The food was good but didn't have the 'special taste' that you expect from a Michelin star restaurant. It was quite bland and without any special or distinctive flavor.
The restaurant itself is very small and the decor looks very cheap (the art work looked like it came from a Chinese shop), it felt like they had done the decor themselves as a DIY and didn't feel premium at all. You could also hear the noise from the kitchen including the microwave 'ding' which doesn't inspire confidence.
A disappointment and very petty thing was the fact that they charged us every single small bottle of sparkling water at a a very expensive price and they kept topping up your glass without asking. So we ended up paying 40€ just for sparkling water for the two of us, which felt a bit like a scam to be honest! Normally in Michelin star restaurants you have the 'water service' at a much more reasonable fixed cost and they still top up your water.
They also don't give you the end of meal sweets if you don't take a coffee! It was 5pm when we finished our meal so we didn't want a coffee and they didn't give us the end of meal sweets but they gave them to the table next to us because they had ordered coffee. This has never happened to us in any other Michelin restaurant, normally they all give you the sweets regardless of taking coffee or not.
In short it all just felt quite cheap like they were cutting corners and trying to skim as much money as possible from you without providing a memorable experience.
In my opinion it doesn't...
Read moreGoogle no permite la extensión que he dado en otros foros, este es el resumen de la reseña ya publicada en otros foros de Facebook o TripAdvisor, espero aclare mi malestar con la visita, lo que comenté en el mismo local sin hacerme ningún caso.
Mi mujer quería comer arroz así que pedimos el menú fingers food y la carta solo la hojeamos para futuras visitas. La experiencia no resultó buena, y tardaremos en volver, supongo que la carta aporta mucho más y es donde se verá por qué del premio, y quiero pensar que tuve mala suerte con nuestro servicio, pero éramos cuatro y los cuatro salimos sin ganas de arriesgarnos con la carta de momento.
El menú finguer food se compone de cinco tapas un plato de arroz y un postre, por 16€, las bebidas aparte. Tenéis en la fotos del que tomamos. De tapas teníamos Tosta de pichón con kinchi, ensalada napolitana, salmorejo de sandía, higo bisolet y algas y ensaladilla con hojaldre. De arroz, sepia con verduras. De postre una mousse de turrón. Un agua, dos refrescos y una heineken, tenían cervezas artesanas, alguna que no había probado pero prefiero probar las cosas por separado y aquí había venido por la comida.
La primera palabra que me vino a la mente al ver el plato con las cinco tapas es: breve, a primera vista algunos platos no tenían ni medio bocado. Bueno, venía aquí por los sabores, no para hincharme, no prejuzguemos.
Empecé por la tosta de pichón con kinchi. El kinchi mataba toda posibilidad de sacarle cualquier matiz al paté de pichón, al final en boca quedaba algo muy salado con un paté suave y sin fuerza.
Tras esto quería algo fresco para quitarme el salado de la boca. Me decidí por la ensalada napolitana. Fue con mucho la mayor decepción de la comida. Os agradecería que miréis ahora la foto que acompaño (. A mi por más que los veo me parecen unos espaguetis con tomate cortados en trocitos como se los hacía a mis hijas cuando tenían dos años.
Creo que este plato ya condicionó el resto de la comida.
Preferí volver a lo conocido y probé la ensaladilla con hojaldre casero, según nos indicaron. La ración como el resto breve.
Pasé al salmorejo de sandía. Este salmorejo fue el plato que más le gustó de toda la comida. A mi mujer y a mi también está bastante bien conseguido.
Me dejé para el final la de higo bisolet y algas. Al final no conseguí disfrutar de los tres sabores, el higo acababa protagonizando demasiado.
Tras un tiempo de espera, nos trajeron el arroz, que pedimos comerlo en la paella.
El arroz os recuerdo era de sepia y verduras, lo que en cocina lo tradujeron como podéis ver en la foto en calabacín, como única verdura visible y unos trozos testimoniales de sepia (yo por más que miro las fotos cuento cuatro). ¿En ese momento que haces? ¿Lo tiras para atrás y esperas 20 minutos más a que te preparen otro con el hambre que había después del fugaz aperitivo?
Lo probamos, lo volvemos a probar, y lo volvemos a probar, y la falta de sepia y abundancia de calabacín había tenido una consecuencia: el arroz estaba dulce, no soso, dulce.
A la única camarera que había le pedimos el salero. Nos lo deja en mesa sin preguntarnos nada.
Nos comemos el arroz. Hay que reconocer que de sabor, este arroz con calabacín está buena. Llegamos a comentar que igual es que es así, que es una innovación del cocinero que no hemos sabido apreciar, pues está más dulce que algunos arroces con leche que me he tomado.
Nos traen el postre. Mouse de turrón con un crumble. Nos dejó a todos igual. El crumble que lo acompañaba estaba rico.
Pedimos la cuenta y aunque había poco mesas la persona que atendía no daba abasto, nos acercamos a la barra a pagar. Nos preguntó ¿que tal? Le dije que el arroz dulce, no soso, dulce. Se sorprendió y me dijo que se lo diría al cocinero…
Como ya he adelantado y habéis leído mi experiencia no ha sido buena. Sigo viendo reseñas y por las fotos me sigue apeteciendo ir, pero recuerdo esta...
Read moreResumen:
Reservamos en el segundo turno. La sala, íntima, cabía a lo sumo 15 comensales distribuidos en 5 mesas; un servicio a cargo del chef y la sumiller, sin cocina vista. El establecimiento, pequeño, juega con tonos blancos, cuadros de arte abstracto y una gran cristalera que da acceso directo desde la calle. Dispone de dos menús —versión corta (10 pases) y larga (15 pases)—, y la carta de vinos se muestra en un tablet, con una oferta breve pero suficiente.
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Aspectos positivos • Cristalería impecable: la copa Josephine No. 2 para el vino blanco destacó por diseño y calidad. El menaje usado para el cava y el vermouth de aperitivo (Puig Campana rojo) también era de alta gama. • Selección de bebidas: tanto el cava y el vermouth como el vino de Rías Baixas cumplieron con creces, ofreciendo un nivel correcto y agradable.
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Puntos a mejorar Precio del maridaje: ofrecían variedad de maridaje (5, 7 y 10 vinos), pero el de 5 copas a 120 € por persona me pareció desorbitado para una ciudad mediana. Gestión del vino agotado: se agotó la botella de Rías Baixas que pedimos. La sumiller ofreció una alternativa “al mismo precio”, sin más opciones ni detalles, lo cual no fue transparente. Privacidad e intimidad: la cristalera que separa la sala de la calle transmite poca exclusividad; varios transeúntes observaron en su interior, lo que fue incómodo. Selección de aguas: sorprende que el agua sin gas fuese cuidada, mientras que la gaseosa era simplemente Vichy Catalán, común y sin carácter premium. Detalles del menú: cada comensal recibió su menú en castellano e inglés, algo de agradecer. Sin embargo, hubo inconsistencias y erratas entre versiones, lo que denota falta de rigor. Error con la espuma en mesa: una espuma semi‑dulce se sirvió con sifón en mesa, pero salpicó fuera, manchando silla y mantel. La atención para reparar el incidente fue insuficiente. Explicaciones confusas: la información sobre los platos se repartió entre el chef y la sumiller, pero hubo errores y descuidos que reflejan falta de coordinación.
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Valoración del menú degustación • Productos locales: predominan ingredientes alicantinos, sobre todo del mar. Técnicas correctas, aunque sabores poco rompedores. Vajilla funcional, pero no elegante; algunos pases carecen de concepto claro. • Repetición de formatos: hubo tres pases con un derivado de pan (bolas rellenas), similar en cada ocasión, dando sensación de repetición. • Calidad del producto: salvo el caviar de esturión y el carpaccio de gamba roja, el resto (foie de gama media-baja, panceta, salchicha, alubias, raya) me pareció de origen modesto, insuficientes para el nivel esperado.
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Conclusión final
La experiencia estuvo bien, pero sin sorprender. Técnica, sabores y presentación se mantuvieron dentro de lo correcto, aunque ningún plato destacó. Dadas las numerosas deficiencias y el precio elevado, la experiencia resultó decepcionante. No recomendaría este restaurante. A mi juicio, Baeza & Rufete actualmente está muy lejos de justificar su estrella Michelin. Creo que corre el riesgo de perderla si no mejora, pues personalmente ha sido la experiencia más floja que he probado en un restaurante con Estrella...
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