La "Plaza de Armas" constituye el punto generatriz de la ciudad de La Habana. Su trazado evoca el de las plazas fortificadas de la Europa medieval, y en su perímetro se hallaban las sedes de las autoridades civiles y militares en la época colonial, y la iglesia parroquial de la Ciudad. Durante la etapa fundacional de la plaza, se situaron a su alrededor las casas de los principales vecinos. Se trataba de una pequeña área ocupada junto a la bahía, con construcciones sobre todo de madera, yagua o guano, en la que se concentraban las más elementales funciones que había por entonces. Se cree que, por uno de sus lados, esta plaza abría hacia la bahía para facilitar las labores de desembarcadero y muelle, de manera que anticipaba una de las disposiciones establecidas para las ciudades portuarias coloniales. La construcción del "Castillo de la Real Fuerza", iniciada en 1558, ocupó gran parte de esta plaza primitiva e incluyó en su diseño un amplio espacio abierto en torno al castillo, una plaza de armas propiamente dicha, que serviría para recoger a los vecinos y bienes en caso de peligro. A fines del siglo XVI adquirió su forma definitiva, entre La Real Fuerza y la antigua Parroquial Mayor. Luego de la construcción de la Real Fuerza se destinó a ejercicios militares y se nombró "Plaza de Armas", con lo cual perdió su carácter público. Fue, desde su surgimiento, lugar de reunión de los habitantes de la primitiva villa y la circundaron sus instituciones fundamentales. En el siglo XVIII, después de un período de decadencia, se remodeló al derribarse la Iglesia Parroquial Mayor y se inciara, en 1771 , la construcción del Palacio de Correos e Intendencia, más conocido como "Palacio del Segundo Cabo", y en 1776 , en el costado norte de la Plaza, el Palacio de los Capitanes Generales, los edificios públicos más relevantes de la época. En 1834, bajo el mandato de Miguel Tacón, se remodeló nuevamente y se le agregaron fuentes y áreas verdes y en su centro se colocó una estatua de Fernando VII que estuvo allí hasta 1955. En las primeras décadas del siglo XIX, luego de diferentes cambios en el trazado de su terreno, se reconstruyó y recuperó sus características y sus funciones como espacio político y administrativo, prolongandose hasta el siglo XX. En la Plaza de Armas se puede apreciar el complejo monumentario El Templete, construido en 1828, sitio en el que se supone que se celebró la primera misa y el primer cabildo en La Habana en 1519. Desde 1955 la estatua del Padre de la Patria Carlos Manuel de Céspedes, obra del artista cubano Sergio López Mesa, ocupa el pedestal donde se encontraba la del monarca español Fernando VII y le da nombre a la plaza. La Plaza es en la actualidad es un cuadrilátero abierto, de regulares dimensiones, sombreada por árboles y con bancos de piedra, pequeñas fuentes y una escultura de mármol en su centro. Es uno de esos entornos habaneros mágicos, donde se respira el aire fresco del mar rodeado de tanta cultura, tanto patrimonio, tanta belleza, y sobre todo paz!!! La recomiendo!!! Pasen por este lugar tan hermoso y disfruten unos minutos de todos esos contrastes que la hacen única y especial!!!