Reservamos mesa para seis personas un jueves pre-festivo a las 22:30 a través de la web. Poco después intentaron llamarnos, pero al estar comunicando no pude atender. Al devolver la llamada varias veces, solo respondía una centralita automática sin opción de hablar con el restaurante. Un sistema de atención deficiente que ya genera desconfianza.
Llegamos sobre las 22:10, ya que el centro comercial estaba cerrando. Allí nos informaron de que solo había mesa en la terraza, algo que supuestamente habían intentado comunicar por teléfono. Dijeron haberlo anotado en la reserva, pero en el correo de confirmación no aparecía nada. Aun así, aceptamos. Nos pidieron esperar unos minutos mientras preparaban la mesa, pero pasadas las 22:30 nadie salió a atendernos. Finalmente, cogimos las sillas y mesas por nuestra cuenta y nos sentamos.
Tardaron más de 15 minutos en acercarse a confirmar la reserva y traernos la carta. Otros 10 minutos más tarde nos tomaron nota, aunque el local ya estaba prácticamente vacío. Pedimos todo de una vez para evitar más demoras. Las bebidas llegaron 10 minutos después, aún sin platos ni cubiertos. Nos trajeron las plantas eléctricas decorativas, pero no el pan de gamba picante que suele acompañarlas. Al grupo de cuatro que llegó después, la jefa de sala sí se lo sirvió personalmente. Esto reforzó la sensación de trato desigual.
Fuera hacía frío y pedimos varias veces pasar al interior, donde había mesas libres. Primero nos dijeron que estaban reservadas, pero en la web ya no era posible hacer reservas a esa hora. Luego aclararon que no era por reservas, sino porque estaban recogiendo. Intentamos empatizar, pero la respuesta fue poco comprensiva.
Tras las bebidas, pasaron 30 minutos hasta que llegó el primer entrante, sin cubiertos. Al pedirlos, nos dijeron que “estaban lavándose”, pese a que había mesas vacías ya montadas. Mientras tanto, el otro grupo ya tenía todo servido. Nuestros entrantes —Shangai Xiao Long Bao y K-Nelon Chiang Mai— estaban muy buenos, y pedimos dos unidades extra de cada uno para repartir entre los seis (cobradas aparte). Aun así, los principales se hicieron esperar. Trajeron cuatro, y los dos restantes mucho después.
Uno de ellos, un curry massaman con pollo, llegó… sin pollo. Tardaron bastante en corregirlo, como si tuvieran que prepararlo desde cero. Para entonces eran casi las doce de la noche.
Ya habiendo terminado los principales, el camarero nos ofreció la carta de postres. Aceptamos, pero pasó bastante tiempo hasta que volvió a la mesa, y nos preguntó sorprendido si aún no nos la habían traído. En ese momento solo quedaban dos mesas ocupadas, y ya estaban apagando las luces dentro. Finalmente, fue el propio camarero quien nos ofreció traer la cuenta. Aceptamos, pagamos y nos fuimos.
Esta fue mi segunda vez en Kamado. La primera, con mi familia, fue excelente, y por eso decidí volver, esta vez con mis primos. La comida sigue siendo buena, pero el servicio fue decepcionante. Trato distante, mala coordinación y una jefa de sala que ni retomó el contacto tras la llamada perdida ni mostró interés alguno en mejorar la experiencia.
Estuve a punto de solicitar una hoja de reclamaciones, pero traté de empatizar por el cierre y la carga del turno. Aun así, esa no es manera de tratar a los clientes.
No sé si volveré a Kamado. Lo que tengo claro es que al de X-Madrid, no volveré. No recomiendo este local para grupos de más de cuatro personas que quieran cenar con tranquilidad y un mínimo...
Read moreLlevaba un año queriendo visitar este sitio, y esta semana he tenido la suerte de visitarlo por partida doble.
El primer día, tuvimos una atención excepcional y quiero agradecer a cada uno de los camareros que nos aconsejaron y nos trataron genial, durante toda la cena.
En el segundo día, si que se notó algo más de prisa por parte del equipo (posiblemente derivado por ser un viernes noche) y estuvimos un tanto incómodos, sabiendo que nos querían recoger los platos prácticamente sin haberlos acabado. Esto sería comprensible en el caso de tener mesas pendientes, pero sabiendo que el restaurante estaba con mesas libres y sin nadie en espera, nos sorprendió. Aún así, hubo un malentendido con la cuenta, que aunque tardaron bastante en solucionar, lo arreglaron correctamente y con toda la amabilidad del mundo.
En el plano de la comida, he de decir que quedé encantado con casi cada uno de los platos que probé.
El primer día probamos los Tsin Kao de pato y boletus los cuales estaban brutales. De hecho al ser el primer plato que llega, tienes reciente la sensación de la flor eléctrica que te dan como potenciador de sabor, por lo que la explosión de sabor en tu boca es brutal.
Después pedimos las costillas al Kamado y el arroz con pollo a la naranja (plato que nos recomendó uno de los camareros). Las costillas estaban increíbles, de verdad que merece la pena ir a este sitio solo por probarlas. Su sabor a ahumado era brutal, y vienen además con un tarrito de salsa (barbacoa creo) y unos cuantos panes bao.
El arroz estaba bueno, aunque fue lo menos sorprendente que probé en los dos días. No lo vi nada excesivamente especial, aunque al parecer ya no está en la carta, por lo que no se si lo habrán quitado.
No se me olvida mencionar, que la tarta de queso está espectacular también y es muy recomendable pedirla, porque es de esas cremosas con la punta casi deshecha.
El segundo día probamos el arroz Delicious, que tenía un sabor a setas impresionante y estaba muy rico.
También pedimos el curry Massaman que es bastante buen plato, poco picantito pero contundente.
Y por último, la estrella de lo que llevo probado en el sitio, que es el pato. Puedo decir, sin riesgo a equivocarme que es el mejor pato que haya probado nunca. La textura, el sabor, el toque ahumado, la presentación con la salsita y las tortitas para hacerte tu propio taco... Todo en si, es un 10 de plato.
De hecho, viendo el nivel del pato y las costillas, no me extraña que el nombre del local sea Kamado, porque en mi opinión los platos hechos en él son los destacados del sitio.
Para finalizar, pedimos unos cócteles, el Chili y el Kamado Passion y ambos estaban muy ricos, y venía bastante cantidad y bien presentados.
Eso sí, no hagáis como yo y mordáis el chile justo después de tomaros la flor eléctrica, que acabé llorando del picante. 😅
En resumen, tengo ya ganas de volver para seguir probando el resto de platos, porque ambas visitas merecieron...
Read moreEl pasado domingo estuvimos en Isla Azul para comer una vez más en este restaurante. Esta vez con invitados. Eran las 14h y aún estaban pocas mesas ocupadas. Como de costumbre buen recibimiento, temperatura y ambiente. Local encantador. Compartimos platos diversos disfrutando como en otras ocasiones. No todo fue bien, varias cosas fueron negativas e imperdonables. Fue inexplicable, viendo la gran cantidad de personal, el movimiento en la cocina, las ganas y el buen trato al cliente de todos los camareros. Pedimos por primera vez dos platos de Yakitori, que fueron servidos en unos hornillos muy llamativos y muy orientales con su rejilla metálica encima. Pero todas las brochetas estaban a temperatura ambiente (no tibias). Todos las probamos y lo comentamos a un camarero, hubo algo de sorpresa peero ninguna iniciativa. Posteriormente a dos empleados más les comentamos esto con respuesta nula aunque si hubo un siento que… La carne macerada y asada tenía un sabor que prometía pero fría no sirve de nada. Nos preguntamos si esos hornillos tienen solo función decorativa (lo que es provocador: hornillo que genera frío?), ¿Es un elemento de atrezo para dar volumen a la brocheta?, ¿no estaban operativos?, ¿Faltó algo que intuimos que debería haber en los hornillos?. ¿Por qué no se sirvieron en el momento de salir de la cocina?. Con los tés, al final, también hubo descuido, después de una espera algo mayor de lo normal, oímos una voz que dijo «¡Esos tés!», entonces llegaron, también con unos grados menos de los que debería ser (a pesar de las teteras de fundición). Hay detalles que hacen incomoda una comida: 2 postres a compartir 4 con solo 2 cucharillas, 3 tés sin cucharillas. Entendemos las razones que puede haber para haber reducido el tamaño de las raciones en el contexto que vivimos, pero hay cosa básicas en restauración que es barato evitar que fallen. En la «crisis» del barniz pegajoso en la mesas (¡vaya barnizador!) hicimos un paréntesis, creo que ahora será más largo. Mis invitados alabaron el diseño de los menús, por su equilibrio y originalidad, pero no salieron muy contentos. Pensaran que exagero en mis comentarios pero echar a perder un plato hecho en Kamado en un sitio llamado de igual modo así ha sido una pena. Espero...
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