Hacía tiempo que no comía tan mal… El menú de fin de semana es una AUTÉNTICA ESTAFA. Un TIMO inmenso por 32€ por barba…
Los primeros para compartir recalentados bien podrían estar a la altura de los entrantes de las bodas ochenteras. “Bandeja de paletilla ibérica de bellota”, ¿PERDONE? Ni el paquete de 2€ que compro en el Mercadona para desayunar está tan malo. Si están pensando en patentar los chicles de jamón, hagan ustedes el favor de experimentar con su propia salud y no con la de los vecinos del barrio.
Por esos 32€, pensábamos que lo que pagaríamos serían los segundos… Cuando llegaron, buena película de terror nos echamos encima. El “Lingote de atún toro rojo muy poco hecho” que me pedí, lo tuvieron más de hora y media cocinando porque bien podría habérselo tirado a alguien y haberlo matado. Intragable y, ni por asomo, “toro rojo”. Creo que o no han visto en su vida un atún toro rojo o directamente el cocinero es ciego… Pedí que me lo cambiasen tras sentirme vacilada con la cocción del pescado y, para mi sorpresa, me cambian el plato por un nuevo lomo de atún en pruebas de convertirse en otro sabor de chicle… Señores y señoras que vendan en sus cartas el “atún toro rojo”, se trata de un manjar divino que se deshace en la boca, sobre todo cuanto menos sea su cocinado… Vergonzoso.
Mis acompañantes se la jugaron con la carne “finlandesa”. Matizo y copio de manera literal de su carta: “Chuletón sin hueso de vaca madurada de Finlandia, hecha a la leña de carbón de encinas”. Desconocíamos totalmente que los finlandeses, una de las civilizaciones más felices del planeta Tierra, se alimentasen con semejante carne incomestible, maltratada en un horno y servida al punto que al cocinero le parecía para cada comensal… Tras traer a la vaca madurada viva y pedir que lo pasasen un poco más, la sorpresa vino al no poder tocar el plato, patatas abrasadas sin bronceador y un pimiento más seco que la mojama al haberse visto recalentado en un horno (sí, lo repito porque un chuletón al horno JAMÁS DE LOS JAMASES debería de ser hecho) rodeado de otros tantos más que poca o ninguna consideración tuvieron con ellos al cocinarlos con semejante poca delicadeza.
¿Podremos remontar esto con los postres? Ni por asomo. Tarrina de helado de fresa, de limón, conos de helado de… (no sabemos los sabores porque no lo pone y el camarero los coge al azar, independientemente de si hay algún alérgico a algo en la sala), buñuelos y piña. Si usted desea un brownie, una tarta de queso o un coulant de chocolate (muy caros por lo visto para meterlos en un menú de 32€) los tiene que pagar aparte. Otros 8€ más…
Si tomas postre, no hay café. Y viceversa.
En fin, que después de semejante tomadura de pelo y este textaco, con no volver, una ya castiga a un negocio y se queda algo más satisfecha. Pero ojo con no saber diferenciar entre que te den de comer y que te echen de comer… Hay un mundo y este sitio ha...
Read moreTerrible. Nos ocultan y niegan las raciones y bocadillos que sirven siempre para que consumamos más (de los platos de carta). El encargado nos niega también la hoja de reclamaciones y, lejos de rectificar, nos invita a que no volvamos más por allí.
Hemos ido hoy a la hora de la comida con intención de tomar algo no muy abundante: un bocadillo, unas bravas, unas tiras de pollo... Es un local en el que hemos estado bastantes veces desde que nos mudamos al Cañaveral.
Nos hemos sentado en terraza y el camarero ha traído la carta de platos (su carta negra) donde puedes encontrar judiones y cachopos de cuarenta y tantos euros, entre otros... (En ella no hay ni rastro de las raciones y bocadillos que también ofrecen). Al preguntar por las raciones y bocadillos que siempre tienen, nos ha dicho el camarero que "no tenemos".
Hemos entrado al interior donde estaban sirviendo raciones y de todo... Hemos manifestado al encargado nuestra disconformidad por intentar que consumamos obligatoriamente los platos copiosos de esa carta para que consumamos más y engañarnos diciendo que no tenían nada fuera de esa carta. Hemos señalado incluso la lista de bocadillos de detrás del mostrador y las raciones de otros comensales y nos ha dicho literalmente que no había "porque lo digo yo".
Además, el encargado SE HA NEGADO A DARNOS LA HOJA DE RECLAMACIONES, y nos ha engañado diciendo que como no habíamos llegado a consumir no tenían que dárnosla (no caigáis. Están obligados por ley y es una infracción administrativa no hacerlo). Después de eso nos ha despedido diciendo que esperaba que fuese la última vez que volviésemos por allí.
Solo sugerir al encargado que si las raciones no son rentables, puedes hacer varias cosas: quitar las raciones y bocadillos de verdad de tu oferta (no engañar) o restringir horario o su consumo en terraza, por ejemplo.
Y, por supuesto, informar claramente de ello por escrito en tu local y expresarte verbalmente con educación.
Por cierto, volveré en estos días a por mi hoja de reclamaciones y si me la vuelves a negar, tendré que llamar a la policía, ya que estáis obligados a entregármela.
Aprovecho para reseñar que los platos de la famosa carta negra (he probado bastantes en estos años) son muy mejorables para sus elevados precios.
Espero que a nadie más le hagan esta jugarreta y encima le traten así. Es de vergüenza que un encargado gestione de esta manera tan chulesca y engañosa un conflicto con un...
Read moreSi estás buscando un restaurante donde la comida te decepcione, te cobren extras sin avisar y encima te insulten por comentar algo con educación... enhorabuena, has llegado al sitio perfecto. Pedimos la cuenta y, sorpresa: 2 euros por unos tuppers para llevarnos la comida. Lo menciono al camarero con total corrección, sin levantar la voz ni montar una escena. Pero parece que aquí, decir algo con educación molesta más que gritar, porque acto seguido una camarera entra a la cocina y suelta a pleno pulmón: “vaya mier** de personas”, refiriéndose a nosotros. Profesionalidad de la buena. Cuando sale, le pregunto (con toda la calma del mundo) por qué ha dicho eso si yo la he tratado con respeto. No responde, ni se disculpa. Bueno, si... me dice que eso se lo había dicho a sus compañeros, no a nosotros (pues si que se llevan bien entre ellos). Pido hablar con el encargado: no está. Aparece otro camarero (al que sí le importa su trabajo) que, con mucha educación, nos pide disculpas. Se agradece, pero lo siento: el daño ya estaba hecho, y el perdón debería haber salido de la boca de quien nos insultó, no de quien tuvo que apagar el fuego. ¿La comida? Mejor pedir un picnic en una gasolinera. Los “champiñones silvestres” eran claramente champiñones de lata (ni el esfuerzo de esconderlo un poco), y el salmorejo “cordobés y a su estilo” era tan cordobés como el pasillo de sopas frías del Mercadona. De estilo, sí… estilo tetrabrik. No pienso volver, y si tú estás pensando en ir, hazte un favor y piénsatelo dos veces. El restaurante está en una zona sin competencia, y con un poco de dignidad podrían hacer algo decente. Pero para eso hay que respetar a los clientes, no tratarlos como basura por señalar un cobro mal explicado. Y a la camarera, que seguro que esto le da exactamente igual: tranquila, no espero tu disculpa. Esta reseña no es para ti, es para los próximos “mier** de personas” que entren por la puerta esperando que los traten como clientes y no como enemigos. Ah, y por cierto: como es lógico, nos fuimos sin pagar la cuenta. Porque lo que no voy a hacer es dejar ni un céntimo en un lugar donde se insulta al cliente por hablar...
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