El Rincón de Fer — Restaurant in Olite/Erriberri

Muy mala atención, y educación por parte del personal. Íbamos a comer mi pareja, mi perro y yo aquí, ya que estamos de visita por el pueblo. En la puerta a punto de entrar, sale el dueño y mi pareja educacamente se dirige a él diciéndole hola, y este ni tan si quiera la mira a la cara y ni le contesta a escasos 2 palmos de ella (imposible no haberla escuchado como se dirigía a él) luego, este entra dentro y mi pareja vuelve dirigirse a él para preguntarle si podíamos pasar con nuestro perro (el cual está 100% adiestrado, y es más educado de lo que el dueño ha sido jamás) y el dueño le contesta que no, que si queremos en la calle, pues que eso hay (en la calle...en una acera que no cabiamos ni nosotros...como para caber además con un perro y encima pasando coches) a todo esto sale la camarera, y nos vuelve a repetir (como si no nos hubiéramos enterado ya) de que perros no, al final he saltado yo y les he dicho que venimos de restaurantes mejores que este y que el perro ha entrado sin problema ninguno, y ella "Pos vale, pero aquí no" me callo por educación...y ella coge y sigue y suelta "si queréis comer con el perro os vais a la plaza" (cosa que ya estábamos mirando como sentarnos en esa callecita y que cupiese como misión imposible nuestro perro, ahí ya me los ha tocado pero bien, me he levantado he cogido y con ella delante sin decirle nada nos hemos ido. Y si, nos hemos ido a la plaza donde son más educados, más serviciales y profesionales y nos hemos gastado todo lo que vosotros no os habéis llevado por mal educados, y seguramente no...

Fuimos con unos amigos a comer algo luego de visitar el palacio real. Estábamos realmente hambrientos (esto será importante más adelante )y nos topamos con el rincón de Fer. Animados por la promesa de comida de calidad a un precio asequible, decidimos entrar. Nos sentaron rápidamente y al poco ya estaban tomando nuestra orden. Algunos de mis amigos eligieron probar las hamburguesas, que no decepcionaron salvo por la cantidad poco generosa de nachos con las que se acompañaban. Pedimos además unos riquísimos pimientos al padrón y unas patatas bravas que por alguna razón llevaban como una de sus tres salsas una salsa de barbacoa y lo que creemos nosotros que es café ( en que momento bendito Fer). Yo en cambio me decanté ilusionadamente por el cachopo para dos, con la intención de compartirlo con un amigo. Tras una espera razonable, llegó nuestro cachopo. Imaginen ustedes la desesperación, la agonía, la desolación que sentimos al comprobar que el cachopo para dos tenía un tamaño que cuanto menos ponía en cuestión su nombre de “cachopo para dos”. El sabor era delicioso, pero eso, en mi opinión, agravó aún más nuestro sufrimiento, pues apenas pudimos dar tres bocados cada uno antes de que el plato quedase vacío (a la par que nuestro estómago) y nuestra conciencia, intranquila. Fer, no sé quien eres, pero me debes un...

Entramos a tomar unas sidras, y de paso nos animamos a picar unas croquetas. Antes de pedir, pregunté por los ingredientes, ya que soy alérgica a varios alimentos. Solo necesitaba saber si en algun momento se había usado Maizena, a lo que no fueron capaces de contestarme. El camarero me contestó muy amablemente, todo hay que decirlo, y con mucha sinceridad, diciéndome que la cocinera estaba de vacaciones y que la que había en ese momento no creía que fuese capaz de contestar a una pregunta tan complicada, y me ofreció la carta por si quería comer otra cosa. Lo primero, en los tiempos que corren en los que cada día hay más alergias e intolerancias, se deberían preocupar más en tener personal cualificado en la cocina, porque considero que no hice una pregunta tan difícil (harina de trigo o de maíz?). Mucha gente padecemos alergias graves, así que creo q es fundamental estar muy bien formado para este trabajo, y saber en todo momento lo que se ofrece a los clientes. Por otro lado, si no me saben decir qué llevan las croquetas....cómo me voy a atrever a comer cualquier otra cosa de la carta? Desde luego, no me atrevo a comer en un sitio en el que no me aseguren qué lleva exactamente cada plato, porque puedo acabar en el hospital. Con las mismas nos marchamos a cenar...