Sal & Salsa — Restaurant in Valladolid

Empecemos por lo bueno, el trato es bastante agradable, y al pagar te regalan un vinito dulce bastante rico. Ahora lo que para mí ha fallado. Ya había ido una vez y bueno, a sabiendas que no es el sitio más barato la experiencia fue buena, pedimos pabellón venezolano, que para dos, con eso y unos nachos pues sales cenao. Esta vez noté la cocina bastante más descuidada. A pesar del trato simpático, el servicio fue un poco lento. Fui con un grupo de 10 personas. Uno de los platos que pedimos se quedaría en cocina, porque se olvidaron y tocó perdirlo otra vez, con la consiguiente nueva espera... El precio de las jarras de vino esas que preparan con fruta que hay en la carta no coincide con lo que te cobran, 3 euros más cara nos salió cada una,( nos dimos cuenta a toro pasao, evidentemente). El resto de comida pues bueno, para el precio que tiene ( algo caro) bastante escaso. La arepa es diminuta para que cueste como 13 euros o así y está bañada en aceite. Cuando la levantas, en el fondo del plato queda una piscinita de aceitorro bastante desagradable. Se agradeceria que fuesen más cuidadosos con eso. La picanha, pues no termino de verle la gracia. La pides al punto pero te traen el plato ardiendo y se sigue cocinando ahí, por lo que para cuando vas por la mitad, ya está pasada. La carne queda seca y nada del otro mundo por 22 euros. Las patatas fritas que traen las costillas son congeladas, detalle bastante feo. Ya ves lo que cuesta cortar dos patatas y la carne estaba seca como un demonio. Las arepas vienen con boniato frito, aproximadamente un cuarto de boniato... Es decir, escaso. Con respecto a los postres fue grata sorpresa. La tarta de queso con maracuyá es magnífica. Y el postre de tres leches también es un acierto. El brownie está un poco seco y es pequeño para el precio...pero bueno. En resumen. Pagamos 31 euros por barba y alguno no salió cenado... Si ponen más atención a los detalles creo que puede ser un buen...

Fuimos con mi pareja a celebrar nuestro aniversario, una fecha muy especial para los dos. Elegimos Sal & Salsa porque nos habían hablado muy bien del sitio: el ambiente acogedor, la decoración tan cuidada y la buena energía del lugar nos dieron muy buena impresión desde el primer momento. Todo parecía perfecto para una noche bonita y tranquila.

Sin embargo, la experiencia cambió por completo cuando llegó la hora de pedir. Hicimos nuestra orden con entusiasmo, pero el tiempo empezó a pasar… y pasar. Al principio pensamos que podía haber mucha gente, pero después de más de una hora y media de espera, la situación ya era incómoda. Lo peor fue que, cuando finalmente llegó la comida, los platos estaban fríos y se notaba que habían sido preparados a toda prisa, sin el cuidado que uno esperaría en un restaurante con tan buena reputación.

La camarera, con buena actitud, nos dijo que había olvidado anotar la orden. Lo entendemos, todos podemos tener un mal día, pero fue difícil aceptar esa explicación cuando la vimos pasar frente a nuestra mesa varias veces sin percatarse de lo ocurrido.

Tratamos de mantener el buen ánimo, porque queríamos disfrutar la velada y no dejar que un mal servicio arruinara una fecha importante para nosotros. Aun así, es inevitable decir que la experiencia nos dejó un sabor amargo. Es una pena, porque el lugar tiene todo para ser excelente: el entorno, el concepto y el ambiente. Pero la atención y la gestión del servicio deben estar a la altura de eso.

Lamentablemente, no volveremos. Esperamos que tomen en cuenta este tipo de situaciones, porque a veces no es la comida o el lugar lo que define la experiencia, sino cómo se trata al cliente y el cuidado en...

Estuvimos un grupo de cuatro para comer con reserva y la sensación ha sido un poco decepcionante porque las críticas son bastante buenas. El restaurante tiene espacio de sobra, pero estábamos todos los comensales bastante apretujados a un lado, con mesas con bancos con respaldo muy juntos, mientras el otro lado estaba mucho más desahogado con mesas y sillas vacías en su mayoría y casi todo el tiempo. El menú de fin de semana no está mal pero es bastante caro (22€) para la cantidad, calidad y variedad de los platos. 3 primeros y 3 segundos. Un primero y un segundo parecían lo mismo (queso taco y quesadillas). Uno de los 3 segundos tenía un suplemento de 3 euros, que pedimos y que tampoco lo valía. Además, por 22€ sólo entraba agua o una caña pequeña de cerveza. Tuvimos que pedir más cañas a parte. Al llegar a los postres, sólo había dos que entraban en el menú y no quedaba de uno de ellos así que nos propusieron un cupcake. La porción del otro postre, una tarta de 3 leches, era muy pequeña. Respecto al servicio, había dos camareras. Una muy agradable y otra a la que todo le parecía un ataque y creo que fuimos agradables y respetuosos en todo momento. Quisimos cambiarnos de sitio por la falta de espacio (literalmente estábamos oprimidos entre el banco y la mesa) y parecía una exquisitez. Ninguno de los cuatro pudo descargar el menú de la web (quizás por falta de cobertura) y pareció que no era su problema. Costó que nos dijeran el menú. En mi opinión, muchos pedidos que bajan la atención de los comensales del restaurante, un espacio físico mal gestionado y un menú que no vale lo que cuesta, al menos en fin...