He leído detenidamente las pocas críticas negativas que ha recibido este equipo y, con todo el respeto, no puedo evitar sentir cierta ternura —y algo de lástima— por quienes las han escrito. No es que no tengan derecho a opinar, pero muchas reflejan una preocupante falta de cultura gastronómica, además de una absoluta falta de piedad y de respeto al trabajo ajeno. Que alguien se sienta defraudado porque no le han servido “un pincho” con la consumición, o porque ha pagado 13 euros por un ron —sin mencionar la marca, claro— delata una expectativa anclada en la barra del bar del polígono (con todo el respeto a esos bares), cuando la propuesta aquí es claramente otra.
Algunas de estas pocas críticas no solo muestran una visión reducida, sino también una actitud que perjudica directamente a quienes intentan aportar valor real. La más llamativa es la del vecino que protesta por 40 céntimos de diferencia entre dos consumiciones separadas por 20 minutos. Me pregunto si el problema es el agua de la terraza o la del propio cerebro. Y lo peor de todo es que muchas veces ni siquiera se trata de errores reales: el propio cliente no se da cuenta de pequeños detalles, como que el servicio ha cambiado, o que una consumición la pidió dentro y la otra en la terraza. Aun así, dejan una reseña pública, sin criterio, basándose en equivocaciones propias. Pero siguen opinando y desvalorizando el trabajo ajeno con una sola estrella, sin el más mínimo filtro ni responsabilidad.
Todos los restaurantes, incluso las osterias con estrella Michelin o los que ofrecen un servicio extraordinario más allá de su categoría, cometen pequeños errores. Es inevitable. Pero hay que tener una visión global con criterio. No se puede desechar el conjunto de una propuesta y hundirla públicamente por una tontería insignificante. Es una vergüenza. Y lo digo con conocimiento, porque conozco de cerca negocios de hostelería y sé cuánto cuesta sostenerlos. Sé también que muchos opinan con una ligereza que roza el desprecio por la ciudad y por los que trabajan en ella.
Es triste ver cómo un proyecto que busca dignificar la gastronomía gijonesa tiene que enfrentarse a valoraciones hechas desde el prisma de quien solo sabe juzgar una tapa de ensaladilla rusa. Gente quemada, insatisfecha, que utiliza una reseña como vía de escape para volcar su frustración. Es como cuando conduces, te pasas medio metro en un cruce, y alguien empieza a pitarte como si le fuese la vida en ello. Es ese tipo de gente: la que no sabe gestionar su malestar y necesita volcarlo en los demás.
Son jóvenes, profesionales, comprometidos con la excelencia, y aportan valor real a la ciudad. Hay que cuidarlos.
No conozco a esta gente, no formo parte del equipo ni soy inversor. No tengo ningún interés en esto, más allá de que me parece profundamente injusto. Soy un ciudadano que respeta el esfuerzo de la hostelería —con lo dura que es—, que entiende las propuestas cuando son honestas, trabajadas y distintas, y que valora, especialmente en un entorno como Gijón, lo escaso que es encontrar algo con intención y criterio. Aún no he estado en el restaurante, pero iré precisamente por la solidez de su propuesta y por la injusticia de estas reseñas absurdas. La mayoría sí sabemos ver el trabajo bien hecho. Gracias por ofrecer algo así...
Read moreDelicious, high quality food! We got the salpicón and alcachofas as appetizers and then shared the pescado san martin. We were given bread, fresh and warm, with an amazing smoked butter that was an unexpectes highlight. Both appetizers were great. The fish was excellently prepared. We also got desserts- passionfruit pie, chocolate mousse and torrija. One of us is celiac and needed gluten free. The menu clearly lists allergens and quite a bit on there was gluten free. They provided GF bread that...
Read moreLastima perder futuros clientes por 15€ o por falta de profesionalidad. Quiero ser honesta desde el primer momento y por eso lo primero que quiero decir es que todo lo que comimos estaba muy rico; merecedora de 4 o 5 estrellas, pero... Como plato principal, para mí hija y para mí, pedimos un rubiel acompañado de unas patatas. Nos lo trajeron en una mesa auxiliar, la camarera limpia el rubiel, emplata la primera mitad , y zas... el plato se le fue al suelo. Es cierto que nos ofrece servirnos la otra mitad y prepararnos otro pescado (pagándolo por supuesto), pero decidimos que no queríamos esperar más y menos pagar por medio pescado y además por otro entero, así que al final medio comimos la mitad entre las dos. A la hora de solicitar la cuenta, sorpresa: en un principio nos cobran el rubiel entero; ante mi cara de sorpresa se disculpa por no descontar el medio rubiel que estaba en el suelo, se marcha y nos trae una segunda cuenta donde nos descuenta 7,5€ por medio rubiel de 900 gramos. Pagamos y nos fuimos con el mal sabor de boca de una comida del día de la madre, con mi hija, que se vio truncada por algo así. En ningún momento me niego a pagar lo solicitado por una buena comida (insisto que estaba rico); pero me enfada irnos a medio comer, pagar por algo que no me han servido, no tener la profesionalidad de descontar integra la mitad no servida (y ya no digo lo que harían en algún lugar donde ni siquiera te cobrarían por ese rubiel) En resumen, buena comida, atención...
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