Restaurante casa Gallardo, c/ Hermandad Donantes de Sangre n° 1, Madrid

Ayer domingo, 12 marzo, nos reunimos en familia 22 miembros para almorzar y pasar un rato distendido, ya que hacía mucho tiempo que algunos no nos veíamos, fue lo mejor del evento, porque del servicio en general y parte de la comida en particular (carne a la piedra y arroz con leche) prefiero no comentar en detalle, pero sí de calificar de desastre, kafkiano, rocambolesco...

Es menester aclarar que, era la 3a oportunidad que dábamos a la regencia de este "restaurante", incluso publiqué reseña favorable con 4 estrellas, que, obviamente, me he visto obligado a retirar.

Resumo:

. Pactamos con tiempo más que suficiente el menú, 17€/pesona. Sin previo aviso modificaron el mismo (entrantes), y quedaron sin existencias en algún 2° (lubina), improvisando sustitución por emperador/dorada. Fuera de menú ofrecieron "paella" por alguno de los primeros, las comillas lo dicen todo.

. A las 14:30 hrs, aproximadamente, estábamos ya sentados y la mesa aún sin armar debidamente; llegaron los entrantes y los platos de apoyo sin poner y la bebida sin servir, pasando 45 minutos (15:15), inadmisible.

. Alrededor de las 17:00 hrs se empezaron a servir los primeros y media hora más tarde continuaban saliendo primeros; los segundos a las 18:00 hrs aún no habían salido de cocina, optando gran parte de los comensales (me encuentro entre ellos) en requerir un tupper para llevarlos, y, algún que otro, sin llegar definitivamente en verlos venir, dando de todo ello (la debacle), la oportuna queja, obteniendo la callada por respuesta de la responsable...

. Quien suscribe no alcanzó a llegar a los postres por necesidades perentorias, pues dada la discapacidad me ví obligado a regresar al domicilio.

. Por testimonio de algunos de los asistentes los postres finalizaron pasadas las 19:00 hrs, pasando a tomar unos chupitos demandados por uno de los clientes y que la casa no facturó.

. Puesto que fui unos de los organizadores me sentí defraudado y a su vez, abrumado; otorgué confianza a quien no supo respetarla. Nosotros como personas de palabra pagamos religiosamente lo convenido, incluso se dejó propina.

Concluyo:

Me gustaría que esta reseña sirviera para que la propiedad o regenta del establecimiento pida disculpas y nunca más acepte compromisos que no pueda cumplir a plena satisfacción del cliente. No obstante, en un barrio, la fidelización se encamina más en conseguir un amigo, que un cliente. Se me entiende ¿Verdad?