Bienvenid@s a Ferreiro, un restaurante donde casi todo está bien. Hace poco estuve allí en una comida con mi empresa, todo transcurría con normalidad, una comida normal, un sitio normal, unos camareros amables y atentos y la gran compañía de mis compañeros de trabajo. Yo me encontraba sentado en un sitio donde tenía una columna a mis espaldas, realmente no era molesto porque no me estorbaba y la distancia era considerable, aun así entiendo que para gente que tenga cierto diámetro abdominal el paso pudiera ser algo ajustado pero nada insalvable, de hecho el metre (Raúl, según he leído en algún comentario) pasó entre mi silla y la columna en varias ocasiones golpeando un par de ellas mi silla, sin pedir disculpas por cierto, pero tampoco me molestó mucho, porque tampoco es que me tirara de la silla. Durante el segundo plato creo recordar, yo estaba en equilibrio sobre las patas traseras de la silla (si, ya se que no está bien) mis padres me decían que no lo hiciera, yo pensaba que era porque corría el riesgo de caerme y morir de una muerte estúpida, cómo los que orinan en una valla eléctrica o se tiran dentro de un barril por las cataratas del Niágara. Pero después de tantos años decidí salir de mi zona de confort y jugarme la vida inclinándome hacia atrás en la silla, quedando sujeto por la dos patas traseras y con las manos a la mesa, realmente la adrenalina recorrió mi cuerpo rápidamente ante tan arriesgada maniobra, cuando de repente y estando absorto en mis sensaciones noté cómo alguien me daba dos palmadas en el brazo y me decía en voz alta: "si te pones así las sillas se rompen y luego la tendrás que pagar', al girarme vi a un palmo de mi al metre del lugar que tuvo problemas para transitar anteriormente entre mi silla y la columna, atónito observé cómo me daba la espalda y se marchaba sin decir nada más y dejándome con la palabra en la boca. Me sorprendió mucho su reacción tanto a mí como a mis compañeros de trabajo, pues mi arriesgado ejercicio de equilibrio sobre las dos patas traseras de la silla quizá mereciera un reconocimiento en lugar de una reprimenda. En ese momento entendí, que este señor con su buena intención de que no me hiciera daño se asustó al verme así jugándome la vida cual artista circense, perdió las formas debido a la emoción y su instinto se impuso a su educación, por lo que no pudo evitar hablar de una forma algo desagradable y delante de todos mis compañeros. Por suerte aún está a tiempo de aprender el oficio y sobreponerse a las emociones que le pueden causar ver a los clientes haciendo equilibrios sobre las patas traseras de las sillas, para poder decir las cosas de una forma educada y amable y sin necesidad de dar golpecitos a nadie en el brazo. Volveré seguro pero la próxima vez me prepararé algún número de contorsionismo que también se me da bien y entre artistas del humor, contorsionistas, equilibristas, etc... no me extrañaría que nos llamaran del Cirque du Soleil...
Read moreAcompáñame a leer esta triste historia: Nos tomó la comanda Raúl, ya con desidia y metiendo prisa, le pedimos MEDIA ración de pulpo, 2 zamburiñas y una fabada para los dos. Le informamos de que comíamos poco pero de forma inquisitiva nos dijo que iba a comandar 1 fabada y media porque era poca comida. Le trasmitimos que queríamos solo 1 y si nos quedábamos con hambre pediríamos más pero se negó en rotundo y nos volvió a exigir 1 y media porque no quería marear a cocina...(se ve que la forma de actuar del resto de restaurantes es errónea porque el Sr. Raúl nunca se equivoca y dispone de la verdad absoluta) así que finalmente pedimos 1 de fabada y media de verdinas con marisco. Bien, pues tras obligarnos a pedir de más (finalmente sobró comida) nos traen UNA RACIÓN de pulpo(algo que nosotros en ese momento no sabíamos), las zamburiñas y tras finalizar la media de verdinas le pregunto a Raúl si la fabada era 1 o media, de muy mala manera me contestó que era 1 entera. En ese momento le comunico a esta persona que ya estábamos llenos pero le dio igual. Finalmente al recibir la cuenta vemos que aparece 1 Ración de pulpo en lugar de media y le comunicamos al camarero que trajo el datafono que habíamos pedido media y le explicamos toda la situación descrita, por lo que nos dijo que nos iba a descontar la media de pulpo(algo que salió de él, no de nosotros, que solo explicábamos la situación y el descontento). De muy mala manera el Sr. Raúl pegó un golpe en la mesa con la cuenta porque ÉL NO SE EQUIVOCA, insistió que le habíamos pedido 1 ración de pulpo y que el sabe cuanto tienen que pedir los comensales en sus + de 20 años de experiencia (que se ve que no le han servido para aprender a tratar bien al cliente) así que no nos iba a descontar nada. Este señor no nos escuchó en ningún momento, ni pidió disculpas por su error, era como hablar con la pared, nos gritó y nos habló de muy malas maneras. En ningún momento este Sr. se planteó el haber escuchado mal la comanda. Pasamos mucha vergüenza. Además intentó dejarnos por mentirosos. Lo siento pero no tenemos necesidad de mentir. Así que recomiendo encarecidamente que no le pidáis comandas a este señor ya que os puede llegar cualquier cosa, 3 platos de fabada cuando pedisteis solo 1 o incluso...
Read moreEn este restaurante especializado en cocina tradicional asturiana, tuvimos una experiencia excepcional desde el momento en que entramos. El ambiente fue uno de los grandes puntos fuertes: una combinación perfecta de elegancia y calidez. La decoración cuidada, la iluminación acogedora y el estilo del lugar hicieron que el entorno resultara sofisticado pero cómodo al mismo tiempo.
El servicio, como suele ser característico en los mejores lugares de Madrid, fue impecable. Los camareros no solo fueron atentos y amables, sino que demostraban una clara vocacionalidad por lo que hacen, lo cual siempre se agradece. Nos sentimos bien atendidos en cada momento, sin ser invasivos.
Comenzamos con unos buñuelos de bacalao, un entrante clásico que aquí estuvo muy bien ejecutado: dorados por fuera y con una textura suave por dentro, acompañados de un toque de alioli que complementaba perfectamente el sabor del bacalao. También tomamos un variado de croquetas espectaculares.
El plato estrella, sin duda, fue la fabada. Llegó a la mesa en una presentación tradicional, con abundancia y generosidad en las raciones. Los sabores eran profundos y auténticos, con cada ingrediente aportando lo suyo al conjunto: las fabes tiernas y el compango con ese sabor ahumado que define bien el plato.
También probamos el rabo de toro, y fue espectacular. Cocido a fuego lento, la carne estaba tan tierna que prácticamente se deshacía en el tenedor, con un guiso que tenía la mezcla perfecta de especias y vino. Fue sin duda uno de los puntos altos de la comida.
Las verdinas con almejas y gambones estaban un poco al dente pero espectaculares de sabor.
Terminamos con una torrija enorme con helado de almendra.
Se pueden pedir medias raciones de legumbres lo que te permite probar más platos.
En resumen, una experiencia de calidad tanto por el entorno, el servicio vocacional, y, sobre todo, por los platos tradicionales que logran mantener la esencia de la gastronomía asturiana.
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