Es más la fama que lo que ofrecen. No tienen nada espectacular. Se comen mejores garnachas en puestos callejeros de la ciudad de México que aquí. Además el trato es prepotente. Mi mamá, una persona de la tercera edad, se adelantó para pedir mesa ya que tenía mucha hambre y la recibió un patán que, al verla sola, quiso ubicarla en una mesa en la que pegaba todo el sol de la mañana, por lo que le solicitó cambio de mesa y, de mal modo, la ubicó en una mesa interior, en la parte más alejada del local. Llegué justo en el momento en que mi mamá le dijo al mesero que esperaba a dos personas más y entonces el mesero (una persona de baja estatura), de forma majadera, pretendió sacarla del lugar, diciéndole que saliera y hasta que llegaran sus acompañantes nos iba acomodar para pedir la orden. Evidentemente no acepté y finalmente nos ubicamos por nuestra cuenta en una mesa de la terraza. Sugiero que eviten pasar este tipo de tratos abusivo y acudan a otro lugar. La comida que aquí se ofrece no vale la pena ni los malos modos con los que atienden.