Expected a lot from the place. Presentation was excellent however that’s where it stops.
Starters were all a miss flavour wise. Oyster was ok but not wow, the smoked daily tartare - the fish flavour is invisible and overpowered by a heavy smoky like mayo (not horseradish) with a weird “chemical” overtone of flavour that kills it at the end. Same can be said for prawn tartlet, raw prawns should shine but instead they are covered with a kind of gel which had odd slightly unpleasant aftertaste. Felt like “chemical” tasting menu over engineering rather than letting the flavour of the produce shine.
The prawns with “smoked leeks” dish was somewhat better but overall lacked flavour and very bland, leeks had no smokiness - main error there was serving one of the two prawns which is only slightly cooked (no problem with me as I like raw) but it had its intestine completely in (not removed) and was not cleaned properly. When I raised this as an issue the waiter told me it’s “coral” which makes no sense as thats definitely the intestine in the langoustine and prawn family of seafood. The other prawn in dish had its cleaned so it’s a clear kitchen misstep.
In general lack of awareness and care as to whether guests enjoy their meal.
The main which was grilled dover sole was a bit of a saver , the pill pill from chicken skins is very interesting however it does not merge with the rest of the fish there isn’t much infusion of flavour going on they are kind of separate. Fish itself was touch under seasoned but cooked well, though had hardly any charred flavour from the grill which went amiss. Overall the Main was ok but not memorable.
The desert of apple compote on sorbet tasted ok but one note and one dimensional, sweet on sweet with not much else going on.
The service was pretty bad especially for a restaurant of this calibre that is aiming for a Michelin star. No one asked if we wanted drinks throughout the whole service after we ordered one round, no one asked if we enjoyed any of the dishes. Desert was served without one of the guests present. No one asked if we’d enjoyed it as one of the guests left hers almost completely untouched.
Overall this meal was a disappointment.
My advice to the team would be to reevaluate the balance between technique “overkill” and letting the product (such as protein in starters) actually shine.
Tasted no love in the food the favourite dish of the night was piquillo peppers side with the main, which was outstanding and flavourful.
A lot of room for improvement and...
Read moreEl ambiente es ideal, si bien no usan manteles (a algunos, esto no nos gusta) las mesas de nogal son una maravilla. El revestimiento de un muro con corcho “belga” -admito que desconocia que existia el corcho en Belgica, y de buena calidad- ayuda con la acustica de un salon que tiene altos techos. La decoracion muy lograda con cornamenta como centros, ramas quemadas en las paredes y pieles -de cordero?- en las mesas que tienen bancos en vez de sillas. La atencion, se excede en cordialidad. Son muy amables pero estan encima de uno a lo largo de la cena. Cualquier comentario es sobreoido y si tiene que ver con el restaurante, se acercan y comentan. Algo intimidante. No se a los demas, yo cuando salgo a comer, quiero disfrutar el encuentro con el grupo, con buena comida adelante, siempre, pero secundario, pero aqui es como en algunos restaurantes, donde pareciera que uno va de espectador a un show en el que debe callar y atender a lo que come, antes y sobre todo. Estas conversando, y te interrumpen, llego “el plato” y tenes que escuchar lo que ya leiste y que por eso elegiste. Prefiero el estilo frances y su buena educacion: interrumpir, jamas. Los aperitivos son pequeños y tardan en llegar, pero sí pasa a cada rato un camarero con rico pan a servirte mas. Yo creo que terminamos comiendo mas pan que comida. Los platos estan llenos de ambiosas intenciones de “maridaje” de sabores, pero no lo consigue. El buñuelo de morcilla con chocolate y piment de espelet resulta (el buluelo) demasiado elastico y al morder podes esperar derramar entre tus dedos la pasta de morcilla que sale por un agujero (recomendamos no llevar ropa clara) no casa bien con chocolate. Pan. La ensaladilla de remolacha muy rica, y logrados los “petalos”, eso si, se termina en tres bocados. Pan. No pidan la cigala. 40€ para un marisco que debe ser el mas pequeño que vi del mundo marino. Tampoco nos enamoró el caldo de pollo en el que se emulciona. Pan. El cuello de cordero muy grasoso, dire demasiado, porque ya sabemos que la susodicha carne es grasosa. El arte de esta pieza podria haberse enfocado mas en evitar que caiga tan pesado. Viene con un crocante o polvo de ajo, que claro, como da dulce, hace mas pesado el bocado. Los postres, ninguno de los que probamos gusto. El tocino citrico es un postre que puede gustar o no, pero decididamente no lo pida si se le antojaba tocino del cielo. No lo es. Ni en textura (este es mas gelatinoso) ni en sabor. El postre de chocolate mezclado con maiz y otros ingredientes desconectados, siguen desconectados aqui. Alguien dijo: como mezclar todos los colores: gris. Las papilas tuvieron un gran trabajo esta noche y nada de esto seria comentado aqui, sino fuera por la falta de tino de su dueña, que al pedir aceite de oliva o mantequilla, o algo para pasar el pan -la vedette de la noche- se acerco a la mesa para indicarnos que no ofrece nada de eso “porque todavia no tiene pensado armar carta de desayuno”. Se gano esta molestia que me estoy tomando en reseñar Bascoat. Conclusion: rico el pan, y de repente valoramos mas la mantequilla casera de La Ancha. Alli fuimos al dia siguiente. Olvidable -y cara-...
Read moreLa de Bascoat es una de las cocinas que más me ha gustado este año en Madrid. Todos sus platos son puro sabor, y más allá de prescindir de alguno de sus bocados iniciales (el buñuelo de morcilla no llega al nivel del resto y el pastel de merluza es la nada) o de sus postres, la realidad es que disfruté como un cerdo en una cochiquera.
Qué maravilla de producto, qué lenguado y qué chuleta, y menuda forma de guisar. Hay platos de auténtico lagrimón, como el chipirón con fondo de manitas de cerdo, la merluza frita con salsa verde o esas kokotxas con uno de los pilpiles mejor ligados que he visto nunca. Todos los platos tienen como denominador común una magnífica mano en la cocina, una sazón antigua y acogedora, y puntos de pequeña revolución que elevan al máximo los platos.
Si, el mejor pilpli que he probado, la mejor merluza, el mejor lenguado, y todo bien regado con vinos con un precio más que admisible; pero a la hora de pagar, hay que preguntarse si todo eso mereció la pena… y la respuesta es que no.
Pagar 225 euros por persona es una salvajada que no es comprensible ni siquiera en el desbocado panorama madrileño, máxime cuando “solo” 55€ fueron de vino. ¿Un ticket medio de 200€ por su propuesta es ajustado? 170 euros de comida que solo se entienden con bocados individuales de 12€ que hay que evitar, medias raciones de cantidades raquíticas y precios elevadísimos y grandes pescados pagados a precio de oro (130€ el kilo de lenguado es caro aquí y en la China Popular).
Entiendo y respeto la libertad de empresa, cada uno cobra por su trabajo lo que quiere. Ahora bien, el comensal es libre de pensar que está siendo profundamente sangrado. Para mi es el restaurante más pasado de precio en el que he estado nunca. No volveré (por el precio y por el trato posterior a contar mi experiencia en redes) y seguiré quejándome en cada restaurante en el que crea que mi dinero no me aprovecha lo suficiente. En fin, que hemos...
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