El origen de esta fuente se halla en el concurso que se convocó en 1949 para un Monumento a la Nación Argentina en la plaza del mismo nombre. El primer premio lo obtuvo el proyecto del arquitecto Manuel Herrero Palacios y el escultor Antonio Cruz Collado (1905-1962), y consistía en una extensa fuente trilobulada en cuyo centro se levantaba un torreón de planta triangular con los tres órdenes clásicos superpuestos sobre un zócalo ataludado y ornamentado con esculturas y varios pilones superpuestos en la base, de los que sobresalían grandes delfines clásicos con las colas entrelazadas arrojando agua por la boca, que en conjunto formalizaban una propuesta algo desfasada para su momento, pero con el valor de haber utilizado hábilmente el triángulo en una plaza sin direccionalidad definida. El segundo premio fue para el arquitecto Víctor D'Ors y el escultor Moisés Huerta, y el tercero para el arquitecto Casto Fernández Shaw y el escultor Vicente Torró Simó; otorgándose sendos accésit a las propuestas del Rafael Aburto Renovales con el escultor José Luis López Sánchez, y de Juan Gómez González con el escultor Alfredo Felices; mientras que entre los proyectos seleccionados y no premiados se encontraban los de José Antonio Corrales con el escultor Mario Nosti, A. Fernández Vallespín con el escultor José Algueró, Antonio Galán con el escultor José Ortells, José Gómez Mesa, Rafael F. Huidobro, y Emilio Herrero. Sin embargo, del proyecto ganador sólo se construyó el pilón perimetral, que permaneció sin uso hasta que fue terminado en 1965 por el propio Herreo Palacios –ahora como arquitecto municipal–, pero reduciendo la idea original hasta dejar sólo la fuente trilobulada con doble taza, con un gran géiser central que se acompañó con la novedad de tres parejas diferentes de delfines saltando, modelados en bronce por el escultor Cristino Mallo, cuyo naturalismo se acentuaba por un ingenioso juego de nebulizadores que humedecían su piel, mientras otros borbotones simulaban la espuma donde entraban las cabezas y salían las colas. Al poco tiempo de ser inaugurada, la fuente se desmontó para realizar el paso subterráneo del cinturón de tráfico de las rondas, y se volvió a montar en 1969 una vez acabada esa obra. En la última restauración se modificó uno de los grupos de delfines, repitiendo otro ya existente, y se perdió el sistema de nebulizadores que mantenía brillante su superficie, y aparentaba las salpicaduras del salto, sustituido por unos surtidores parabólicos convencionales que ya no responden a la idea original. Manuel Herrero Palacios fue durante muchos años arquitecto Jefe del Departamento de Parques y Jardines y Estética Urbana, y es el autor de actuaciones de la ciudad tan conocidas como la urbanización del Paseo del Prado en 1952, la plaza de Colón y los jardines de la Hispanidad, los jardines del Cuartel de la Montaña donde se halla el Templo de Debod, o el estanque de Isabel la Católica en el paseo de...
Read moreUna amplia y hermosa fuente, que parece recoger las corrientes inmóviles de asfalto oprimido que tapizan las calles Serrano y Joaquín Costa cuando se cruzan, transformándose entonces en el idílico recreo acuático de unos delfines paralizados por la sorpresa de haber sido descubiertos danzando en pareja. Por otra parte, el ingenio sólido y líquido en el centro de la magna plaza bien podría evocar la añoranza de la población madrileña por el mar, y no solamente por la costa, que eso lo tiene cualquier ciudad costera, sino por el mar abierto, inacabable, desurbanizado y limitado por el horizonte tan circular como el perímetro de la fuente. Los delfines saltan porque no se acostumbran al somero estanque sobre el que los han situado. Una villa que lo posee todo, incluso las aguas escondidas bajo la tierra, siempre echó de menos la contemplación de la luz del sol y de la luna reflejada y temblorosa en llanuras líquidas, y así sucesivas generaciones de madrileños se han tenido que conformar con un aprendiz de río que nunca se doctorará. Por eso los aborígenes y los adoptados se hacen ilusiones cuando se topan con los estanques y fuentes que los ediles y corregidores han tenido a bien implantar en el correoso asfalto y los recios adoquines. Bien es verdad que no son los residentes del barrio del Viso en general los madrileños con menos posibilidades de navegar imponentes piélagos y disfrutar de las piruetas delfinescas, pero estoy seguro de que a estos nadadores en la abundancia no les molesta en absoluto que otros villanos resecos y resignados nos deleitemos con la visión del artificio del chorro vertical y los gráciles...
Read moreVistosa fuente con esculturas de delfines que definen este lugar. Está en la plaza de la República Argentina, que es como mejor se nombra. Un túnel la atraviesa para conectar Raimundo Fernández Villaverde y Castellana con Joaquín Costa. En superficie la calle Serrano. Como nota cultural, el restaurante de Mayte Commodore, que otorgaba en cena de gala, años antes, los famosos Premios Mayte de Teatro. Conectada con barrio de lujo en cuyos alrededores vivían (y viven) toreros, famosos y nobles. Espectáculo de luz cuando se ilumina de noche. En una de las farolas hay un pequeño homenaje con bandera y tricornio de la guardia civil:...
Read more