Mi experiencia de la semana pasada en Delirio fue, sin lugar a dudas, una de las mejores que he tenido. Desde el momento en que cruzamos la puerta, fuimos recibidos con una calidez y profesionalidad que marcaron la pauta de lo que sería una experiencia inolvidable. Nos invitaron a subir a la primera planta, un espacio aún más exclusivo, donde el ambiente, además de ser amplio y elegante, parecía diseñado para ofrecer una mayor intimidad y confort. La decoración es una verdadera joya: las paredes están adornadas con piezas de arte alusivas a uno de los grandes de nuestra tierra, que no solo embellecen el entorno, sino que aportan un toque de sofisticación único. Este cuidado por los detalles se extiende a la impecable limpieza del lugar, que añade una sensación de frescura y orden que es difícil de encontrar en muchos restaurantes.
El ambiente amplio y luminoso de la primera planta permitió que disfrutáramos de nuestra comida sin prisas ni agobios, en un entorno donde el buen gusto y la comodidad se dan la mano. Sin embargo, lo que realmente eleva la experiencia en Delirio es el excepcional servicio de sala, encabezado por el siempre atento Manuel. Su dedicación y profesionalidad son difíciles de encontrar. No solo fue capaz de recomendarnos platos y vinos con un conocimiento profundo del menú, sino que su trato cercano y respetuoso hizo que nos sintiéramos cuidados en todo momento. Manuel y el equipo de sala gestionaron cada detalle con precisión y amabilidad, manteniendo un equilibrio perfecto entre la eficiencia y el trato personal. Este nivel de servicio, en el que se anticipan a tus necesidades sin invadir el espacio, es verdaderamente digno de elogio y me atrevería a decir que todo el personal allí estaba altamente cualificado y se nota que han pasado por alguna escuela de formación.
Y si el servicio de sala fue impecable, lo que sucede en la cocina es simplemente una maravilla. Cada plato que salió de la cocina fue una obra maestra que reflejaba la experiencia y el saber hacer de un equipo culinario en plena armonía. Incluso pedimos adrede un plato de cada una de las opciones para poder valorar y compartir. Las elaboraciones no solo estaban perfectamente ejecutadas y presentadas con gran esmero, sino que la calidad de los ingredientes y la generosidad de las raciones mostraban una clara apuesta por ofrecer una experiencia gastronómica memorable. La rapidez del servicio fue otro punto a destacar, pues a pesar del alto nivel de exigencia y la atención a los detalles, los platos llegaban siempre a su tiempo y en su punto perfecto de cocción y calientes, cuestión que también es digna de mencionar porque no en todos los restaurantes te llega la comida bien caliente.
La combinación entre la gran experiencia de los chefs, la dedicación del personal de sala, y la impecable organización se tradujo en una sincronía que rara vez se encuentra en restaurantes de este nivel. Cada interacción, desde el servicio de bebidas hasta la llegada de los postres, fue perfectamente orquestada, y es evidente que el equipo en Delirio trabaja con una pasión y una profesionalidad que se reflejan en cada aspecto del servicio.
Delirio es mucho más que un simple restaurante por mucho que pertenezca al grupo laminero. Este sitio se sale. Es un destino donde la gastronomía de calidad, el arte en la decoración y un servicio de sala excepcional se unen para ofrecer una experiencia única e inolvidable. Si buscas un lugar donde disfrutar de una cocina exquisita en un ambiente elegante y con un servicio que realmente marca la diferencia, no dudes en visitar Delirio. Manuel y todo el equipo te harán sentir como en casa desde el primer momento y además hablo con conocimiento de causa pues los cuatro comensales que estuvimos éramos profesores de una escuela de...
Read moreLo más reseñable de la cena fue el local, decorado con mucho gusto. Pedimos papas delirio, que, al llevar chile, esperábamos que al menos tuviera regusto a picante; no fue el caso. La flor de alcachofa frita estaba buena, siendo lo más reseñable calidad-cantidad de toda la cena, y aún así. Pone que lleva palomitas y esperábamos algo más allá de que estuvieran revenidas y hubiera la friolera de TRES unidades de palomitas, TRES. Es mejor no poner nada en la carta que echar tres unidades de algo que no aportaba absolutamente nada. También los tagliatelle, que sin duda, de platos salados, fueron lo peor de la cena. Estaban insípidos, pasados y el guanciale (que en realidad era papada con muuuucha grasa) sin cocinar. Muy bien el rollete de hacerlos en la mesa, para Instagram queda maravilloso, pero comerte un trozo de papada casi sin cocinar… no es apto para cualquier estómago. También pedimos el Grabado Taurino, bien, sin más, por el precio esperábamos algo más de cantidad quizá… la carne la pedimos al punto y estaba tal cual, y muy buena de sabor. La tarta de queso, junto con las alcachofas, fueron de las pocas cosas a las que no se le podía poner demasiados peros. Estaba rica, bien de sabor y un trozo generoso, lo cierto es que no esperaba menos para el precio de la misma. El momento culmen de la cena fue cuando nos trajeron el tiramisú “deconstruido”… te traen en un plato todos los ingredientes del tiramisú (café, amareto, bizcochitos…) y te lo hacen delante tuyo; el problema es cuando, mojan (poco) el bizcocho con el café, el mascarpone es mascarpone tal cual (sin la yema como en un tiramisú) y en la segunda capa de bizcocho ni siquiera le ponen café para empapar… como concepto bien, el helado que llevaba encima, rico. Pero… es complicado que un tiramisú esté seco. Lleva poco abierto, cometer errores es más fácil de este modo, pero, la cena no cumplió ninguna expectativa para ninguno de los comensales. El servicio muy, muy agradable, se han llevado a los camareros aventajados de los otros locales; pero bastante lentos entre plato y plato. Supongo que ahí el problema...
Read moreFuimos a comer sin reserva y nos atendió una chica jovencita con gafas muy agradable. Empezaron los problemas cuando al tomarnos nota nos informó de que no tenían un plato de la carta, en concreto el codillo, aunque nos ofreció una alternativa que nos pareció bien, solomillo de cerdo con salsa roquefort. El problema sigue cuando otra camarera, entrada en años ya, nos trae los primeros, y le pedimos que nos traiga tenedores, ya que la mesa estaba incompleta. Nos mira con desprecio y nos pregunta que si no tenemos, a lo que mi marido le dice que solo “teníamos esto” (enseñándole el cuchillo). Ella con voz bastante despectiva contesta “aunque no te lo creas eso es un cuchillo”. Bastante desagradable. De primeros pedimos risotto (bastante bueno) y ensalada de pasta, que literalmente eran un puñado de lacitos cocidos, con cuatro tiras de zanahoria y dos trozos de cebolla LITERALMENTE sin aliño ni salsa ni nada. Tuvimos que pedir que nos trajeran pan, que aún que entraba en el menú, también se les había olvidado. Tras esto, la camarera desagradable nos trae los segundos y nos los trae confundidos. Sin decir ni mu ni pedir disculpas ni nada nos mira con fastidio y se lleva los platos y a los 20 minutos nos los trae correctos. Tras eso los postres, tres bolas de helado (dos de chocolate y una de vainilla) y un arroz con leche. Nos costó comer cerca de dos horas por la lentitud del servicio. La camarera jovencita no paraba y estaba a todo, la camarera desagradable o bien era nueva o bien no tenía interés de trabajar cara al público. Por un menú de 15 euros no puedes pedir una maravilla de comida, pero desde luego el servicio dejó bastante que desear....
Read more