La catedral de Santa María de Regla de León es un templo de culto católico, sede episcopal de la diócesis de León, España, consagrada bajo la advocación de la Virgen María. Fue el primer edificio declarado monumento en España, mediante Real Orden de 28 de agosto del año 1844 (confirmada por Real Orden el 24 de septiembre del año 1845).
Iniciada en el siglo xiii, es una de las grandes obras del estilo gótico, de influencia francesa. Conocida con el sobrenombre de Pulchra leonina, que significa «Bella Leonesa», se encuentra en pleno Camino de Santiago.
La catedral de León se conoce sobre todo por llevar al extremo la «desmaterialización» del arte gótico, es decir, la reducción de los muros a su mínima expresión para ser sustituidos por vitrales coloreados, constituyendo una de las mayores colecciones de vidrieras medievales del mundo.
Durante la reconquista cristiana, las antiguas termas romanas fueron convertidas en palacio real. En el año 916 el rey Ordoño II, que hacía pocos meses había ocupado el trono de León, venció a los árabes en la batalla de San Esteban de Gormaz. Como señal de agradecimiento a Dios por la victoria, cedió su palacio para construir la primera catedral. Bajo el episcopado de Fruminio II, el edificio fue transformado en lugar sagrado. El templo estaba custodiado y regido por monjes de la orden de San Benito, y es muy probable que su estructura fuera muy similar a la de tantos otros existentes durante la mozarabía leonesa. Siguiendo la tradición cristiana de enterrar dentro de los templos a quienes encarnaban la autoridad «venida de Dios», aquella sencilla catedral muy pronto se vio enriquecida con los restos del rey Ordoño II, fallecido en Zamora en el año 924.
Hablan las crónicas del paso de Almanzor por estas tierras a finales del siglo x, devastando la ciudad y destruyendo sus templos. No obstante, parece que los daños ocasionados en la fábrica de la catedral debieron de ser inmediatamente reparados, ya que el año 999 era coronado en ella el rey Alfonso V. Tras una sucesión de revueltas políticas y de duras empresas bélicas, hacia el año 1067 el estado de la catedral era de suma pobreza. Ello conmovería al rey Fernando I de León, quien, después de trasladar los restos de san Isidoro de Sevilla a León, «se volcó en favores a la misma». Con este rey se inició una época pacífica, cosechando grandes triunfos en la expansión del reino cristiano. Era el momento del florecimiento del arte románico.
La construcción de la tercera catedral se inicia hacia el año 1205, pero los problemas constructivos de los cimientos hicieron que pronto las obras quedaran paralizadas, y no se reemprendiera la tarea hasta el año 1255, bajo el pontificado del obispo Martín Fernández y el apoyo del rey Alfonso X de Castilla. Esta nueva catedral sería de estilo enteramente gótico.
El arquitecto de la catedral parece ser que fue el maestro Enrique, seguramente natural de Francia, que ya había trabajado anteriormente en la catedral de Burgos. Es evidente que conocía la forma arquitectónica gótica de la Isla de Francia. Falleció en el año 1277 y fue sustituido por el español Juan Pérez. En 1289 fallecía también el obispo Martín Fernández, cuando la cabecera del templo ya estaba abierta al culto. La estructura fundamental de la catedral se finaliza pronto, en 1302, abriendo el obispo Gonzalo Osorio la totalidad de la iglesia a los fieles, aunque en el siglo xiv aún se terminarían el claustro y la torre norte; la torre sur no se finalizó hasta la segunda mitad del siglo xv. Esta prontitud en el acabamiento de las obras le da una gran unidad de estilo arquitectónico.