En nuestro último día de vacaciones en Cala Millor decidimos ir a la Chiacchiere animados por la buenas críticas. Hicimos una reserva a las 8:15 PM. Llegamos puntuales y el restaurante ya estaba bastante lleno. Después de unos 20 minutos de espera nos tomaron la orden. 1 minuto depués oimos al dueño del restaurante gritando de muy malas formas en la cocina, pero no lo dimos mucha importancia. Al cabo de 1 hora salieron los entrantes que habíamos pedido para compartir: una provoleta, una ensalada de burrata y unas gambas con salsa de tomate (ninguno de estos platos lleva más de 5 minutos de preparación) . La espera de los primeros nos pareció y muy larga, pero confiamos en que la cosa mejoraría, incluso el dueño se acercó para bromear sobre el tiempo de espera y nos dijo que por eso él no iba a restaurantes en temporada alta. La verdadera pesadilla empezó cuando 2 horas después de llegar al restaurante seguiamos esperando los segundos. Cuando reclamamos al dueño, este lejos de disculparse, empezó a decirnos que todos los comensales habiamos llegado a la vez y que se cocinaba todo desde cero y que no podían hacer más. Luego les pedimos que cancelaran el plato de mi suegra puesto que no puede cenar tarde y nos dijeron que eso se lo teníamos que haber advertido con antelación. Después de unos 5 minutos más de espera por fin salieron los segundos. Mis hijos habían pedido pasta al pesto y ya no tenían hambre por lo que se llevaron los platos hasta arriba. Por supuesto, ninguno de nosotros teníamos ya bebidas en la mesa después de 2 horas y pico de espera. Aunque a los dueños todos esto no les parecía importar demasiado y seguían intentando disculparse y excusarse en que no había sído un día normal. Entendemos que a lo mejor fué un dia excepcional, pero la mala sensación que nos llevamos fue por la pésima gestión de "la crisis", principalmente por: No ser capaces de avisarnos del colapso de la cocina. Excusarse en que todo el mundo llegó al mismo tiempo, en vez de reconocer que no supieron gestionarlo No ser capaces de disculparse honestamente. No ser capaces de compensarnos de ninguna manera, ni ofreciendo alguna ronda de bebidas o haciendo algún descuento en la cuenta final o teniendo algún tipo de detalle, para suavizar las cosas. Ser incapaces de entender que cuando alguién va a un restuarante no va exclusivamente a comer y beber, si no que va a disfrutrar de la experiencia y que una espera de más de 2 horas seguida de una discusión sobre el porqué de la tardanza no hace que la experiencia sea positiva.
Sobre la calidad de la comida, no estoy en la disposición de opinar puesto que posiblemente la crítica no sería muy justa dadas las circunstanias. Pagamos 122 € por un mal rato y un mal trato, creo que con esto...
Read moreLe Chiacchiere — where food turns into a love story From the moment we stepped into Le Chiacchiere, we knew we’d found something special. The atmosphere feels like a warm embrace — cozy, unpretentious, and full of soul. It’s the kind of place where conversation flows easily and every plate tells a story.
We were genuinely impressed by the attention to detail — from the delicate seasoning of the handmade pasta to the generous, balanced flavors in every dish. You can feel the love and pride in the kitchen. The wine list is small but carefully selected, and the staff are happy to recommend the perfect pairing.
It’s not just a meal here — it’s an experience that lingers. Whether you’re with someone you love or simply in love with good food, Le Chiacchiere wraps you in that rare Italian magic. We left smiling, satisfied, and already planning...
Read moreDieses Lokal wurde als Geheimtipp abseits der Strandpromenade angepriesen, hat die Erwartungen jedoch nur teilweise erfüllt: Inhaber und Kellner stellten sich als gute Gastgeber in mindestens vier! Sprachen heraus. Die ausliegende Speisekarte wies sehr viele Gerichte auf, was sich jedoch später als belanglos erweisen sollte. Der Chef spulte ein Ritual ab, in dem er von einer Liste in der jeweiligen Landessprache vorlas, was alles NICHT auf der Karte sei. Spätestens nach der fünften Position hatte man die ersten drei vergessen. Nachdem er gefühlte zwanzig Vorspeisen und Hauptgerichte genannt hatte, saßen wir nach der Aufforderung "Denken Sie in Ruhe nach" etwas ratlos da. Wir folgten den Empfehlungen und bestellten:
Burrata (innen weicher Mozzarella) mit Salat und rohem Schinken (Parma oder Serrano - bin unsicher).
Pizza mit Walnüssen und Birne
Entenbrust mit Kartoffelecken und Gemüsebeilage
Beginnen wir mit dem Positiven: Nicht nur die Burrata-Vorspeise war hervorragend mit Dressing abgeschmeckt, sondern auch die gratis gereichten Brötchen mit der Aioli waren lecker.
Bei den Hauptgängen wurde es leider enttäuschend. Die Entenbrust war deutlich übergart, hatte keine knusprige Haut und schmeckte ungewürzt. Ich habe mir tatsächlich einen Salzstreuer nachbestellt, jedoch konnte dieser die zähe Konsistenz der Entenbrust nicht heilen. Die Soße gelierte nach kurzer Zeit und schmeckte sehr nach Convenience Zutaten. Ich kann es natürlich nicht beschwören, aber frische Kräuter und ein Soßenansatz mit Rotweinreduktion wurden hier m.E. nicht verwendet.
Die Pizza war grundsätzlich okay, jedoch war der Rand null aufgegangen, so dass wir uns auch hier gefragt haben, ob es sich um einen Convenience Teig handelte.
Alles in allem wirkte der Laden so, als wäre hier mal früher mit Leidenschaft gekocht worden, aber aus irgendeinem Grund ist diese gute Seele verloren gegangen. Dies zeigte sich auch bei mangelnder Deko, Löchern in der Tischdecke und einem Salzstreuer, der in dem letzten halben Jahr nie abgewischt wurde.
Falls die Inhaber dies lesen, bitte besinnt Euch wieder auf richtige italienische Küche, dann kommen wir gerne...
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