El monumento que nos ocupa en ésta ocasión es una de las joyas de la corona de Augusta Emerita y no es otro que su anfiteatro. Edificio destinado en su día a la celebración de los Munera Gladiatoria, los juegos llevados a cabo en los anfiteatros que contrariamente a lo que muchas veces se piensa, duraban un día entero y comprendían: Pompa (procesión inaugural de los juegos), caza de bestias (venationes), ejecuciones públicas y finalmente los propios combates de gladiadores. Dicho esto nos encontramos ante el anfiteatro de la antigua Augusta Emérita, hermano del teatro (y en nada inferior a él) construido a finales del siglo primero antes de Cristo, el cual formó parte de un magnífico programa urbanístico destinado a dotar a la nueva colonia romana y capital de la Lusitania, de un área de recreo dedicada a espectáculos que exhibiera la magnificencia que su estatus político le requería. Construido en parte sobre una ladera, parte de su cavea o graderío ovalado está excavado en la propia roca, mientras que los segmentos de la summa cavea o parte superior del graderío estarían elevados por encima de la roca natural, mediante su superposición con estructuras de hormigón y sillería, las cuales junto con la fachada monumental se encuentran hoy desaparecidas en gran parte, ya que el edificio al igual que sus hermanos, se convirtió en cantera tras su abandono y caída en el olvido. Se conservan pues partes del graderío medio e inferior, con algunos sillares de granito que formarían los asientos, todavía en su ubicación original o recolocados. También vemos el arranque de algunas bóvedas en los accesos de la parte superior, en las que se utilizó el hormigón, el sillar y mucho ladrillo, material bastante frecuente con el que nos toparemos en muchas construcciones. La arena de forma elíptica muestra en su centro un gran foso, que se ha interpretado como la fosa bestiaria donde se guardarían las jaulas de las fieras y elementos de decoración del escenario. Además a ésta arena se accede desde tres puertas monumentales precedidas por pasillos con enormes escaleras, todos ellos revestidos de sillares almohadillados de granito de gran tamaño, siendo también el púlpito (muro de separación entre el espacio de la arena y el graderío inferior) de éste material, aunque en su día revestido de mármol y pinturas murales. La tercera puerta monumental conecta con el espacio del teatro, mientras que las otras dos debieron servir como acceso para la pompa, los participantes en los juegos y para la retirada de cadáveres o de los participantes derrotados pues se sabe que por una de las puertas salían después del combate los ganadores y que la otra se utilizaba para la salida de los perdedores. El edificio en sí tiene un buen estado de conservación, permitiendo al visitante recorrer parte de sus gradas, algunos pasillos de acceso y la propia arena, pudiendo así observar bien todas sus partes, apreciar detenidamente sus detalles y sentir realmente la esencia de tan magnífico lugar en que en otros tiempos se realizaron crueles juegos de matanza donde lo que más primaba era el espectáculo desenfrenado y la complacencia de las masas, siendo la arquitectura de tan colosal edificio, un fiel reflejo de su significado escenográfico y representando a su vez un escaparate espléndido y titánico de romanidad en nuestras tierras. Recomiendo encarecidamente su visita como un imprescindible no sólo ya en el itinerario de Mérida, sino en el itinerario de maravillas romanas de todo el panorama nacional, siendo uno de los anfiteatros más grandes y magníficos de cuántos se conservan actualmente, no teniendo nada que envidiar a aquellos que perduran en Itálica (Santiponce) o en Tarraco (Tarragona), todos ellos testigos del rapaz ocio de una civilización que utilizó su ingenio no solo para lograr increíbles avances en ingeniería y arquitectura, también para llevar a cabo los más espectaculares y cuasi increíbles juegos que probablemente jamás se hayan celebrado (a tal escala al menos) en ningún otro rincón ni momento de...
Read moreErigido en el 8 a.C. como atestiguan las inscripciones halladas en sus tribunas, el Anfiteatro sirvió de escenario para espectáculos muy populares: los juegos de gladiadores, las cacerías de fieras y la lucha entre animales salvajes en escenarios artifíciales que recreaban bosques, selvas con lagunas o desiertos, todo ello sobre las grandes tarimas de madera que formaban la arena. La cabida aproximada de este coso gigantesco era de entre quince y dieciséis mil espectadores. Contiguo al Teatro, está separado de él por una calzada que circunda ambos edificios. Con más pobreza de medios, este edificio se alzó de manera similar a la del Teatro y, como aquel, es fruto de diversas fases. Para abaratar costes, parte del graderío se asentaba sobre cajas de fábrica rellenas de tierra fuertemente apisonada. Los paramentos eran de piedra del lugar bien desbastada. En ocasiones las tongadas de los paramentos se igualaban con verdugadas de ladrillo. En los arcos de los vanos de acceso, se utilizaban sillares presentando el característico almohadillado de época augustea. La distribución del graderío era similar a la del Teatro, aunque hoy solo se conserva bien la cavea ima y algunos sectores de la cavea media. En tres de los ejes de la elipse podemos apreciar la existencia de cuatro puertas monumentales que, desde el exterior, y a través de amplios corredores, dos de ellos escalonados, desembocaban en la arena. En distintos tramos de cada corredor se abrían puertas que, por medio de escaleras, daban acceso al graderío. Sobre la puerta del eje menor occidental se ubicaba la tribuna de los magistrados, que no se conserva. Frente a este, en el eje oriental, se ubicaba la tribuna, que se conserva parcialmente restaurada, donde disfrutaban del espectáculo las personas que lo costeaban. A través de unas pequeñas escaleras los patrocinadores accedían a la arena. El graderío se separaba de la arena por medio de un podio de granito, que estuvo guarnecido con losas de mármol, como demuestra la presencia de los agujeros de anclaje en los sillares del podio. Sobre esto, existió una barrera hecha con sillares de granito. En la cara que daba a la arena, estos sillares lucían pinturas alusivas a los juegos gladiatorios y a los paisajes en los que se desarrollaban. Flanqueando las puertas de los ejes mayores, hay una serie de estancias que, o bien se usaron a modo de jaula para las fieras como de estancias donde se preparaban los gladiadores. En la arena se aprecia la presencia de un gran foso. En él se asentaban los pilares de madera que sostenían las tarimas y, bajo las cuales, se ocultaban todos los ingenios necesarios para el desarrollo de unos espectáculos...
Read moreThe Roman Amphitheater of Mérida is a remarkable historical site that transports visitors back to the grandeur of ancient Rome. Built in 8 BCE, this well-preserved structure once hosted gladiator battles and other public spectacles, accommodating up to 15,000 spectators. Walking through its tiers, passages, and arena gives a vivid sense of its past vibrancy and the scale of Roman engineering. Its proximity to the adjacent Roman Theater enhances the experience, showcasing the city’s significance in the ancient world. The site is very well maintained with easy access and a trail to follow to explore the vast complex. Not to be missed...
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