SETTEBELLO Ristorante — Restaurant in Madrid

On Sunday evening, we were on the hunt for a place to dine, and Italian restaurants were among our options. While browsing through Google Maps, we stumbled upon this establishment, and frankly, the photos piqued our interest. Upon arrival, we were immediately taken by the stunning decor. Despite the place not being completely full, we were told that reservations were booked for the evening. However, they managed to accommodate us with a table for a few hours, allowing us to settle in for a meal. The cuisine was quintessentially Italian, as was the menu. We started with a burrata and a parmigiana di melanzane as our appetizers. Then, each of us ordered a different pasta dish; the truffle one was outstanding, and the pesto version was equally delicious. The ravioli was certainly not disappointing either. The meals were delightful, and the service was more than satisfactory. The only minor critique I might offer is a hesitation we sensed when initially arranging our seating, but beyond that, everything was excellent. The prices were reasonable for the elegance of the venue. This place is a commendable...

Entrar en este restaurante italiano es como meterse de lleno en un circo retro: luces de colores, cortinas rojas, lámparas enormes y detalles que parecen sacados de una carpa viajera. No es el típico local con cuadros de la Toscana o fotos en sepia de la nonna haciendo pasta; aquí la apuesta es más atrevida, más juguetona, y la verdad es que funciona. Desde el primer paso, te sientes dentro de una especie de espectáculo.

El toque que termina de redondear la experiencia es la música en directo. Nada de hilo musical genérico: aquí tienes músicos tocando en vivo, en nuestro caso un chico tocando el violin. Es de esos sitios donde no necesitas mucho pretexto para quedarte más rato del previsto, porque entre el espectáculo visual y la música, la mesa se convierte en un planazo.

Ahora, vamos al grano: la comida. La pasta es la verdadera protagonista del menú, y se nota que está hecha con cariño y, sobre todo, con producto fresco. La lasaña con pistachos y mortadela, por ejemplo, suave y con caracter. Las salsas son sabrosas pero equilibradas, sin esa sensación de pesadez que a veces te deja la pasta mal hecha. Aquí sales contento, no empachado.

La pizza, en cambio, es donde el local se queda un poco corto. Ojo: no es mala, ni mucho menos. La masa está bien trabajada y los ingredientes son de calidad, se nota el tomate fresco, la mozzarella es de verdad y no ese sucedáneo insípido, pero el resultado final no termina de deslumbrar. Le falta esa magia que encuentras en las mejores pizzerías de la ciudad, ese punch perfecto en la base o ese equilibrio exacto entre salsa y queso. Digamos que cumplen, pero no sorprenden. Si vas con antojo de pizza, quizá te vayas pensando que hay sitios donde la clavan mejor.

En cuanto al servicio, un punto a favor, te ponen botella de agua gratis nada más sentarte. El tiempo entre platos si bien siempre hay punto de mejora, es razonable. Los precios, bastante razonables para lo que ofrecen: ni baratos de fast food ni exagerados de restaurante top.

En resumen, este restaurante es más que un sitio para cenar: es una experiencia. La decoración tipo circo te saca de la rutina, la música en directo te anima la noche y la pasta fresca brilla con luz propia. La pizza, aunque correcta, no es lo más memorable, pero con todo lo demás que tiene el lugar, se le perdona. Perfecto para una cita diferente, una cena con amigos que quieren algo fuera de lo común o simplemente para quien busque un italiano con...

La verdad que es un lugar sorprendente. Tienen una música de fondo durante toda la velada que hace que puedas disfrutar del ambiente. Reservamos mesa con bastante antelación. Ya que éramos un grupo grande. El servicio es atento en todo momento. Al llenarse bastante quizás se hace un poco lento en alguna ocasión pero nada reseñable. La comida está muy bien, calidad precio es buena. Para los niños quizás un poco justo en cuestión a platos… pero bien en general. Patos perfectamente decorados y con muy buen sabor. El sorbete nos chafo un poco, demasiado pastoso y nada refrescante. Es lo único que no recomendaría según mis gustos. En nuestro caso al ir con niños se nos atragantó un poco que la zona de juegos para ellos fuera en el exterior al aire libre..🙈🙈🙈 la verdad que al ver los vídeos no identifiqué que fuera así. En este caso hacía muchísimo calor en el interior así que los pobres agradecían salir fuera. Y nosotros también. Aconsejo no ir muy abrigado, porque sino pasarás mucho calor. En un momento de la noche ya tarde.. las 22:40 nos comunicaron que necesitaban nuestra mesa, estábamos con los postres y el café. Pensábamos tomarnos allí unas copas y la verdad que nos pilló de sopetón. Pedimos acabar la consumición en la barra y tomar allí algo.. a lo que no se opusieron… bastaría más pensé! Entendimos que era algo normal, llevábamos allí desde las 20. Decir que no pasamos ni 10 min en esa barra cuando vinieron a buscarnos ofreciéndonos una mesa frente a la jaula para que pudiéramos disfrutar de la actuación en directo!!! Un gran detalle que nos hizo quedarnos hasta el cierre tomando las copas allí y disfrutando de la música en directo. Con los niños nos salvó el fotomatón que la verdad disfrutaron mucho. Cada rincón está perfectamente decorado, incluso los baños. Merece la pena conocer el lugar y disfrutar del equipo que hace posible una bonita noche. Disponen de Parking que a nosotros nos costó encontrar porque pone enfrente y es como a 20 metros de la entrada a la izquierda… lo vimos después, pero se puede...