TESELAS: LA GRAN DECEPCIÓN. Cabría esperar que el restaurante del Real Liceo de Alicante fuese un lugar especial, a la altura de la historia de un edificio construido por y para la flor y la nata de la ciudad, y de sus más ilustres visitantes. Aunque los tiempos han cambiado, y también la sociedad, los casinos siguen siendo uno de los principales marcadores de prestigio de cada ciudad. No así en el de Alicante, por desgracia para nuestra percepción por propios y foráneos. Mi pareja y yo decidimos que debía ser el lugar apropiado para nuestra cena de aniversario. Pensamos que sería un buen homenaje recoger por una noche el guante de mis antepasados, socios fundadores del Club, que pasaron buena parte de sus vidas en los coloniales salones que le daban personalidad. Fue un error. El Teselas, o su gerencia, no sabe dónde está o, peor aún, no sabe estar. Al llegar a la primera planta -tras atravesar un hall de entrada en el que la única bienvenida la da un estridente caballo de Okuda, tan fuera de contexto como lo que nos encontraremos después- solo somos interpelados por un camarero despistado, que ni siquiera se detiene para indicarnos con un gesto dónde está la terraza en la que teníamos reserva. Un maravilloso balcón al mediterráneo, de un claro estilo decimonónico, nos presta unos recuerdos que contrastan con las zapatillas deportivas, los pareos y los pantalones cortos de sus comensales, que no distraen tanto como el sarao flamenco que se cuela desde el salón palaciego. Ya en la mesa, el menú "te lo traes tú" a través del tan de moda cartoncito con QR. Echemos un vistazo: montaditos, hamburguesas, patatas bravas, ensaladilla rusa... qué bien se come en el barrio de toda la vida, y qué agradecidos estarán los de Massachusetts, que podrán disfrutar de delicatessen bien coordinadas con sus sandalias con calcetines. Antes de pedir la cena, nos ofrecen algo de beber. Creo que una copa de vino blanco irá en la línea de las creaciones que nos apetece degustar. ¿Qué lo quieres, más seco o afrutado? Opto por el afrutado, afrutado sorpresa al no contar con carta de vinos. Me traen un Rueda Verdejo. Bien. Tráigame otro. El siguiente poso de botella que vierte sobre mi copa es aún más áspero y peleón que el primero. Déjelo, no quiero probar más restos. A ver si con la comida tenemos más suerte. Coloco los cubiertos que me han dejado sobre el plato y vuelvo a la carta. De lo que nos permiten pedir -el resto no les queda- nos decidimos por el calamar de potera, el salteado de setas, la marinera alicantina, alcafochas con foie y tartar de atún rojo. Nadie duda que el calamar fue capturado con delicadeza, antes de su ultracongelación. Quizá fue descongelado sobre los incandescentes platos de las alcachofas. Todos sabemos por qué un plato sale caliente por los bordes. La marinera, quizá tenía alguna traza de capellán en una pericana bien "conservada". El salteado le debe todo al proveedor, y solo se salva, por el mismo motivo, el tartar. De los tres camareros que nos atienden, sólo uno parece entender que no está entre barras de aluminio tirando cañas. Es al que le toca excusarse o, mejor dicho, poner excusas, sobre las abultadas carencias, que llegan hasta el último apartado de la carta: la de tabacos y puros, que alguna vez queremos creer que hubo en la nevera. Al menos ya estábamos terminando el café cuando llegó el fin de fiesta y hasta el último artista del sarao que se oía desde el salón, se lanza a acompañarnos en la terraza con sus voces y gritos, esta vez menos flamencos, pero más de mercado ambulante. No pudiendo esperar para pagar la cuenta, nos acercamos a la barra haciendo saber al camarero que esperábamos menos jolgorio. Pero, como bien nos responde: "es lo que hay". Bajamos al hall de entrada más deprisa de lo que subimos. Quiero explorarlo con la vista antes de abandonarlo seguramente por mucho tiempo. Tan sólo tres pasos después de mi errónea dirección, soy detenido desde diez metros de distancia por la bedel: "tsss, ahí no se pué pasar". Tranquila, tranquila. Nos vamos. Esperamos que...
Read moreI went here for the first time to celebrate my birthday, and it will be the last time I go. The evening started off well but then there was a mix up with our dishes. I had ordered two starters just for me and said the other dish was for my boyfriend. But instead they brought out my starters (which were huge, if I had known I would have only ordered one) and then after explaining my boyfriend did not have his dish, twice, another waitress said 'oh we were waiting until you finished', so I had to rexplain everything all over again. Eventually my boyfriends 'solomillo' arrived at 10pm. 2 HOURS after we sat down. I was pretty annoyed as we couldn't even eat at the same time. I had mentioned it was my birthday to the male waiter, he did not take anything off our bill or say happy birthday. Then when we were paying, the waitresses started to argue which was really awkward and uncomfortable. They didn't even say goodbye. The food is nice but service TERRIBLE. Very unorganised team who need help, which is a shame because the setting is so nice. Go here for a drink but not if you want to wait all night to eat.
ES - a evitar para comer una cena, el equipo no es organizado y el servicio necesita mejorar. Fui por mi cumple y sería la ultima vez. Muy decepionado, no van a aparecer en mi blog,...
Read moreI rarely write reviews, but given my experience today, felt I needed to.
I agree with the other two star reviews. While the place has an amazing view, the service was horrible and the staff were completely disorganized. When we walked in, we were ignored by the staff walking past us on multiple occasions. Then when we were finally seated, it took close to 10 mins to get a menu. We placed our order after another 10/15 minutes (which was one starter, one starter as a main, and a main). The starter (shrimp tempura) came out quickly and was the only good thing about the restaurant. Then my starter as a main came out (it was ok - I got the Alicante Fish and Chips), but my partners main did not. After spending 10 minutes trying to get attention from the staff, they said it was coming. Then another 15 minutes, still nothing. Finally, after the main arrived, it wasn’t good (steak, covered in sauce and not cooked like he requested). After an unpleasant experience, we just wanted to leave. So again we had to wait another 15 minutes. We finally went up to the bar to pay. The staff ignored us again and were rude. We checked our bill and had an additional item on the bill that we didn’t order. We couldn’t we bothered to correct it, as it would take about another 20 minutes to fix. We just...
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