Escribo esta crítica con ánimo de que sea constructiva. Resulta que he leído a más clientes quejándose de la misma cosa y he leído también los argumentos de la persona encargada de responder a las opiniones, incluyendo aquello de "aquí se viene a consumir, no a mirar". Pues bien, tengo que decir que ese enfoque no es el correcto. Consumo en ese local desde hace muchísimos años, hoy mismamente he ido y el trato con la camarera que trabajaba ha sido de 10 pero, del mismo modo, ayer el comportamiento del camarero que estaba allí fue de vergüenza, actuando como si se tratara de un portero de discoteca o algo parecido. En esa ocasión pasaba con unos amigos, que en ese momento tenían que ir a otro lugar alejado, y la cuestión es que les estaba proponiendo volviéramos luego expresamente para tomar algo allí. Así que asomé para preguntar a qué hora cerraban, era más que obvio que para consumir. El hecho de que mis amigos vieran cómo era el local no era precisamente negativo para el negocio, sino que habría significado que viniéramos luego con toda seguridad. Por si hiciera falta decirlo, somos personas adultas, con una actitud seria y formal, se veía a la legua que cuando entré preguntando el horario no estaban entrando meros mirones. Señores, hay que tener un poco de psicología y buenas maneras, eso para empezar. Si el camarero es torpe a la hora de aplicar las directrices que se le dan, le está haciendo un flaco favor al negocio. A mí, que en ese momento estaba actuando de alguna manera como embajador de Granada y de sus lugares con encanto, me abochornó la imagen que acabó dando uno de los locales de los que mejor les había hablado; una imagen que a mi parecer no le hace justicia al local con todo lo que representa, y es por ello que me resultó incluso triste. Entiendo el incordio que pueden llegar a ser los curiosos, hasta el punto de que se pueda llegar al extremo de dar instrucciones en ese sentido. Pero el empleado que aplique las normas debería tener la capcidad de discernir lo que son unos simples curiosos que vienen sólo a mirar y los que no. Cuando se trata de dar un buen servicio, a mi entender, al hablar más vale pecar de prudente que de impertinente. Y la amabilidad además siembra a la larga más beneficios, que la actitud contraria. En cualquier caso, si este local no fuera apreciado por mí me ahorraría este consejo. Por supuesto que podréis tomarlo o no, ya que la impertinencia en el local propio no está prohibida. Dicho esto, tengo que añadir una puntualización que también parece pasarse por alto: que estamos hablando de una cafetería, no de un museo, por bonito que sea. Y los clientes de Granada tienen derecho a entrar en cualquier cafetería para ver si les gusta y, si no, marcharse. ¿No habéis pensado en eso? Insisto, no estamos hablando de un museo, ni de ningún otro formato de negocio que requiera pagar una entrada. Estamos hablando de una cafetería que, sí, es muy bonita, pero que también podría ocurrir que hubiera a quien no le gustase y decidiera, también desde su libertad, largarse si no le gusta lo que ve. Por cierto que, en ese mismo caso, un cliente también tiene todo el derecho legal a comportarse como un cretino y tocarle las narices a vuestros camareros en según qué circunstancias. Pero la altura humana y de educación está por encima del comportamiento estrictamente mercantil. Me parece más que obvio que, sin quitaros del todo la razón, no estaría mal si os relajárais al menos un poquito; porque esa política tal cual se aplica por parte de cierto camarero obtuso y sin don de gentes os está haciendo más daño que otra cosa. Rectificar es de sabios y, en la medida en la que soy un enamorado de Granada y sus rincones, espero que la cabeza pensante de esta maravillosa cafetería goce de...
Read morePuede que no haya estado en muchos sitios, o que mi cultura visual no sea muy amplia, pero he de decir que jamás había visto un sitio como éste. Para empezar, es genial el contraste que hay entre la entrada y lo que encuentras una vez traspasas el umbral: como en el cuento de Alicia pero con otros ingredientes. Al principio cuando te dicen que te van a llevar a un sitio maravilloso y te vas acercando dudas del gusto de tus amigos, pero lo cierto es que el local juega desde un principio con tus expectativas: una vez has entrado, te gustaría que el mundo fuese como es ahí dentro. El local es como un set de rodaje, como si Hopper y Tom Waits hicieran el amor y les diera por decorar un espacio juntos. Había un pianista de 200 años amenizando la velada, tocaba piezas reconocibles; era sábado y por supuesto, tocar otro tipo de música para un público tan misceláneo tal vez no sería lo más acertado. Bueno, no puedo asegurarlo, pero el caso es que hacía la velada más agradable. Pedimos unos chocolates y unos gyns y la verdad es que el chocolate más rico no podía estar, el JAZZ CLUB, si no recuerdo mal, es una delicia. Los gyns preparados como se merecen: sin ínfulas de ser otra cosa más que los que son, gyns ricos y refrescantes. La camarera. muy amable, nos dijo que habíamos tenido suerte, que el local suele estar lleno pero que justo se habían ido un par de mesas y que estaríamos de los más tranquilo. No le faltaba razón. Tengo entendido –por lo que pude ver allí– que, cuando el local está al completo, paran a la gente en la entrada y les informan de ello, instándoles a volver en otro momento más tranquilo. Comprendo que cuando vienes de fuera, como es mi caso, es un poco incómodo encontrarte con esta situación; pero no puedo dejar de decirlo, cuando estás dentro y no hay nadie molestando alrededor de ti, bien dando voces, bien solo estando para hacer fotos o acercarse a algo peculiar que está a tu lado (el bar está abarrotado de cuadros y utensilios de la más diversa índole); bien, pues cuando eso sucede, lo de estar en una mesa tranquilos, charlando, disfrutando del ambiente, eso, amig@s mí@s, eso es una gozada. Por último, cuando salimos de allí, un camarero muy majo que estaba dentro de la barra nos ayudó a contactar con un taxi que vino a recogernos a la mismísima puerta. ¡Se puede pedir algo más! En definitiva, el lugar más emblemático de Granada y una de nuestras mejores noches en nuestra estancia...
Read moreThis café is beautiful in form, yet empty in the heart. It has jazz in its name, yet it has not understood the very nature of what jazz is truly about... Freedom. People who like to be in a cosy and charming atmosphere for a night out, they will like this place. Real jazz and music lovers: stay away!! I am a musician myself and love to connect musically with others. When I started singing with the pianist (who appreciated my singing), the waiter asked me to stop and told me it was forbidden. Singing is forbidden!? Later she explained that there were some crazy people in the past who caused trouble and so they installed a rule to prohibit singing. In what dystopian café...
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