Talberna del Chato is a small tapas bar in Madrid offering a variety of unique and tasty dishes. In our past experience, we walked in and seated immediately at the bar prior to the dinner time rush. The friendly owner enthusiastically gave us his suggestions. The dishes came shortly in small glass containers that were neatly arranged.
We ordered a menu for two, including prawn nests, crispy chicken, partridge pate, seafood salad, mojo sauced potato, and our choice of salmorejo and sirloin on fries. It even came with sangria for two, so it was great value for the price. The chicken, salmorejo and potato were very well-seasoned by the chef, and we enjoyed all of the menu dishes. We even tried the fresh beef tartar for the first time, which fortunately came with bread to paste it.
We thoroughly enjoyed our experience at this tapas bar, which felt more attentive, unique and less rushed compared to many of those we tried in busy Barcelona. The owner also happily took a photo for us...
Read moreWe found this place on Yelp and we thought we'd give it a try. This place was pretty empty but we wanted to relax, have some wine and snacks. This was the perfect spot. Great vibes, friendly staff, and amazing chatos. I wish I took more pictures. I swore I did but I think my husband deleted them by mistake and they are not in my deleted files.... ugh~
Anyhow, the food was really good, the staff was awesome and the whole vibe was perfect. I would love to take my friends here the next time...
Read moreEn Madrid nos hemos acostumbrado a estos negocios vestidos de madera y trasfondo hipster que nos impiden ver la evidencia.
Planteemos la situación, vamos 5 personas a cenar, tampoco buscamos atiborrarnos, tomar unas cervezas y picar algo. Vivimos aquí, menos de 15 por cabeza es difícil (cenar cenar por menos de 20 ya es complicado).
Nos decidimos por clásicos, croquetas, patatas bravas y secreto, a casi 10 euros las dos primeras y 14 la última esperamos cumplir el objetivo. Spoiler: no fue así, acabamos pagando 50e sin haber prácticamente picado.
Las patatas bravas, caseras pero recalentadas, les delataba esa pringosidad que el sellado exterior de la fritura no es capaz de bloquear en el microondas y sale de dentro. No les pasaba lo mismo a la ración de patatas con solomillo (disfrazado de secreto en pequeñoa trozos que nos pusieron). Las croquetas, pequeñas, estaban recién fritas, que no hechas; por textura y sabor habían sido hechas lejos, probablemente en la misma fábrica que las patatas paja con las que venían. Sólo apuramos las croquetas y porque entre 5 las 8 de medio bocado que venían repartían el sufrimiento, el resto no pudimos terminarlo.
Con varios bares y restaurantes por la zona era la única mesa en terraza vacía, lo entendimos después. No se lo merece el servicio que estuvo muy atento y eficaz.
La noche acabó con un momento lúgubre frente a la tele acabando, entre sollozos, las sobras de la comida, judías verdes con patata cocida el único plato rico...
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