Reseña: Tapería Las Cuadras
Ubicado en el corazón de Ponferrada, junto al majestuoso Castillo, Tapería Las Cuadras ofrece una experiencia gastronómica inigualable. Desde el momento en que entras, te envuelve un ambiente acogedor y rústico que combina a la perfección con la historia de la ciudad. Comida: La calidad de los ingredientes es evidente en cada plato. Recomiendo encarecidamente las croquetas de cecina de León, que son crujientes por fuera y cremosas por dentro, y el pulpo al ajillo, perfectamente cocido y sazonado. El solomillo de ternera es otro plato estrella, jugoso y lleno de sabor. No puedes irte sin probar el botillo con guarnición, un plato tradicional que aquí preparan a la perfección., te expongo estos platos ya que fuimos a cenar 7 personas y todos comimos platos diferentes . Servicio: El personal es excepcionalmente amable y atento. Desde el primer momento, te hacen sentir como en casa, ofreciendo recomendaciones acertadas tanto de platos como de vinos. La atención al detalle y la rapidez del servicio son dignas de mención.
Relación Calidad-Precio: Las raciones son generosas y los precios, muy razonables. La carta es amplia y variada, con opciones para todos los gustos y necesidades dietéticas. Además, con cada bebida, te ofrecen un pincho de cortesía, lo que añade un toque especial a la experiencia.
Ambiente: La decoración del lugar es encantadora, con un toque rústico que refleja la historia de Ponferrada. Tanto el interior como la terraza son espacios perfectos para disfrutar de una comida relajada. La atmósfera es siempre animada y acogedora, ideal para cualquier ocasión. Nota sobre el estacionamiento: No puedo opinar sobre el estacionamiento ya que durante todas las Fiestas de la Encina fui andando a todos los lugares de la zona de bares y restaurantes, casi no utilicé el coche
En resumen, Tapería Las Cuadras es un lugar que no puedes dejar de visitar si estás en Ponferrada. La combinación de excelente comida, servicio impecable y un ambiente encantador hacen de este restaurante una joya...
Read moreMi visita a Las Cuadras, en Ponferrada, se convirtió en una de las experiencias gastronómicas más decepcionantes que he vivido últimamente. La expectativa inicial se desvaneció en cuanto los primeros platos llegaron a la mesa, confirmando que el lugar falla en presentación, cantidad y cuidado de los detalles.
Comenzamos con unas croquetas de cecina y otras de pulpo. El aspecto era francamente desalentador: servidas como si acabaran de salir apresuradamente de la freidora, con restos visibles de aceite en el plato y una presentación impropia de un restaurante que pretende cobrar precios de nivel. El sabor, correcto sin más, dejaba la sospecha de que podían ser perfectamente industriales, pues carecían del toque casero y la cremosidad que distingue a una croqueta bien elaborada.
El revuelto de cecina fue, quizá, el punto más indignante. Una ración de dimensiones insultantemente escasas, impropia incluso de un menú infantil, y a un precio desorbitado que convierte el plato en una burla al comensal.
Prosiguió la experiencia con unos calamares a la andaluza: nueve piezas mal presentadas, acompañadas de una especie de alioli de perfil industrial y sabor anodino. En este caso, ni la ejecución ni el acompañamiento lograron salvar el conjunto, que resultó tan pobre como olvidable.
Gastronómicamente hablando, no encontré un solo punto positivo. Ni siquiera la bebida merece mención, pues la Coca-Cola que sirven es de tamaño reducido, tan mínima que no da ni para un sorbo digno.
Lo único rescatable de Las Cuadras es el entorno, agradable y bien situado, pero ese detalle, por sí solo, no justifica la visita. En un lugar donde lo importante debería ser la cocina, todo lo demás se convierte en un espejismo. Si algo queda claro tras esta experiencia, es que Ponferrada ofrece opciones muy superiores y que este establecimiento, al menos en mi visita, no estuvo a la altura de lo que cualquier comensal...
Read moreMi experiencia en el restaurante Las Cuadras en Ponferrada. Nos lo habían recomendado como un lugar donde se comía bien.
La calidad y cantidad de los platos que pedimos han sido muy normalitos para el precio que cobran, en fin, nada en especial que destacar, bueno si, las carrilleras tenían bastante pimienta y esto te genera dudas si es que se les ha caído el bote al puchero o se quiere enmascarar algo.
El trato del joven camarero que nos atendió fue inmejorable en cortesía y diligencia aunque sobre esto último hay que comentar que había solo dos mesas con comensales.
Pero ha habido dos detalles que no nos han gustado nada y por los que no creo que volviéramos a este restaurante; el primero es el incremento de 0,50 € en cada plato por comer en una mesa en plena calle transitada por vehículos a 10 cm del mantel.
La segunda es que nos ofrecieron después de tomar café si queríamos tomar un chupito de licor, que como todo el mundo se imagina y las buenas prácticas así lo dictan, hasta ahora solía ir por cortesía de la casa, pero aquí no, con la cuenta ya presentada nos dice el camarero que faltan los chupitos que son los dos cinco euros que asumimos pagar por no amargarnos la sobremesa. Nos ha dado que pensar si este detalle ha sido consecuencia de que al principio de la comida y sin haber dado un solo sorbo, se ha roto el borde de una copa de cerveza que accidentalmente fue golpeada con una aceitera y que el camarero atentamente accedió a cambiar por otra. Si esto es así, más les hubiera valido decir que teníamos que pagar la copa rota, que el detalle cicatero de los chupitos.
En fin que les vaya bien. Ah por cierto los dos euros de propina que hemos dejado son exclusivamente para...
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