Well I read the raving reviews so I decided to try, all I can say about this place: Pretentious tourist trap which is way overrated on Google reviews, rather suspiciously. In terms of value for money it's not bad. We had the 19 euro menu which included a good salad of watermelon and feta cheese. The main dishes were rather disappointing, their cheesecake for dessert was good, but the chocolate mousse wasn't. But what really got this place down was its head waiter: A slim vain guy who was busy admiring himself via Instagram and Facebook and only as an afterthought was looking after the customers. He was irritated when a table next to us asked him some questions about the food; he didn't even look at them and made sure his face showed his displeasure that they managed to distract him for a second from his posts on Instagram... He was also speaking rudely to the other staff who looked demoralised. There are far better and more authentic restaurants in this beautful town. I wouldn't...
Read moreUnfortunately we never got to taste the food because the waiter was not only impatient when it came to translating but clearly was not happy to service us. When attempting to order the tasting menu I was informed that my friend, who is a vegetarian, must order it as well. We tried to explain that she won’t order something she will not eat and that their “policy” makes absolutely no sense! I asked to speak to the owner and this disrespectful waiter told me straight out that he doesn’t know who the owner is! I approached a different employee and asked who the manager is. She spoke no English but understood the word boss and pointed to herself. I asked our waiter to explain the situation to his manager and he walked away in a huff. She repeated multiple times that she spoke no English and without an attempt to understand or solve the problem dismissed us. What kind of establishment...
Read moreEl lugar bonito, cuidado. Hace muchos muchos años comía ahí, cuando era un modesto lugar de comidas bajo el hostal el gallo, en el que me aloje en varias ocasiones. Reservamos hace una semana mi pareja y yo. Y además nos han recomendado ir desde el hotel Doña Blanca en el que nos alojamos. Al llegar nos asignan una mesa. Está está justo a la salida de la cocina. Huele a comida y además se ve parte de la antecocina, con cajas de bebidas en el suelo, utensilios y propios de la restauración y trasiego de personal. Se quedan libres mesas al fondo, a la izquierda, una de cuatro y otra de dos. Por la horas no van a acudir más comensales. Le pedimos a la sonriente encargada si puede cambiarnos de mesa por lo motivos aludidos. Nos dice que no. Que lo siente pero que no puede. Que eso le obligaría a tener que montar una mesa. Observo que mi mesa y idas tiene un hule negro de plástico que recorre la zona central de la mesa, un plato, un vaso, dis cubiertos y una vaso. Comprendo lo arduo de tan exigente tarea y decido callar (es ironía). Los olores que salen de la cocina y las vistas van a condicionar mi experiencia gastronómica, sin duda. Las mesas, vacías, seguirán así hasta mi salida del local. La chica que nos atendió, en mi opinión, pensó en ella, y noem nosotros. Luego un entrecot, de buena materia prima servido loncheado sobre una bandeja de frío cristal, que absorbió en segundos el calor de la carne acabo frustrando la experiencia. Para postre, cuando quedábamos pocos comensales a amable chica que nos atendió desapareció después de despedir y halagar a lo que parecían asiduos clientes. Y un camarero empezó a limpiar las mesas que habían quedado sin clientes. No digo recoger discretamente. Digo limpiar: con una botella con difusor con el que rociaba todas las mesas una tras otra dejándolas impregnadas de un producto que olía bastante y que frustró el deleite del postre y el café. Mientras limpiaba con paños de cocina unas mesas dejaba apoyada sobre distintas sillas paños de limpieza de distintos y llamativos colores y la botella con el dichoso producto de limpieza. Entendimos bien el mensaje. Nos invitaban a salir y nos fuimos. Y otros clientes que abandonamos a la vez el local nos miramos con una mirada cómplice. Una pena. Una menhir sensibilidad hacia nuestra petición y cuidar esos detalles habrían cambiado nuestra experiencia. Como dijo la chica..."yo no puedo hacer nada....
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