Lo conozco, seguro, desde que tenía cinco años. Soy nacido en 1941 y si paso octubre del año actual, habré cumplido 78. Por lo tanto llevo 73 años conociendo el Monasterio y todo su entorno.
1946 y los sucesivos años de aquella larguísima posguerra, no fueron los mejores para aquellos niños y niñas que más tarde se convertirían en excelentes mujeres amas de casa y unos excepcionales trabajadores los hombres. Fueron gentes buenas a la vez que duras y resistentes y lucharon,con su esfuerzo, por una España mejor.
Fueron protectores de una mejor vida para sus mayores, que además los respetaban y querían en extremo y fueron capaces de sacar adelante, y con éxito, a su descendencia. Aún quedamos unos cuantos y unas cuantas.
Pero yendo al fondo, he de decir que, por aquellos años, El Monasterio de Santa María del Parral, disponía de una excelente y cuidada huerta, que cuidaban parte de los integrantes del cenobio, bajo el consejo y labores, de el Sr. Paco, el cual, junto con su mujer e hijos, vivía a continuación del puente de La Moneda, a izquierda, en el sentido de subida al Monasterio que disponía, por aquellos años, de unos cuarenta frailes. Los chavales del barrio de San Esteban de aquellos días, bajabameos al río por diversión, a bañarnos, a la vez que aprendimos a nadar y a pescar. Cuando salíamos del baño, el apetito acudía y nuestros estómagos reclamaban alimento, por lo que no era extraño que entraramos en alguna huerta circundante y diéramos el correspondiente "baque" para alimentarnos y reponer fuerzas. Entre ellas, como no, la del Monasterio del Parral. ¡Que lechugas rizadas tan excelentes hasta finales de junio!, ¡Que racimos de uvas de sus maravillosas parras a partir de finales de agosto! Para peras, ciruelas, manzanas, avellanas y nueces, las huertas pertenecientes entonces a la Fábrica de La Moneda que producía harina. Para membrillos, los del Sr. Paco, en cual también disponía de una estupenda Parra; brevas u más lechugas, en la del tío Rufo, melones y sandías, arriba, en la lastra. Y un largo etcétera. La pesca la hacíamos con corcho y a mano. De caña utilizabamos un palo cortado no demasiado lejos, más dos o tres metros de bramante, uno de sedal, unos plomos y el corcho, todo ello adquirido por unas pocas perras, en Caza y Pesca, comercio de la Plaza Mayor. De cebo, lombrices de la Hontanilla o casquillos de la Fábrica de Borra. Si la hacíamos a mano se cogían bien detrás de la fábrica de Borra, o a la salud del caz de la Fábrica de la Moneda, cuando le habrían y poniendo un saco en la salida. Si la pesca resultaba abundante, la vendiamos a los restaurantes del centro urbano de Segovia. Por aquellos años, resultaba fácil entrar al Parral escalando el derrumbe, -entonces existente-, de uno de sus claustros, creo recordar que el la la Hospedería. Poco a poco, muy lentamente, pues por aquellos tiempos no existía el empuje del turismo, todo ello se fue reconstruyendo, los monjes montaron su estupenda carpintería e incluso elevaron una nave para almacenar la madera que empleaban. Con el desarrollo, también lentamente, poco a poco, fueron faltando las vocaciones y nos encontramos, en el momento actual, que el Monasterio tiene un gran éxito de asistencia de personal a sus actos litúrgicos, que son seguidos con gran devoción, nunca he visto a lo largo de mi vida, tanta afluencia, pero faltan monjes. La pregunta que nos hacemos muchísimos segovianos, es ¿que va a ocurrir? , ¿hay alguna alternativa?,¿en qué forma se puede ayudar a que ocurra lo mejor recuperándose un número...
Read moreEl monasterio del Parral es uno de los pocos monasterios en España en el que todavía residen monjes de la Orden de los Jerónimos en régimen de clausura y silencio. Se encuentra extramuros en el paraje de la Alameda del Parral, a orillas del río Eresma. La construcción del monasterio se remonta a mediados del siglo XV por mandato de Enrique IV, hermanastro de Isabel la Católica. Se trata de un conjunto de edificaciones distribuidas en torno a varios claustros y una iglesia en la que podemos ver un magnífico retablo mayor. Durante la Guerra de la Independencia, el monasterio fue saqueado por las tropas francesas y tras la desamortización de Mendizábal en 1836 fue abandonado y saqueado durante años. En 1914 fue declarado Monumento Nacional, lo que produjo el comienzo de la rehabilitación de los edificios y que éstos fueran ocupados nuevamente por los monjes de la orden Jerónima. La fachada de la iglesia, con un aspecto muy sobrio, está inacabada, destacando únicamente dos grandes escudos de los marqueses de Villena y con una única torre campanario renacentista en el lado derecho. La portada tiene dos puertas divididas por un parteluz sin adornos y sobre ella un tímpano también sin adornos. La iglesia tiene una nave única con capillas laterales, siguiendo el modelo estructural de las iglesias jerónimas. El coro se encuentra justo encima de la entrada sostenido por un gran arco carpanel y con bóveda de crucería. En la cabecera poligonal de la iglesia se halla el Altar Mayor en el que destaca el retablo mayor de estilo renacentista, realizado en madera policromada y consagrado a la Virgen María. A los lados del Altar Mayor se emplazan los sepulcros en alabastro blanco de Juan Pacheco y su esposa, marqueses de Villena, y de su hija. El púlpito ubicado junto al crucero es de finales del siglo XV. Está adornado con una representación de tres de las Virtudes Cardinales. El monasterio funciona, también, como hospedería, sólo para hombres, con una estancia de tres a siete días, y en el que, por supuesto, tienes que respetar una serie de normas. Muy cerca se encuentra la Casa de la Moneda, la cual recomiendo visitar también, y en la que hay un pequeño aparcamiento donde se puede dejar el coche. El monasterio está abierto de miércoles a domingo. Se realiza mediante una visita guiada por un seglar, dos veces al día, a las 11 y a las 17 horas. La visita dura alrededor de una hora y esta persona explica muy bien la historia y los aspectos artísticos del monasterio. La visita es gratuita, aunque piden, únicamente, la voluntad para el mantenimiento del monasterio. Visita obligada en Segovia que no te puedes perder… y encima con un...
Read moreEsre monasterio al otro lado del río Eresma se puede acceder bien en coche entrando por la plaza del acueducto y rodeando la muralla de Segovia.
O bien andando desde el mirador del alcázar, tomando la bajada hacia el río a pocos metros se puede acceder por una escalinata a modo de atajo que baja al río.
He de reconocer que he estado muchas veces en Segovia y nunca lo he visitado pero es muy recomendable.
En el, residen los últimos montes jerónimos que quedan en todo el planeta. La visita es gratuita. Su horario en fin de semana es de dos visitas, una a las 11 de la mañana y otra a las 17 de la tarde.
También hay una misa los domingos a las 12 en la que los monjes cantan en Gregoriano y es muy bonito verlo.
Esta habilitado también como hospedería masculina para todo aquel que lo desee solicitándolo por correo electrónico.
El recorrido se hace de la mano de Eugenio, el guía y encargado de las llaves del monasterio que lo explica muy bien todo.
Primero la visita a la iglesia, muy bien conservada y restaurada.
Con un conjunto renacentista magnífico y un retablo en el altar maravilloso. El conjunto más valioso de toda la provincia de Segovia.
Luego se visita el claustro y la alberca del monasterio desde donde se pueden ver unas vistas de Segovia increíbles.
También se puede beber del agua que sale directa del manantial en una fuente en el claustro y que Eugenio anima a...
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