olían mal. Al final salió otra persona que puso cordura y el resto de la cena se le vio al dueño con una atención especial pero la situación desagradable ya la había hecho y nosotros ya no pudimos estar bien el resto de la cena. Por supuesto, que nos lo pensaremos mucho antes de volver...
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