La primera Catedral de estilo Románico, y la cual marcó varios rasgos característicos del resto de construcciones románicas de la península, especialmente de la zona del Camino de Santiago. Su nombre real es la Catedral de San Pedro, y curiosamente se empezó a construir casi a la par que la de Santiago en el último cuarto del siglo XI y por orden del rey Sancho Ramírez. Por la parte exterior engaña, parece más pequeña y que no va a ser gran cosa. Toda de piedra (actualmente, dado que en el pasado el techo fue de madera hasta un gran incendio en 1447 que obligó a replantearlo y hacerlo de piedra). Es de planta basilical, rectangular, con tres naves de cinco tramos cada una; la central es más ancha y alta que las laterales y las tres desembocan en sus respectivos ábsides semicirculares, de los que únicamente se conserva el de la nave sur. Es majestuoso entrar y mirar hacia el techo, viendo la altura con la que la crearon (para los tiempos en la que la hicieron), y fijarse en los pequeños detalles. No tan pequeño, pero igualmente espectacular es el órgano, y si tienes suerte, puedes visitarla para alguno de los conciertos que hacen, merece y mucho la pena. Como detalle curioso, en la entrada lateral, la parte exterior, se sitúa la vara Jaquesa. La vara mide 77 centímetros y su ubicación no es accidental ya que la zona comercial en aquellos años era justamente la plaza contigua a la catedral. Se usaba cuando en el mercado compraban tela o algo para medir, pedías una vara, y querías comprobar que no te habían engañado. Acudías ahí y ponías sobre la pared la materia comprada comprobando la medida (así como sus divisiones). Otro rasgo muy importante es el ajedrezado Jaqués, detalle que parece como los cuadros de un ajedrez, y que marcó gran parte de las iglesias, catedrales y otros edificios religiosos por la zona norte de la península.