Julio 2025
Tras múltiples oportunidades, nos reafirmamos en la critica del año pasado. No os creáis, ni por asomo, las fotos que publican algunos. Si no son los dueños, no sé quiénes serán.
Las chuletas, como podréis imaginar, no pueden ser todas iguales, hay de palo, sin palo, de riñonada y de pierna. La mayoría pequeñas y con más hueso que carne. Las patatas crudas no, lo siguiente. Ya sé: tenía que haber pedido que se las llevarán y las terminarán de hacer. Pero como han llegado 7 minutos después que la carne, o te tomabas las patatas con la carne ya templada, o la otra opción era peor...insufrible.
No sé porqué se miente por redes tanto, ni que intereses ocultos tiene la gente que publica. Si está bueno, está bueno, te guste o no. Pero este grupo, no ha atinado con la fórmula. Hemos perdido todos, absolutamente todos los Zaragozanos.
El servicio espectacular, la comida no merece la pena. En absoluto.
Han mejorado las ensaladas; ya se parecen a las de antaño.
Las chuletas: pocas, poquísimas y han variado sus proveedores porque son en su mayoría hueso. Si queréis que la experiencia sea similar a la de antes debéis pedir el doble de raciones de carne que comensales.
Las patatas fritas: crudas. Totalmente crudas. Podréis llevaros las mismas y hacer una estupenda tortilla española en casa.
Una lástima. No volveremos.
Aunque no le auguro mucho futuro. Hoy sábado a las 1500 y estaba semivacío. Jamás he visto un sábado el Royo como hoy. Sin colas, sin mesas a rebosar. Recordad, que construyeron el anexo con terraza porque no daban a basto...
Es un claro ejemplo de cómo un grupo empresarial no es capaz de sacar adelante un negocio familiar que llevaba décadas siendo un referente de carnes a la brasa. Los cocineros no están a la altura. Las carnes, tampoco. Lo único que se salva son los camareros. Rápidos y atentos. Lo demás, no está a la altura.
No perdáis el tiempo: no vayáis.
Crítica de Julio de 2024.
Después de su fulgurante y deseada reapertura, lamentablemente, ya no es lo mismo. Se nota que en lugar de ser un restaurante familiar, lo ha adquirido un grupo que sólo quiere ganar dinero a costa de la merecida fama de antaño.
Han incorporado un menu del día. No está a la altura, lo siento. Aquellos que requieran comer fuera de casa a diario, en las proximidades disponen de múltiples y mucho mejores opciones a precios similares. Es un hecho. No hacía falta. Aquí habría que haber aplicado la máxima esa de "si funciona, no lo toques".
Allí, antes, se iba a comer chuleticas de ternasco de Aragón con patatas y ensalada ilustrada. Y aún había mucha carta de carnes a la brasa y horno estupendas.
La diversificación de lo que antaño les hizo famosos, no ha hecho sino empeorar, y mucho, la calidad de sus clásicos. Ya eso de " ternasco para 6 con patatas y ensalada", no basta.
Si vais dos, os recomiendo: ensalada mixta para dos, una de patatas pero tres de chuletas. Y olvidaos de esa ensalada ilustrada con los amplios trozos de atún, y el huevo en los laterales del plato, que te hacían salivar, antes de comenzar con las chuletillas...
Los platos de ayende Aragón, ni lo intentéis. Si sois de la Comunidad Valenciana, perdón de antemano por el craso error de arroces y fideuás.
Los clásicos, lamentablemente, tampoco.
Hemos venido 2 veces. Hay que llamar para reservar, incluso entre semana, y no pasa ni el examen básico siquiera el menú. Ni se os ocurra probar la macedonia (de lata, en almíbar ligero y no demasiada buena pinta), ni el pionono (que no ha visto ni la receta ni Granada en su vida).
El día que probamos el menú, acabamos pidiendo unas patatas y un cuarto de ternasco adicional, así que imaginad.
El servicio, rápido y educado. Pero, insisto, ya no es lo mismo ni por asomo.
No diré que no vayáis. Id, probad y después, llorad conmigo por la pérdida de un clásico en Zaragoza, donde todos hemos llevado alguna o muchas veces a familia y amigos foráneos a disfrutar de un sitio peculiar donde se degustaban carnes a la brasa típicas de...
Read moreEl grado de talento necesario para agradarnos es una medida bastante exacta del que tenemos, y el Grupo Gustum junto a Macu me han corroborado el suyo teniendo todo un elenco de personal con gran profesionalidad y humanidad. Estas palabras van dedicadas especialmente a Rocío, que me ha atendido hoy con su sempiterna sonrisa, diciendo, que posee el más alto grado profesional y de hospitalidad hacia el cliente. Determinación sin insolencia, ejecución sin ninguna vanidad laboral de años y todas las virtudes de una excelente profesional de la hostelería sin ningún error, con una espontaneidad trabajada y nunca a palo seco. Tanto es así, que siente el negocio como propio. Al llegar a su casa, los monólogos en ella no existen, son diálogos entre ella y su conciencia por si podía haber hecho más por el cliente. Y se lo pregunta ella, que da el doscientos por cien cada vez que atiende. Mi ENHORABUENA, por ser esa gran trabajadora que a todo jefe le gustaría tener. Imagino que Macu, hará realidad presente estas palabras. Miguel Angel siendo el jefe de cocina del actual Restaurante Antigua Casa Royo, acompañado de Esteban, Raquel y Yanire, forman un bioma de ideas culinarias donde la brasa nunca falla y no se quema nada, a no ser que sea por diseño para hacerlo delicioso con toda expresión y presión. El menú solo tiene sentido si se come, y quien lea esta reseña, le digo, que se come más de lo que se espera y se desea. El Chef, junto a su personal de cocina, están convencidos de que la belleza de sus creaciones reside en la naturaleza efímera. Nosotros, los que vivimos en cada isla que forman sus salones, somos un nano segundo efímero de esa naturaleza y sus nutrientes desde el paladar hasta la oficina del estómago. Y el personal que atiende en cada isla: Eva, Paúl, Kevin, Marta, Lucía, Sandra, Carlos, Cristian, Iván, Yahaira y Fefi, cumpliendo con las más alta norma de hospitalidad, profesionalidad y humanidad en beneficio de cada comensal, nos invitan a confidenciar la propia intimidad gastronómica-secreta. La lengua no tiene huesos pero aplasta con deleite el paladar más exquisito. Mentes culinarias complejas y gustos sencillos. La sabiduría de la alta alimentación unida a pequeños detalles que gustan cuando uno está saboreando. Modernidad versus clasicismo, progreso culinario sin dejar en el sabor la ambrosía de los ideales entrantes, antesala de la directa consumación de platos elaborados, sofisticados, reminiscencias de la cocina a la brasa. Antigua Casa Royo, evoca a venero apuntes de un subsuelo gustativo que continúa como representación de quien le precedió. Y a Carlos, que es la persona que me atiende al ubicarme siempre en el mismo lugar de la isla, mi agradecimiento más por todo lo que me callo que por todo lo que le pueda decir por su recomendación a degustar el postre de queso, haciendo alusión a sus agudezas junto a su esposa Raquel, ya que el matrimonio es una comida que comenzó por el postre y os sigáis diciendo: "soy tú", encontrándoos en el paraíso entre la tierra y el mar que canta la belleza del territorio. Adán y Eva los primeros, empezaron...
Read moreNada que ver con lo que era Casa Royo. Han mantenido gran parte de la oferta, pero en varios platos ha cambiado la elaboración y ahora contienen gluten. Le preguntamos al camarero si se nos podían hacer ciertos platos a parte para que fueran aptos para celíacos y su respuesta fue que no, que si en la carta ponía que llevaban gluten no había otra opción. También han quitado muchos postres de la carta, eliminando clásicos como el flan o el arroz con leche.
El servicio fue muy muy lento, sobre todo muchísima espera para tomarnos nota, para retirarnos los platos, para volver a tomarnos nota de los postres. En ocasiones pedías más agua o una cubitera y había que esperar más de 20 minutos y volver a pedir las cosas varias veces.
Lo peor de todo fue la localización. Un sábado de agosto en plena ola de calor en Zaragoza no puedes sentar a una reserva en terraza sin antes avisar de que no van a estar en un lugar climatizado. Además, por querer agrupar las mesas en la misma zona se concentraba más calor aún. Es una terraza cerrada con 3 o 4 ventiladores que lo único que hacen es mover el aire, ya caliente, de la sala. Una comida familiar se convirtió en un auténtico horror por lo mal que se estaba y el calor insoportable que hacía. Varios de los comensales (de nuestra mesa y de otras) tenían que estar continuamente levantándose para ponerse debajo de los ventiladores o entrar al aire acondicionado a ver si así la situación se hacía algo más soportable.
Queríamos darle una oportunidad después de su reapertura pero la decepción ha...
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