Hay un camarero alto, muy joven y delgado que no sabe tratar al cliente; intentó engañarnos con el precio de un bocadillo y marcar dos euros más, a pesar del precio público de la carta y cobrarnos una ración completa de alitas de pollo cuando solo había puesto media. Nos espetó que "no queríamos pagas dos euros más" y le dijimos que el problema es que hay que respetar los precios públicos de la carta y atenerse a lo que se sirve (como la media ración se quedó corta y nos la puso a pesar de haber pedido una completa, tuvimos que comprar aparte otra ración, con lo que gastamos mucho más: con la ración completa que habíamos pedido hubiera sido suficiente). Llamó al jefe y tuvo que cobrarnos lo que aparecía en la carta, y lo que nos hanían servido, claro, pero -desde entonces- pone bocadillos sin salsas o sin lechugas y mira perdonando la vida. Con la de posibilidades que hay, no volveremos. Es tan importante el cuidado del producto como saber trabajar con los clientes; este joven no sabe y supongo que muy pronto se darán cuenta. De momento, no merece la pena ir; hay que saber tratar tanto el producto como al cliente. Desastroso.