Por fin entramos en el centro de recepción de las Bodegas Osborne para la visita guiada programada a las 12:00, que había reservado meses antes por 14 € por persona incluida la degustación de 4 vinos de la bodega, aunque lo primero que visitamos fueron los lavabos, como debe ser. Después de unos minutos de espera a los más rezagados, y como no venían, salió a recibirnos Carla Terry Osborne, emparentada por doble linaje con los fundadores de las dinastías de comerciantes Thomass Osborne Mann (inglés) y William Terry (Irlandés) que vinieron a estas tierras atraídos por estos vinos con la intención de comerciar con ellos para venderlos en Inglaterra principalmente. La encargada de las relaciones públicas de Osborne nos llevó a la bodega principal donde maduran y descansan los vinos en toneles o barricas, que aquí llaman botas, de unos 100 litros de líquido cada uno aproximadamente. El lugar es oscuro y templado para mantener una temperatura constante de manera natural sin climatizadores artificiales. Las amplias ventanas superiores estaban cubiertas por persianas muy ligeras de tiras de madera que el viento se encargaba de azotar constantemente, incluso alguna nos asustó por el impacto tan fuerte que dio contra la pared. Estos muros aparecían como ennegrecidos pero era debido a los hongos que surgen por la humedad y por los efluvios de los vinos que suben de las botas e impregnan el aire con un toque muy especial que percibimos nada más entrar, y que contribuyen a crear el microclima que necesitan estos vinos para su maduración. La forma de crear los vinos con denominación de origen Jerez no tiene nada que ver con lo que estamos acostumbrados con los caldos tradicionales a base de crianzas y reservas según la añada y la cosecha correspondientes. Carla nos explicó que el método tradicional de trabajo es a base de “soleras y criaderas”, colocando las botas o toneles unas sobre otras en distinta altura y en horizontal, siendo las “soleras” las que están en el suelo, de ahí su nombre. Con el paso del tiempo los expertos van mezclando el vino joven de las botas superiores, las “criaderas” con las soleras donde el vino ha envejecido lentamente. Por eso no hay un año de referencia para este vino salvo que la solera sea tan antigua que si se pueda datar con exactitud, Se hace un promedio y ya está, pero en la etiqueta no verás una fecha de un año determinado. Las botas son de roble americano, que es el que se usa casi siempre para madurar el vino, no están tapadas herméticamente sino que es un simple tapón que se sujeta por su peso, incluso es bueno abrirlas de vez en cuando para que se oxigene el interior, salvo que las vayas a transportar rodando calle abajo hasta el puerto como se hacía antes, en cuyo caso si necesitan un buen tapón que cierre la bota para no perder ni una gota por el camino. Dentro del tonel es donde ocurre la magia de la fermentación del mosto en vino, ya que en el interior de la bota acostada el líquido fermenta gracias a las levaduras naturales que convierten el azúcar en alcohol, y crea una flora bacteriana que protege como un velo el proceso oxidativo del vino. Carla lo explicó muy bien con una simulación de barrica que tienen para mostrar a los visitantes. También vimos los súper toneles de vino con vejez calificada de más de 30 años, los llamados VORS, que significa en latín "Vinum Optimum Rare Signatum" (Vino Seleccionado como Óptimo y Excepcional) y coincidentes igualmente con la frase inglesa "Very Old Rare Sherry". Yo me perdí entre las botas intentando sacar unas buenas fotos con mis cámaras pero aun así pude escuchar su siguiente disertación sobre los distintos tipos de uva y el aroma que desprende en la copa, y aunque el olfato no es mi gran sentido sensorial algo pude apreciar. Luego nos mostró una caja de luz en la que introdujo dos copas de vino para ver su transparencia, y a la que llamó “Conchinchina” porque así es como le gastaban bromas a ella cuando la...
Read moreGreat marketing in the bodegas and the tour itself. The buildings are modern and well maintained - from the welcome lounge to the shop reminiscent of a fancy museum shop. The tour started late (although we were told to arrive at 9:55 for the 10:00 english tour, it was closed when we arrived and we had to wait a while) and afterwards it felt rushed. Half the visit is the Toro gallery which is all marketing and repeatedly telling how they pay for any repairs to the toros - which is normal as they are their bollboards! The guide spoke good english and the tour was informative but lacked passion or authenticity. I preferred the other tour we did with a more traditional family bodega in...
Read moreI think we were unlucky. Though the multilingual tour guide was very informative & helpful, the opposite has to be said for the obstreperous & simply rude women at reception. No attention was given to there being in our group a winemaker, 2 wine experts & a whisky producer-we were told "No, we couldn't try (& buy) 1 or 2 other wines". But we could pay an extra €40 for another tasting. And 2 minutes later we were told there was an event happening in the same space and we'd taken up too much time! Just...
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