Empiezo por lo bueno: el servicio de los camareros, la calidad del producto (pulpo y tomate rosa exquisito) y la tarta de queso, la cual no viene incluida en el menú (algo que en mi opinión, deberían especificar). Puntos negativos: Empezamos por la absurdez de que habiendo varios camareros, solo tome nota una persona. Una tal Karen a la que estuvimos esperando una hora de reloj. También a destacar la rigidez del menú, no hay opciones vegetarianas o veganas, pero tampoco hay opción de pescado, si no te gusta o no quieres carne. Y me parece a destacar, teniendo en cuenta el precio del menú, que es bastante elevado (35 euros que suele acabar en 40, porque no incluye bebidas), en parte acordé a la calidad del producto, pero sin embargo los postres dejan mucho que desear... Arroz con leche totalmente aguado, y el resto muy sin más. El único que se salva es la tarta de queso, que está bastante buena, y nos la sirvieron finalmente tras insistir mucho, aunque no está incluida en el menú. Como conclusión, no desaconsejaria el sitio, los camareros son muy amables y ofrecen un buen servicio y la calidad de la comida es buena. Pero en Huesca existen muchas otras opciones para cenar y comer que están a años luz en calidad-precio.