Pequeño restaurante de corte tradicional y comida castellana en pleno centro de la ciudad. Es uno de los mejor valorados de la ciudad y no decepciona.

Al ser muy pequeño es casi obligatorio hacer reserva. De hecho, mientras comíamos, vimos como 5 o 6 grupos de personas llegaban sin reserva y se tenían que dar media vuelta porque no había nada disponible.

El servicio es de 10. Rápido, eficiente y amigable. Nos incomodó un poco el hecho de que nos repitieran tanto la hora a la que se nos acababa la reserva. Supongo que algunos clientes no entienden que si tu mesa está reservada para tal hora, tienes que irte antes... Pero tampoco hace falta que te lo recuerden por teléfono, al entrar, al tomar comanda y al pedir más bebidas.

De entrante pedimos unas migas para compartir. Plato generoso, sabroso. Muy muy bueno. Totalmente recomendable.

De principal, el rabo de toro, también para compartir. La carne parecía mantequilla, se cortaba con el tenedor. La salsa, Intensa, con mucho sabor, te va a dejar ganas de chupar el plato. Sencillamente espectacular.

De postre pedimos la torrija caramelizada. Decir que es una maravilla es quedarse corto. Fue una de las mejores que probamos recientemente (por no decir que prácticamente en la vida). No sabemos qué tal serán los otros postres, pero esta es una de las mejores opciones sin lugar a dudas.

Con todo eso que pedimos para dos no es que saliéramos rodando pero acabamos más que satisfechos. Además, muy buena relación calidad precio. Muy contentos con la visita. Si volvemos a Guadalajara, volveremos a comer aquí.

¡Lo recomendaremos a todo el mundo!