Decidimos sentarnos porque, bueno, premio a los mejores torreznos, cómo no los íbamos a probar estando en Soria? Pues bueno: Sólo con preguntar si podíamos sentarnos ya parecía que estábamos molestando, dijimos que no pasaba nada, que nos íbamos si estaban muy liados, pero entonces sí que nos hicieron caso. Una de las camareras, que llevaba maquillaje excesivo para un restaurante donde luego van con uniforme, el pelo mal recogido y las uñas con la pintura descascarillada (espero que se de por aludida) nos vino a tomar nota masticando...eso hizo que al preguntarnos lo que íbamos a pedir un trozo de comida de su boca fuera a parar a mi pierna, sé que ambas nos dimos cuenta, pero no pidió perdón. Tuve que limpiarme después con una servilleta... Todo muy desagradable. También se olvidaba continuamente de lo que habíamos pedido. Nos trajo el torrezno y las bebidas después del plato principal, unas migas "pastoriles" donde prácticamente todo era pan. Lo peor fue el "solomillo de ternera de Soria" que era todo nervio y estaba incomible (23€). A todo esto hay que añadir que en las mesas de la terraza no ponían el típico cachivache que sujeta el mantel de papel, esto hacía que cada vez que había una ráfaga de viento todas las migas de pan (que te lo ponen sin preguntar y luego te lo cobran) de la mesa cayeran en los platos y vasos. También tienen que solucionar que esas mismas ráfagas no lleven la basura de la calle a las mesas, porque de repente en las mesas (y vasos/platos) nos encontrábamos con polvo y arenilla que habría en el suelo. Me da igual la excusa de que es algo externo al restaurante, en mil restaurantes tienen el mismo problema de estar en zonas concurridas y con viento y no les pasa esto. Cuando pedimos la cuenta otra camarera nos preguntó que por qué habíamos dejado tanta comida? ¿hola?. Estábamos de vacaciones y no queríamos perder el tiempo ni discutir pero espero que el restaurante lea este comentario y solucionen todos estos problemas. En resumen, casi 50 euros por UN torrezno traído a destiempo, un solomillo barato que comprarían en las sobras de las carnicerías porque ningún otro restaurante lo quiere, unas migas secas y con ciertos ingredientes inexistentes y un servicio cansado de vivir y antihigiénico. Es un atrapa-turistas por el tema del premio del torrezno pero fue, sin duda alguna, el peor sitio donde comimos de toda Castilla.