Fuimos a este restaurante porque en el resto no había hueco (ahora, por desgracia, entendemos perfectamente cómo un sábado a las 22:00 tenían sitio libre y todos los demás no). En dos ocasiones previas, algunos del grupo ya habían estado tanto en el restaurante como pidiendo a domicilio y se habían llevado una gran decepción. Pero, visto que en ningún otro sitio había hueco, decidimos ir. Qué remedio. Craso error.
Nada más llegar, el calor era ESPANTOSO. Y no un calor comprensible por el clima o por tener mucha gente dentro, no: era un calor de local mal ventilado, directamente. Nos sentaron al lado de una puerta trasera que, pese al ambiente asfixiante, no abrieron en ningún momento.
Al entrar vimos a un saxofonista y un guitarrista que, pese a su talento —y a saber cuántas horas llevarían allí los pobres—, tocaban a todo volumen con un altavoz que hacía imposible mantener una conversación. A los diez minutos ya dolía la cabeza; en un momento dado fui al baño simplemente para “descansar” del ruido. Los músicos hacían pausas cada veinte minutos, y esos diez minutos de silencio eran lo más parecido a un descanso mental que tuvimos en toda la noche. Y ojo: todo esto sin haber mencionado aún la comida.
Pedimos cinco pizzas y una ensalada César. Pasan los minutos, diez, veinte, treinta, cuarenta...y nada. A nuestra mesa no llega nadie. Vemos salir platos (de pasta, curiosamente, luego se entenderá este dato) para otras mesas, pero a nosotros ni nos miran. El camarero ni se acerca, probablemente intuyendo que la situación se estaba poniendo tensa. Intentamos tomárnoslo con humor, pero llega un punto en que ya es insostenible.
Tras más de cuarenta y cinco minutos, aparecen con dos pizzas y una ensalada que, según ellos, era César. Lo que traen, sin embargo, son tres trozos de tomate con burrata. Pensándonos que igual estábamos equivocados con lo que era una ensalada César y dando el beneficio de la duda, buscamos en Google Maps la ensalada César de este restaurante, y efectivamente: lo que teníamos delante no era eso.
Pasan otros veinte minutos sin rastro del resto de la comida, ni de nadie que venga a dar una explicación, ni siquiera a preguntar si queremos más bebida (que falta hacía, porque el calor era infernal, había que racionar el agua como si estuviésemos en una isla desierta). Decidimos levantarnos y acercarnos a la zona de pago para preguntar qué está pasando. Y ahí lo vemos: las pizzas que salen del horno van directas a cajas de reparto a domicilio, mientras los clientes del local siguen esperando. Intuímos a posteriori que menos gente pide pasta y por eso la servían.
Comentamos que llevamos más de una hora allí, que se supone que es una cena de cumpleaños, que la ensalada está mal servida… y el camarero responde que esa ensalada “mal puesta” es un regalo de la casa (faltaría más, ¿pagar por algo que no pedimos?). Finalmente, tras hora y pico de espera y ya sin ganas de nada, llegan las pizzas que faltaban y la ensalada correcta. A esas alturas solo quedaba la risa floja y el deseo de irse cuanto antes.
En resumen:
Calor insoportable
Ruido ensordecedor
Servicio ausente
Comida tardía y mal servida
Una montaña rusa de despropósitos que no le deseo a nadie. Y la gran pregunta: ¿Qué habría pasado si no llegamos a levantarnos a reclamar? Probablemente, seguiríamos allí...
Read moreParece mentira cómo un trabajador puede cargarse por completo una experiencia gastronómica muy positiva hasta el momento del postre. Mesa para 4: dos adultos y dos niños. Pedimos una pizza para cada crío y arroz negro y ravioli relleno de carne con salsa pesto para los adultos. Hasta aquí todo muy rico y abundante. Llega el postre, pedimos la carta PERO el camarero prefiere cantárnosla. Los adultos prescindimos y los niños piden que les repita lo primero que dijo: canutillos rellenos de nutella. Vienen 3. Compartimos?? -le dice el niño a la niña. Vale!! -responde ella. Primera sorpresa: nos ponen 2 raciones de canutillos rellenos de nutella. No pasa nada!! Es nutela, un par de canutillos cada crío y si hace falta echamos un cable los adultos. Nutella???? Dónde está la nutella?? Sabe amargo!! Y la nutella?? No me gusta!! A mí tampoco! Yo no lo quiero! Ni yo!!
Pruebo yo uno!!! Efectivamente, de la nutella ni rastro, un ligero tono marroncito, únicamente, porque del sabor... ni rastro. Mi mujer se come otro y yo, forzando, me como el tercero. Pasa el camarero y le pregunto de qué eran los canutillos, me dice que de nutella. Pero qué lleva?? -Crema mascarpone y nutella. Hombre... eso se dice!! Sólo has mencionado la nutella!!! RESPUESTA: Es que si digo que es crema mascarpone los niños ni la prueban!! Ya, pero si no lo dices, los niños lo prueban y no lo comen porque no les gusta!!! CONCLUSIÓN: Pedimos una ración y nos cuela dos con una cortina de humo para obviar que sabe a queso, no a nutella. Os pongo los canutillos que sobraron para llevar?? Pues vale, ya que nos la va a cobrar!! A nuestro perro tampoco le ha gustado el queso mascarpone. Decepcionante que un camarero con más cara que espalda se cargue una buena comida. Facturaste 11 € de las 2 raciones PERO has perdido un cliente, echa cuentas!!! Ni siquiera se le ocurrió pedir disculpas tras su brillante explicación de la omisión del mascarpone. O no cobrar una ración!! En lugar de eso nos hemos ido con una ración en una bolsita y muy mal sabor de boca, en...
Read moreFuimos a cenar con una reserva hecha. Tardaron en atendernos muchísimo tiempo, pedimos las bebidas y un entrante. No le dimos mucha importancia, pero a medida que avanzaba la cena era peor. Más de 30 min en tomarnos los principales, aún sin traer el entrante y sin traernos parte de la bebida (el agua), cuando traen el agua faltan los vasos, vuelta a esperar. Después de 40 min llegan dos pizzas (sin traer uno de los entrantes) que empezamos a comer porque no llegaban los principales del resto de comensales. Cuando llegan, el risotto (arroz blanco con tinte porque no sabía a nada), pasado (se le comenta al camarero al terminar y se lleva el plato casi entero), la pasta sin el aceite picante que llegó cuando ya se habían terminado el plato, y las pizzas para ser de un restaurante italiano, ni fu ni fa.
Llega la hora de cobrar, nos metieron el entrante que no había llegado y el cual ya les dijimos que cancelábamos porque ya estaban los principales, y 2 botellas de agua (solo era una) que encima son del grifo carísimas! Me parece increíble que además de toda la espera y los fallos en los platos, no revisen la cuenta y en vez de tener el detalle, ya no de no cobrarte el risotto, sino de invitar a un mísero menta poleo no revisen la cuenta. Me pareció caro para lo que es.
Observando más mesas y hablando con alguna vimos que no éramos lo únicos en esta situación.
El local es muy bonito y acogedor, pero con este servicio y la comida es una pena que no...
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