VERGONZOSO. Terminamos allí por descarte tras recorrer todo Gijón en busca de algún sitio dónde cenar sin reserva y no encontrarlo y ahora entendemos porqué ellos sí tenían mesa disponible.
El primer impacto fue el fuerte olor a sidra que desprendía el local, sabemos perfectamente que es una sidrería, pero por suerte en días posteriores hemos visitado buenas sidrerías con ventilación adecuada y mayor cuidado en el escanciado, dónde no se daba esta situación.
Lo primero gracioso fue que nos dieron la carta con un papel extra de recomendaciones de la casa, elegimos dos de las recomendaciones y cuando vino a tomar nota el camarero nos dijo que nuestra elección era lo peor que había. Incongruente a más no poder. Por otro lado, le costó 10 minutos escribir tres palabras en su libreta de comandas.
Le pedimos consejo con los quesos, ya que somos de Valencia y no conocemos las diferentes clases asturianas, el camarero hizo "pantallazo azul" y tuvo que venir el encargado a explicárnoslo. Nos guiamos por sus consejos y escogimos tres platos y sidra.
De nuevo el camarero trajo una cesta con tres hogazas de pan. A los dos minutos nos quitó dos de ellas sin decir nada.
Más tarde nos trajo por equivocación un plato que no era nuestro. Se lo llevó. Lo volvió a traer, se lo volvió a llevar. Lo volvió a traer el jefe y parece que a la tercera entendieron que no era nuestro plato.
Y a partir de aquí entendimos el porqué de esta situación tan absurda. El camarero se bebía una caña de sidra por cada una que servía, a la vista de todos los clientes, compañeros y el propio jefe. Llegamos a pensar que tenía alguna discapacidad e intentamos ser comprensivos, pero no, sólo estaba borracho. De ahí que la segunda botella de sidra acabara más en la espalda de mi pareja que en el vaso y que para ir al baño tuvieras que ir surfeando.
Les dijimos que ya no sacaran el queso, puesto que nos habíamos comido los principales y nos dijeron que allí era costumbre ponerlo lo último (se les había olvidado). Los principales ridículos en cantidad y exageradamente caros. Y el aliño de ensalada llegó cuando nos quedaba una hoja de lechuga.
Por supuesto intentó colarlo en la cuenta, esta vez el jefe, pero no estábamos dispuestos a más tomaduras de pelo.
Reír por no llorar, no...
Read more"Pedimos" para 6 personas ventresca de bonito, calamares, tortos, escalopines, la tabla de quesos y arroz con leche.
Los tortos eran insípidos: una masa de harina apelmazada con muchísimo aceite. Se acompañaba de picadillo, huevo y patatas, bastante buenos. Los calamares estaban buenísimos, más si los acompañas con la mayonesa. Los escalopines estaban buenos, aunque estaban acompañados de una salsa de cabrales que no tenía prácticamente sabor.
Sin embargo, la razón del porqué le he puesto 2 estrellas al sitio ha sido por la ventresca. Para empezar nos pusieron doble ración cuando pedimos para uno. La ventresca estaba sequísima, se hacía completamente bola y era una ración desmesuradamente grande, ni entre 6 personas se pudo comer, tanto por lo abundante como por el sabor y la textura. Y además no era barato: casi 60 euros ambas raciones.
Aún sabiendo el camarero que no podíamos más, nos saco al final la tabla de quesos. Algunos mejores, otros peores, en general sin ser nada del otro mundo estaban bien. Pero fue un detalle bastante feo que nos lo sacarán tras la doble ración.
Lo mejor para mi, junto con los calamares, fue el arroz con leche (que pedí porque no me pude comer ni un trozo de bonito). Suave, dulce, cremoso y con mucho sabor. Caramelizado perfecto.
En general el sitio no es malo, pero por el precio, por el mal olor del sitio y por el detalle de la ventresca me veo obligado a...
Read moreNos tomamos una botella de sidra y un refresco, y el servicio dejó mucho que desear. El camarero principal que atendía la terraza, de juegos con su bebé, que había venido al negocio junto con su madre (es una deducción que era su hijo, pero da igual quien sea), mientras los clientes esperábamos a ser atendidos. Mientras tanto, otros dos camareros, fumando en la puerta de la sidrería. No digo que no tengan su derecho al descanso o a fumar, pero desde luego no en la puerta del establecimiento ni mientras los clientes esperan. Muy mala imagen. Pedimos que nos escanciaran un par de culinos, y ni caso, parecía que les costaba trabajo hacerlo. Los pinchos de tortilla de tapa, sin servilleta ni un triste palillo. Y, de remate, más de 4 euros por una botella de sidra. Te vas de allí con una sensación de haber sido atendido con dejadez y desdén. Una pena, teniendo en cuenta la ubicación del negocio y las posibilidades que tiene. Obviamente, propina, cero....
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