En mi reseña voy a dar mi opinión sobre el lugar en base a mis experiencias previas y la degustación del actual menú Piedras. Para los que no tengan ganas de leer ya anticipo que mi votación no hubiera llegado a cuatro estrellas. Entiendo más adecuado 3 y media, pero Google no contempla esta opción y poner tres no haría justicia. Conozco el restaurante desde hace más de 15 años. Me sorprendió la primera vez, cuando lo elegimos al azar de entre todos los que había en la plaza. La relación calidad-precio lo definía como muy buena calidad a un precio económico. Desde ese momento, aproximadamente lo visitábamos una vez al año. Fueron muchas las temporadas en las que el buque insignia era el menú Tradición y Vanguardia. Un equilibrio perfecto, como su propio nombre indica, entre la cocina de siempre y una elaboración más moderna, sin caer -excepto en muy escasas ocasiones- en el despropósito de raciones microbióticas o extravagantes que nos servían para mofarnos al que la hubiera pedido. El precio fue subiendo año a año, cierto es que llevo algún tiempo sin ir, así, hasta toparme con el actual Callizo y su menú degustación Piedras. Lo primero que me llamó la atención fue la total remodelación del restaurante. Antes era de corte clásico, rústico. Madera y piedra. Hoy es un restaurante de vanguardia en el que la madera ha sido sustituida por moderneces en hierro negro y un envoltorio de luz y sonido en la planta inferior y una vinoteca en el centro del comedor en la planta calle. El show comienza en la planta inferior. Te reciben con un chupito de sopa fría de ajo (bueno), un vino (muy bueno) y te empiezan a hablar del restaurante, la zona y sus productos. Renglón seguido te pasan a una de las bodegas originales de la casa. El espacio central es ocupado por una mesa grande que sirve de lienzo al proyector ubicado en el techo. Empiezan las sorpresas: En la mesa hay unos candelabros, las velas... ¡Se comen! Son de queso de Radiquero, si bien, aun así son muy suaves de sabor. Sobre la mesa comienza una proyección audiovisual que es una oda al Sobrarbe. El siguiente plato es una oliva y su hueso, ambos son falsos. La oliva es líquida (explota en tu boca) y el hueso está hecho a base de mantequilla y anchoa. Por último una rodaja de chorizo y una lasca de jamón. El chorizo muy bueno, el jamón normal, además aquí vienen mis dos primeras críticas, una es que el jamón no está correctamente cortado (cosa que cobra su importancia cuando hablamos de las pretensiones del menú y el precio que le acompaña). La segunda pega la encuentro en el tema de algunas cantidades. Sí, vale, es un menú degustación, pero algunas de las raciones podían aumentar su tamaño (no pocas se prestan a eso además). Un ejemplo muy fácil el del embutido, poco supondría poner un par de trozos de cada en lugar de uno. Hasta aquí los entrantes. A continuación se sube a la planta calle, donde está el restaurante en sí. Te acompañan hasta la zona de la cocina y te deleitan una copa de cava, una ostra y a continuación caviar. Muy bueno todo. De lo que mejor recuerdo guardo tanto en calidad, presentación y sorpresa para mi paladar. El resto del menú se consume ya en la mesa. Los platos están bien en general. Todos son introducidos, aunque a veces no se escucha por el ruido del localLas raciones muy escasas en no pocas ocasiones Tiradito de trucha (sabor muy fresco estilo ceviche), ventresca glaseada (muy muy buena pero escasa), un correcto potaje pero que en sí mismo gastronómicamente no aporta mucho al menú, lomo de atún muy bueno, unas magras con tomate (muy buenas, pero magras son). Y así plato va, plato viene, algunos con más nivel que otros. Un canelón flojete, un arroz muy bueno pero arroz a fin de cuentas (es un menú de un precio muy elevado), un cordero lacado bastante mejorable... Por último el postre que lo sirven esparcido por la mesa. Esto es un detalle que busca ser innovador pero que a mí particularmente no me gustó. Es un buen menú, pero en el contexto creo que no vale los 80 euros más el vino aparte. Creo que algunas modificaciones le...
Read moreWe had a wonderful experience at the restaurant and we highly recommend you to go. We chose the Piedra Menu and we were surprised for how many delicious plates we had the chance to try. Is is not just a dinner it is a unique experience as every plate says a story. The view from the restaurant it is breathtaking , unfortunately it got dark pretty quickly and we were not able to enjoy it for long. The only constructive feedback we have is that the bread was delicious but left a lot of crumbs which got more and more on the table and it was a little bit disturbing ( if the table could be cleaned during the different set up when necessary I think it will make a difference . Also it made me a bit sad as I mentioned when I made the booking that it was a special occasion and I wanted to surprise my wife , I also reminded to the manager in charge and unfortunately nothing happened … Overall I can only say that everything else was perfect and I think it is an experience...
Read moreImprescindible en su visita al Pirineo de Huesca.
Más que bien merecidas Estrella Michelin y Sol Repsol.
Cuenta con dos menús degustación, uno largo y otro menos, nosotros probamos el “corto” (es un decir) y quedamos encantados (vean fotos y videos con el detalle por platos).
La experiencia gastronómica pasa por cuatro espacios del local:
La tienda, donde se degustan un par o tres de delikatessen de pie
Se pasa a contigua bodega, donde acompañando un excelente vino de degustan tres o cuatro aperitivos más sobre una mesa sobre la que se proyecta un audiovisual que nos habla de los productos de la tierra, el hilo conductor de toda la experiencia gastronómica.
A continuación se pasa a la barra de la cocina, donde el chef se presenta y sirve tres o quatro platos de mar (sí, también son de esa tierra pero de hace unos milones de años)
Y por último se acaba en mesa, donde el comensal decide si sigue con el menú normal o el largo.
Excelente servicio en sala, con el único pero que menciono más abajo. Servicio muy joven pero atento y profesional, multilingüe.
Local acogedor, una vieja casona en el corazón histórico de Ainsa, bien decorado, con vistas panorámicas sobre la montaña.
Tres horas y media para disfrutar de una experiencia inolvidable de cultura gastronómica local, con una relacion calidad precio (150€ por comensal sin excederse con los vinos, la carta de vinos tiene opciones de todos los precios) imbatible.
Sólo destaco dos puntos a mejorar, en mi modesto criterio :
Al llegar al local había un movimiento importante de camareros por que había servicios en marcha.
Pero nadie nos dio la bienvenida al local.
Al cabo de un rato nos indicaron que bajáramos a la planta baja indicándonos vagamente que el circuito “empezaba” allí, sin más explicaciones, y nos dejaron esperando.
Estuvimos esperando 25 minutos de pié, sin que nadie nos atendiera, ni nos ofreciera una bebida o guardar el bolso.
Y empezamos pasadas las 20.30, es decir a la hora prevista inicialmente.
La sensación de no ser atendido al llegar y no tener información (por ejemplo se empiezan a servir platos antes de saber que la primera parte del menú es fija y los opciones para acabarlo se eligen más adelante) no es propia de un local de esta categoría.
Incomprensible por que sólo pasa al principio, la atención cuando finalmente empieza la experiencia es exquisita, hasta diez personas distintas te atienden en casa etapa y cada uno de los cuatro espacios.