No suelo dejar comentarios negativos pero la experiencia en este restaurante fue pésima. Llegamos a las 14:50 y el camarero nos dejó entrar a comer poniendo mala cara (si nos hubiesen dicho que la cocina estaba a punto de cerrar, por ejemplo, lo hubiéramos entendido). Cuando estábamos pidiendo el camarero parecía no entender nada de lo que decíamos y nos negaba cualquier plato que le decíamos (ni de carne ni de pescado), decía que no había nada de eso que solo había un plato de carne y que debía ser uno para los dos, al cual acabamos accediendo por no alargar la conversación. Esperando que esto se quedase aquí, al día siguiente nos levantamos malos del estómago y vomitando durante todo el día. Siento mucho tener que hacer esta crítica pero creo que al dar un servicio tiene que haber unos mínimos, y no todo vale por ganar dinero. (Aclaro que el problema de la atención fue solamente por parte de un camarero, era de los más mayores y aparentemente no hablaba ningún idioma que no fuera portugués, ya que no quiero englobar a todos los trabajadores).