Después de probar los diferentes menús del otro restaurante con estrella Michelin de la localidad, Can Bosch, decidimos hacer una visita a este célebre competidor.
Ya antes de entrar, la fachada denota una apuesta artística, rompedora y algo arriesgada, que se confirma al traspasar la puerta y encontrar un ambiente interior con poca luz natural, algunas pinturas de arte contemporáneo y una abundante decoración que combina madera y piedra e incorpora tenedores y cucharas como elementos destacables. Al fondo del salón, se encuentra un minúsculo jardín interior que no acaba de cuadrar con el resto de la configuración.
Al incorporarnos a la mesa, encontramos un espacio de trabajo algo pequeño, acompañado de sillas correctas y una iluminación adecuada. Después de la recepción y la entrega de cartas y menús, el servicio tarda más de 20 minutos en volver a tomar nota. En este sentido, a lo largo de la comida notamos que el trato no está al nivel de la reputación o el precio del restaurante. En particular, se intuye una falta de atención a la hora de servir las bebidas o proponer el recambio de botellas o el pan.
También es destacable el aire acondicionado del lugar (la visita se produce en verano), que funciona a una temperatura excesivamente baja y de manera algo deficiente, llegando a condensar agua y mojar a algún cliente cercano de manera desagradable.
En relación a la experiencia gastronómica, el restaurante ofrece una amplia carta de mariscos, tapas, entrantes, carnes y pescados, así como tres menús: gastronómico (más económico, 49€), del cava (intermedio con cava incluido, 73€) y de degustación (más completo, 82€). Tanto la carta como los menús están disponibles en su web.
En esta ocasión optamos por el menú del cava. Destacar que, pese a ser 3 personas e incluir una botella de cava para 2 personas, solo se ofreció una botella de cava para los 3 y se facturó una botella de agua sin gas (pedida aparte) a 4,50 euros.
En primer lugar, el menú ofrece unos pequeños snacks y aperitivos servidos en una réplica de torre de defensa de Cambrils. La propuesta destaca por el formato de presentación -ligeramente rebuscado y recargado-, pero es mediocre por lo que se refiere al producto en sí. Asimismo, nos sorprende que se incluya entre los snacks la cata de dos rebanadas de pan (de aceitunas y de cereales) con aceite de oliva y tres tipos de sales, en lugar de considerarlo un mero complemento como se podría esperar.
El menú continúa con una selección de cigalas, langostinos, gambas blancas, caracoles, navajas y mejillones de roca hervidos. La calidad de la materia prima es muy buena, así como el resultado de cocina, que se complementa con mayonesa y salsa romesco que dan la talla. Sin embargo, la poca elaboración del plato contrasta con las expectativas de encontrar creaciones algo más rompedoras (o menos tradicionales) que se generaron al entrar por la puerta.
A continuación, se nos sirve un gazpacho con gambas y helado de aceite de oliva, cuya ejecución y presentación es muy buena, y recuerda a la crema de espárragos blancos con helado y langostinos de Can Bosch. Por último, nos encontramos con una pequeña ración de rape con salsa pilpil, gambas y mejillones acompañado de un crujiente de arroz, que nos pareció una combinación sencilla y modesta.
Finalmente, endulzamos la comida con un semilíquido de praliné con helado de vainilla, en un tamaño que resulta un poco excesivo, juntamente con petits fours presentados en un árbol de tenedores y cucharas. En la base de dicho árbol, encontramos unas correctas bebidas a base de cítricos y unas galletas de la fortuna.
Curiosamente, las galletas de la fortuna no nos permitieron adivinar el futuro, sino más bien ofrecieron unos mensajes algo decepcionantes (entre ellos "Gracias por venir") y que se convirtieron en la última materialización de nuestro desengaño gastronómico. Por supuesto, la calidad del menú fue notable pero el grado de elaboración y la calidad del servicio no estuvo a la altura. La calidad-precio de la propuesta, por ende, deja...
Read moreMi pareja y yo fuimos para celebrar mi cumpleaños y nuestra experiencia no fue muy agradable. Os cuento... Hice reserva online y recibí mail de confirmación, pero dicho mail se me borró debido a un error informático, así que mandé nuevo mail para preguntar a qué hora tenía la reserva y me respondieron q a las 13:30h. Nosotros vivimos a 3h en coche del Restaurante y ese día salimos con tiempo para llegar a la hora reservada. Durante el trayecto nos llamaron para confirmar la reserva y nos dijeron que teníamos reserva para las 13h y les correjí diciendo que tenía hora a las 13:30h y eso no le gustó a la mujer que me llamó. A pocos km de llegar al Restaurante encontramos retención por la carretera y llamamos al Restaurante para avisar que llegaríamos un poco tarde debido a esa retención que luego vimos que fue provocada por un pequeño accidente y la señora que nos atendió (era la misma que me había llamado durante la mañana) me dijo de muy malas maneras que en ese tipo de restaurantes hay que llegar puntual y le comenté que habíamos salido con antelación pero que eso no era algo que nosotros pudíeramos controlar y le pedimos disculpas. Al llegar al restaurante a las 13:45h (15 min más tarde), al ver que era yo, la señora ya nos hizo un plan lamentable. Des de la distancia nos indicó cuál era nuestra mesa y no se dignó ni a acompañarnos para sentarnos. La reserva era de dos y nos dieron una mesa en una esquina dónde había 4 sillas, y nos dificultaba bastante para poder sentarnos. La señora nos vino a tomar nota y otra vez nos hablaba con un tono que no era adecuado, más viendo la amabilidad con la que trataba a otros comensales. El camarero nos atendió de manera excelente en todo momento, explicando los platos con serenidad y profesionalidad. Mientras aun estábamos degustando los primeros aperitivos, la señora nos dejó en la mesa los segundos... algo IMPERDONABLE en un restaurante de estrella michelín dónde siempre te piden que te tomes tu tiempo para degustar cada uno de sus platos! La camarera es la que nos servía los vinos del maridaje, y se veía muy trabajadora pero le faltaba clase a la hora de explicar los vinos ya que los presentaba con prisa y casi sin respirar y los servía sin profesionalidad. En alguna ocasión tiraba gotas en el mantel, en otras nos dejaba las copas, iba a servir a otras mesas y luego venía a servir o lo servía y te lo explicaba cuando ya te cambiaban el plato... un desastre... Y a la hora del café, ya sólo quedabamos dos o tres mesas de 4 comensales y nos sirvieron el café y a los 40 min de reloj nos trajeron los petit-fours... alucinante el mal trato y el mal servicio que se nos brindó Como parte positiva, reconocemos que la comida, la presentación y el gusto era bueno y profesional. Haciendo un balance global, no volvería para nada. Hemos tenido la suerte de poder disfrutar en varios restaurantes de 1, de 2 y de 3 estrellas michelín y en este caso en El Rincón de Diego su estrella ha dejado de brillar porque para nada cumplen todos los requisitos para tener este título. Hablando con el camarero, que realmente fue un profesional de la cabeza a los pies nos comentó que ese fin de semana les faltaba un camarero y que encima, si suelen atender unos 40-50 comensales, ese día tenían 80... no sé la política de la empresa, pero a veces prima más querer ser menos ambicioso y ofrecer...
Read moreOur dinner at Rincón de Diego was nothing short of spectacular. From the moment we stepped in, the elegant yet warm atmosphere set the tone for a memorable evening.
We opted for the tasting menu, which was a true culinary journey – playful, creative, and deeply rooted in Mediterranean flavors. The presentation was stunning: amuse-bouches served on intricate artistic stands, vibrant seafood platters brimming with the freshest prawns, mussels, razor clams, and lobster, as well as beautifully plated tuna tartare, lobster fideuà, and imaginative desserts like rose-infused cotton candy.
The wine and sparkling selection was equally impressive, with excellent Cava, Champagne, and a well-curated wine list that perfectly complemented each course. The service was flawless – attentive, knowledgeable, and genuinely welcoming, making our large family feel right at home.
A Michelin-star experience that perfectly blends creativity, flavor, and hospitality. Highly recommended for anyone visiting Cambrils who wants a fine dining experience...
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