Mi Bella Colombia 🎼, se escucha en el aire de Cartagena la voz sencilla, fraseada , impregnada de significado, humilde ante la música que el mismo ha compuesto y que se rinde a sus pies, que apenas se mueven, HE!! Canta y no canta, declama sus letras, en un solfeo impecable donde su voz es capaz de cambiar de tono de una sílaba a la otra, por nota, con tanto amor canta que destila la esencia de Colombia=a color y Aloe; canta y se va fundiendo entre las calles y bajo el sol único de Mi Bella Colombia, rebotando destellos, trepado en la orilla de la Muralla mientras el Sol se pone colorado y desaparece en el horizonte, dejando amarillos destellos que se entremeten entre las nieves de nubes quemadas… Y ahí, parado sobre la Muralla al final de la pendiente Juan Luis Guerra.

Cuando llego a una ciudad por primera vez, me gusta caminarla y que nadie me platique para ver qué adivino y qué no. Qué siento y qué no.

Así que por más grande que sea, siempre busco atravesarla de norte a sur , de este a oeste o hasta donde tope.

Lo mismo hago en Londres, que en Helsinki en pleno invierno, o en Vilnius. O en Tuxtla Gutiérrez. O en Real del Monte. Siento que si no la camino me pierdo de su mejor parte. La gente y su entorno cotidiano, que para mí es novedad y para ellos quizá rutina, y de eso se trata para quien esto escribe “conocer” es entrar en la rutina de los locales y sentirme, aunque sea por un instante, un local más.

Nacida en 1533, hija de Pedro de Heredia, casada y hecha Capital del departamento de Bolivar. Cartagena es declarada, primero, Patrimonio de Colombia (1959), y después es dada en matrimonio a la Humanidad en 1984.

Llego andando, después de caminar las calles aledañas que son una fiesta de fachadas escandalosas, plantas colgantes unas y trepadoras otras, y de flores. Llego, decía, a los pies de la Muralla y subo por una rampa hasta su cumbre, y ahí está Juan Luis Guerra que no deja de cantar, mientras la gente sigue subiendo porque presienten el crepúsculo y nadie quiere dejar que el sol se vaya sin decirle hasta mañana.

Después, todo es música, luces; una novia se acaba de casar en la parte más alta de la muralla. Parece una blanquísima vela que se mueve al viento, que arrecia al ocultarse en el horizonte el sol. Ella baila sola. Esta feliz.

Tal es el efecto secundario de que “Llueva café en el campo..” Juan Luis practica la telepatía musical y todos por lo menos se mueven.

Es imposible no bailar con la música de Juan Luis y su 4 cuarenta, que dispara bachatas y merengue. Esa misma música que hizo que en su primera presentación en Mexico, el cantante Manuel Mijares no se aguantara las ganas de treparse a su mesa y comenzar a bailar!

Al día siguiente me dedico a seguir caminando la ciudad, hasta que me topo con Doña Rosa, y su amarillo vestido que parece una bandera ondeando al viento. Ahí está, esperándome junto a sus canastos de flores, donde se inicia una larga hilera de pequeños comercios y fantásticas galerías, una enseguida de la otra.

Uno termina por meterse a todas y comprar algo.

Ella me sonríe y deja que alguien nos tome una foto.

Después el ascenso al Castillo de San Felipe. Somos un grupo de 4 personas (sudando la gota gorda), la vista desde sus torretas es maravillosa. Exploró sus laberínticos pasajes y me pierdo. Nos perdemos todos.

Hasta acá llegaron los piratas ingleses ordenados Caballeros por los reyes de la Blanca Albión. Las murallas tardaron en edificarse más de 2 siglos, hasta que se terminaron casi a finales del Siglo XVIII.

Se refiere que su construcción se inició el 8 de septiembre de 1614, posterior a un ataque del protegido de la Reina de Inglaterra, el tristemente célebre, Sir Francis Drake, a las órdenes del rey Felipe III.

Al día siguiente la visita obligada por la curiosidad y el encanto por las piedras preciosas, al museo de la Esmeralda; Barrio de Getsemani y el museo del oro!

(Nota: todas las fotografías de todas las opiniones que aparecen en mi sección de Local Guide, fueron realizadas por el autor de dichas Opiniones.)