En la jornada de hoy, mi esposa y yo, movidos por un noble anhelo de evocación gastronómica, acudimos a la llamada Casa de Castilla y León, guiados por la ilusión de revivir, aunque fugazmente, los gratos sabores de nuestra visita a tierras leonesas, realizada apenas seis meses atrás. Fue en aquellos parajes —León y sus alrededores— donde tuvimos el privilegio de deleitarnos con una cocina honesta, rotunda y henchida de identidad; una experiencia que nos dejó tan grato recuerdo que, ingenuamente, creímos poder repetirla en este establecimiento, cuyo nombre prometía autenticidad y apego a la tradición.
Mas, ¡ay de nosotros!, qué caprichosa puede ser la esperanza cuando se topa con la realidad. Al cruzar el umbral del local, no fuimos recibidos por el sonido amable de una dulzaina ni por el rumor evocador de una flauta pastoril, sino por los inconfundibles y vigorosos ritmos de Hispanoamérica, cuya cadencia nos transportó no a Astorga ni a Ponferrada, sino a algún rincón tropical donde el aguardiente sustituye al clarete.
La escena se completaba con una camarera visiblemente contrariada, absorta en una conversación telefónica de tono áspero, como si el cliente fuese un accidente colateral en su jornada. No obstante, con ánimo conciliador, decidimos continuar. Mi esposa, siempre moderada en sus elecciones, optó por un vino blanco de la marca Impresiones, que, sin ser memorable, ofrecía al menos cierta dignidad en boca. Yo, por mi parte, renuncié a la coherencia regional y pedí un 3404, tinto de otras latitudes, pero cuya solvencia bien merecía la infidelidad geográfica.
Fue entonces cuando tuvo lugar el primer incidente digno de crónica: la joven camarera, amabilísima y cortés, sirvió nuestras copas con generosidad. Pero apenas hubo vertido el líquido, una compañera de mayor edad la reprendió con tono seco y autoritario —“no eches tanto vino”— lanzando la frase con la delicadeza de un botijo y sin preocuparse lo más mínimo de nuestra presencia. Una escena que difícilmente se concilia con los modales de una casa que se precia de representar la tradición castellana.
En cuanto a las viandas… Mi esposa se aventuró con una croqueta de jamón que, más que un bocado, fue una prueba de carácter: insípida, de masa compacta, congelada con toda probabilidad desde fechas próximas a la Navidad. Por mi parte, me enfrenté a una tapa que consistía en un boquerón sobre pepinillo, aceituna y guindilla, todo ello sumergido en un océano de aceite que habría iluminado el claustro de cualquier monasterio decimonónico. Una elaboración más adecuada para el estudio de la conservación en grasa que para el deleite del comensal.
Ahora bien, lo que verdaderamente elevó la experiencia al terreno del surrealismo fue constatar que, en una supuesta Casa de Castilla y León, las tapas ofrecidas incluían productos colombianos y que la ambientación sonora evocaba, más que las tierras del Cid, las costas de Barranquilla. Todo ello, eso sí, acompañado por una decoración plagada de imágenes de ciudades castellano-leonesas y folletos turísticos oficiales. Un intento de sincretismo cultural que, lejos de armonizar, más bien chirría con cierta violencia estética.
En definitiva, la experiencia fue una oda a la incoherencia: entre lo que se promete y lo que se entrega, entre el nombre del local y su espíritu real. El precio, por fortuna, fue modesto, lo cual compensa en parte lo descorazonador del contenido. Solo recomendaría este lugar a antropólogos interesados en el fenómeno de la desfiguración identitaria o a coleccionistas de contradicciones gastronómicas. Para los demás, bastará con esta advertencia: si desean ustedes reencontrarse con la excelsa cocina de Castilla y León, no es aquí donde han de buscarla.
Y así, entre cumbia y croquetas congeladas, uno solo puede concluir, con cierta tristeza: ensalcemos lo nuestro, protejamos la autenticidad y no dejemos que lo foráneo, sin contexto ni respeto, eclipse lo que nos...
Read moreMuy mal trato recibido por el restaurante, desde luego así mal van. Reservo por el tenedor con un 30%, me llaman y me dicen que no me lo van a hacer, que lo sienten y que si quiero ir que lo tenga en cuenta. Les respondo que yo he reservado por el tenedor y que contacten con el tenedor que yo no tengo nada que hablar con ellos y que no hubiesen puesto su establecimiento ahí y me responden de malas maneras, "bueno, si viene ya sabe lo que hay, que no le vamos a hacer el descuento", ahí se queda la conversación . Y ese mismo día, para mí sorpresa, me cancelan la mesa alegando que están llenos, cosas que es mentira, me la cancelan para no estar obligados a hacerme el descuento... Actuando así das muy mala imagen y muy mala publicidad, lo normal es que hagas el descuento, además de que estás dando a conocer el local y te estás publicitando quizás con gente nueva que d otra manera no habrían ido y si a la gente le gusta volverá con y sin descuento, pero tratando así a la gente te aseguras que no van a ir y además la mala publicidad que te estás echando a las espaldas por tratar mal a la gente ...es vergonzoso, tratan mal y encima mentirosos. Según he leído lo han hecho más veces... Así que si queréis que os traten bien aquí no vayáis porque como tratan y gestionan esto deja mucho que desear.
Añado a mi comentario respuesta al restaurante que me han hecho posterior a mi reseña, la cual dejó tal cual y no pienso modificar: Es ilegal grabar sin informar a la persona que se le está grabando. La reclamación está puesta en el tenedor y ellos no pueden modificar nada, me han dicho que esto lo hacen ustedes así que dejen de mentir. Cómo consejo, traten mejor a la gente y piensen las consecuencias de sus acciones y sobre todo no...
Read moreExperiencia negativa en este lugar un local q pone la música de Isabel Pantoja o salsa a todo volumen q tienes q gritar para hablar al q tienes al lado pues cuento lo q paso entre con mi madre y hno para tomar un cafe no habia nadie en la barra está persona q estaba ahí no s dijo esperen un momento bueno al parecer había alguien allí q le estaba preparando algo pues bueno al rato viene q quieren nos pones 2 cortados y ... No nos dio tiempo a más se vuelve atrás a la cocina al rato vuelve le tenemos q volver a pedir tbn unas tapas q por cierto son carísimas q de 3 € la más sencilla no baja y no terminamos hablarle q se vuelve a ir ya esto nos pareció un poco pitorreo vuelve al rato y ya le pudimos pedir todo pero ya le dije q pasa si nos tomas apunte sirvenos ya q pasa y ella dice q no es camarera exclusiva de los clientes de forma antipática y desagradable q según tenía q servir tbn en comedor y tal no se que pero bueno es 1 minuto lo q tardas en servirnos q no se va a enfriar el plato q tengas q poner en el comedor ya q nos has tomado la comanda q no hay nadie en barra haz tu trabajo total nada recomendable por trato y malas maneras y formas de estar camarera por mi parte última vez q entre...
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