For being an all you can eat buffet , the food was fantastic. High quality sushi and seafood. Has an indoor playground where kids can play while you eat. If you want to enjoy this, make sure you call ahead and ask for a table close to play place so you can keep an eye on the kiddos . Buffet does not include alcoholic beverages. The one downside to the experience was that we went in a group and was not told we couldn’t split the bill at the end of the meal. It was a group of 18 and we all had cards to pay with. They told us the “system doesn’t allow” them to split bill. Fortunately we spoke to a manager that allowed me to do the math on everyone’s bill manually and then charged individually. In 2025 I don’t think these systems should be limited to dividing up the bill, sounds outdated. Second drying that was kind of a bother is that only the servers could get the drinks from fountain, so you had to wait for them for everything and with how busy it was it could take a while before you see them again. Outside of that , the play place was amazing and combined with great food we had an overall great experience. Would recommend to parents with kids . (Play place is not for infants) I’d say...
Read moreEn el corazón de una ciudad que, como un tapiz bordado de historia y rumores, abriga entre sus calles susurros de antaño y aromas del porvenir, se erige un santuario del buen gusto y la excelencia culinaria: el Buffet Colonial. Lugar no meramente de sustento, sino de revelación, de sinfonías sensoriales y memorias futuras aún por engendrar. Entrar en sus dominios es cruzar un umbral invisible, un pasaje entre la grisura del mundo y el esplendor de lo bien hecho, donde la opulencia se encuentra con la mesura, y la tradición se da la mano con el refinamiento.
Nada en el Colonial es producto del azar: cada detalle, cada silla colocada con intención, cada mantel que cae como cascada de lino, cada fuente rebosante de manjares parece haber sido dispuesto por una inteligencia amable, casi arcangélica. La disposición de los platos recuerda a un jardín francés, donde la geometría del sabor encuentra su reflejo en la simetría del cuidado. Las ensaladas, verdes como esmeraldas sumergidas en rocío, se inclinan con humildad ante los guisos cremosos que, como odas barrocas, susurran a la lengua palabras ancestrales. El marisco reposa en lechos de hielo como sirenas dormidas; las carnes, de ternura tal que rozan lo poético, se presentan con solemnidad, cual ofrendas paganas al dios del paladar.
Pero sería crimen de lesa elegancia omitir lo que en verdad eleva la experiencia hasta los picos nevados del recuerdo imborrable: la camarera Cristina. He aquí no una simple servidora, sino una sacerdotisa del detalle, una musa de la atención, un ruiseñor vestido de humanidad. Su presencia no impone, mas transforma; su sonrisa, cálida como un hogar al que se regresa tras la tormenta, ofrece consuelo incluso antes de haber pronunciado palabra. En ella la cortesía no es protocolo, sino lenguaje natural; su voz, trémula como el susurro de las hojas en la brisa, modula cada sílaba como si en cada una residiera el alma del Colonial.
Cristina no atiende: orquesta. Percibe sin mirar, responde sin ser llamada, anticipa deseos que el comensal aún no ha formulado. Sus movimientos, coreografiados como un ballet invisible, dibujan en el aire una geometría de eficacia y calidez. Es, sin duda, la encarnación de ese arte antiguo que hoy parece perdido: la hospitalidad elevada a virtud. En sus gestos habita una cortesía que no nace de la obligación, sino de la empatía; una generosidad que recuerda a los cuentos de hadas donde los humildes obran milagros con solo sonreír.
El Buffet Colonial, entonces, no es un mero restaurante: es un poema comestible, una elegía al esmero, un espacio donde el tiempo se vuelve seda y el presente, panal. Cada comensal, al salir, lleva consigo no solo el regusto de lo excelso, sino también una gratitud que no se puede poner en palabras sin sentir que se traiciona su profundidad. Y en el centro de este engranaje impecable, como el corazón que impulsa sangre a cada rincón, late la vocación de Cristina, sin la cual la sinfonía perdería su nota más pura.
A quien aún no haya cruzado el umbral del Colonial, le digo: id. No por hambre, sino por belleza; no por rutina, sino por revelación. Y cuando al fin os topéis con Cristina, sabréis que hay personas cuya amabilidad, por sí sola, justifica la existencia de...
Read moreThe buffet wasn't as bad as people are saying in the reviews. Yes, I agree that the sushi looked "original" but they didn't taste like it at all. Something was weird with the rice. But, apart from sushi, everything was pretty nice. They had different types of pasta, pizza, Asian food (like yakisoba and arroz 3 delicias) but the best thing that I liked was the seafood section. They had a lot of choices, and everything tastes pretty good. When it comes to the visual look of the restaurant, I would say that it's pretty nice. At the beginning the place looked very small but oh god how wrong was I. Everything looked basic, nothing special or original in the decoration, but neither it looked boring or old. Out of 10, I would give it a solid 7.8. Not bad, but...
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