Visité el museo el 13/10/2014. Está instalado en una hermosa casa del siglo XVI, perfectamente mantenida, en la que seguramente algunos de los hombres y mujeres negros de los que allí se cuenta la historia, han sido esclavizados. Es un museo pobre en objetos, su muestra se compone fundamentalmente de reproducciones pictóricas, maniquíes y paneles explicativos, con excepción de una única fotografía de un castigo real inflingido a un esclavo. Resulta extraño que no haya objetos recuperados cuando la ciudad entera está asentada sobre un campo con un riquísimo patrimonio cultural de épocas precoloniales y coloniales. Basta visitar el Museo del Congreso y de la Inquisición muy cerca de allí, y el museo Larco con sus varios miles de piezas para comprobarlo. No dudo que exista una intencionalidad de ocultamiento en este aspecto. Las visitas que pude presenciar con niños escolares me resultaron bastante escuetas y veloces, y utilizando algún vocabulario que no sé si esos niños comprenden. Tal vez no estuvo a la altura de mis expectativas. Pero deshaciéndome de ellas, resulta sumamente ilustrativa una visita para asomarse al menos a una etapa de nuestra historia americana que no se ha cerrado. La cultura afroperuana está en vigor y muchos de sus integrantes la están sacando a la luz.