Pasa mucho. Vas a un restaurante a comer y lo que te encuentras es un establecimiento que propone una experiencia y en el que la comida, lo que está en el plato, tiene importancia secundaria, cuaternaria o ninguna importancia. No está ni bien ni mal y las últimas aperturas, al menos por aquí, siguen esa moda. Espero que no sea tendencia.
Los restaurantes DO son tres en la zona noroeste de Madrid. Puede que sean franquicia, no lo se. Se definen así: “Inspirados en las tradicionales tabernas madrileñas y adaptados a las nuevas tendencias, un concepto de local integral con una selección de más de 50 vinos a precios de mercado y una oferta basada en los platos y productos que definen nuestra gastronomía”. Y mi experiencia se resume así: “Macroespacio multifuncional hostelero donde puedes hacer de todo (comer, beber, fumar, cantar, bailar…) menos hablar con tus comensales”.
Vamos por partes. El espacio es magnífico para los fines perseguidos. Se nota la apertura reciente, menos de un año. Recepción, barra, mesas altas, dos comedores y dos terrazas. Decoración falsa, fácil y fea. Música a volumen ensordecedor. Y eso que fuimos a comer y entre semana. Comentado este aspecto con la recepcionista nos dijo que por la noche el volumen es superior y en fin de semana es infernal. Nuestro camarero nos lo confirmó y con toda amabilidad y educación nos recitó el primer verso de la primera estrofa de la canción icono de Burning. A partir de aquí, lee con esto en mente.
La carta es larga y variada y tiene una particularidad que no todos los ojos verán: La mitad o más, sin contar las bebidas ¡claro!, son alimentos preparados. Quesos, embutidos, chacinas, conservas y quinta gama. Nada de esto es peyorativo, siempre que sepas que es muy posible que las albóndigas, el cochinillo confitado, las salsas y las guarniciones hayan salido de una bolsa hace diez minutos. Así se puede ofrecer una gran variedad de platos, de samosas a alcachofas en el mes de julio a precios acordes con el entorno. Y no hacen falta cocineros. De la misma forma, la carta de bebidas es extensa y variada con muchas denominaciones y precios más que aceptables. Asi como pienso que el número de cocineros en cocina es bajo, el número de camareros en sala es bajo. Mucho aprendiz y poco profesional.
En conclusión, si eres de los que hacen reseñas del tipo: “Ambientazo siempre, comida riquísima, sitio agradable y la mejor tarta de queso que he probado. La atención de los camareros es de 10”, este es tu sitio. Si sabes lo que es una taberna tradicional, crees que comer en compañía es un acto social y te importa lo que hay en el plato, ni...
Read moreCuando conocimos este restaurante un día que fuimos a comer le di cinco estrellas; tras la experiencia de anoche, que fuimos a cenar, considero igualmente justo dar a conocer nuestra experiencia. Básicamente porque si quisiera ir a cenar a una discoteca, me llevaría un bocata a Pachá o cualquier garito similar. Anoche fuimos a cenar con una pareja de amigos a los que hacía años no veíamos, nuestra única ocasión de verles era en aquella cena y fue imposible la comunicación. Y eso que no estábamos sentados en la zona donde estaba más alta la música. El sonido "ambiente", a un volumen desmesurado para ser un restaurante donde se va a cenar y a disfrutar, la gente BERREANDO para poder entenderse entre ellos, para muestra decir que el camarero tuvo que ponerse al lado de cada uno de nosotros y agacharse para escuchar qué queríamos pedir. Cosas como ésta hacen que termines ABORRECIENDO un local y que no vuelvas a repetir. Al menos ése es nuestro caso. En qué momento cometimos el error de elegir este restaurante. Todo ello ensombrece a mi entender la calidad de la comida y el servicio.
Actualizo en respuesta al comentario del propietario: En ningún momento he hablado de ningún de concierto. Al concierto ni nos quedamos, cenamos todo lo rápido que pudimos y nos marchamos del local. El ambiente insoportable de ruido era antes del concierto, por el volumen de la música que obligaba a la gente a gritar. Algo que he dejado bien claro...
Read morePrimera vez por recomendación de una conocida. Nos atendieron estupendamente, en especial Marina. Muy amable en todo momento. Nos recomendó platos, sin agobiar, la carta de vinos, ya que el local se jacta de dispensarios a un precio casi similar al de una tienda especializada, etc. Tomamos un par de botellas de un tinto de El Bierzo muy rico para acompañar unas samosas y unos tacos de costillas de cerdo. Ambos platos muy recomendables. En frío pedimos un aguacate espectacular también. En su punto. Acertamos. Muy original y a tener en cuenta el servicio del pan. Típico de hogaza pero que acompañan con una porción de salchichón curado y una navaja en una tablita de madera para los comensales. En cuanto a los postres, mitad/mitad. La torrija muy sabrosa pero el segundo, filloas rellenas de compota de manzana (al final quedó en una especie de crep relleno...)no gustó mucho, la verdad. Tampoco el volumen de la música ambiente que eso sí, amablemente bajaron un poco en cuanto se lo pidió una de mis amigas. De paso nos avisaron que habría música en vivo...y ahí, ya se hizo más complicado charlar... En resumen: 1-Trato: muy profesional, cercano y amable por parte de Marina. 2- Comida: platos equilibrados y sabrosos. Raciones no demasiado abundantes en relación al precio. 3-Ambiente: cuidada iluminación y decoración. La música ambiente un poco alta para conversar en una cena en la zona de nuestra mesa (interior). Pudimos...
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