!!! Imprescindible y espectacular!!! Hay que reservar de media con bastante antelación. Contemplar por un lado las pinturas mientras te explican in situ lo que son y comprender lo que estás admirando (por su significado y antigüedad) es algo grandioso. Por otra parte la cueva en sí, que se aprecia poco por la penumbra, es otro factor que hace de esta visita algo imborrable en la memoria de uno. El lugar es una cueva con una humedad muy alta, rondando el 90/100, lo que significa que deberías ir preparado con ropa de abrigo y no con calzado claramente inadecuado, no vas a dar un paseo por la ciudad, luego pasa lo que pasa y encima nos quejamos. No es que suela ser necesario calzar bota de monte pero en nuestro caso había llovido mucho las semanas previas y algunas zonas estaban mojadas y otras resbaladizas, así lo advirtieron y constatamos en varias zonas del recorrido. Se recrea el ambiente con poca luz por no decir casi inexistente por dos razones; la primera por dar una idea lo más fidedigna posible a cómo vivían aquellas personas en la prehistoria. La segunda porque la luz favorece el desarrollo de organismos que estropean el hábitat y por ende las pinturas. Dentro no se pueden sacar fotos, vídeos ni encender luces. Eso es lo que hay y así son las normas, nadie engaña a nadie, es un lugar declarado PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD, con lo que huelga dar más explicaciones al respecto. Hay aparcamiento más que suficiente para las 15 personas que pueden entrar de cada vez unos 100 metros más allá, en el Centro de Interpretación de la cueva, que se puede comprar conjuntamente o por separado pero que es muy interesante, te pone en antecedentes de todo y que tiene tienda, cafetería y aseos. El guía Santiago se deshizo en explicaciones, las que él aporta de por sí y las que le requerimos los allí presentes. Gracias por el lujo de preservar y mostrar explicando tan bien un tesoro así.