•Este restaurante de cocina de autor nos ofreció una experiencia gastronómica excepcional, basada en la visión creativa y personal del chef. Su propuesta combina técnicas modernas con reinterpretaciones originales de platos tradicionales, todo ello acompañado de una presentación visual impecable y muy cuidada.
Menú Degustación para Dos – Sábado Noche | 25 € por persona.
• Croqueta de cochinillo con salsa cóctel de setas y soja ahumada (Una por persona): 10/10. Sin duda, una de las mejores croquetas que hemos probado. No era la más cremosa, pero estaba perfectamente ejecutada: crujiente por fuera, con un relleno sabroso y un intenso sabor a cochinillo muy logrado. La salsa fue el complemento ideal, aportando un contraste delicioso que redondeó el bocado. Además, su presentación estaba muy cuidada. Una pieza sorprendente, sabrosa y muy recomendable para empezar el menú con el listón bien alto.
•Entrando en palacio: Ensalada de medallón de queso de cabra gratinado con lechugas variadas y vinagreta de frutos rojos del bosque (para compartir): 10/10. Sin duda, la presentación más llamativa e impactante de la noche. Además de su estética, esta ensalada destacó por su sabor. El queso de cabra, sorprendentemente suave en comparación con otros que hemos probado, combinaba perfectamente con la vinagreta de frutos rojos, realzando aún más su delicadeza. El equilibrio entre los ingredientes crea un plato original, elegante y muy bien logrado. Una recomendación absoluta por su sabor y creatividad.
•Lasaña fría de boquerones en vinagre, con láminas de queso de cabra, pimientos y berenjena asada al horno, acompañada de una reducción de vinagre de Módena (individual): 10/10. Era el plato en el que menos expectativas teníamos, ya que los boquerones en vinagre nunca me han convencido. Sin embargo, fue una de las grandes sorpresas de la noche. La combinación de sabores estaba increíblemente bien conseguida: los boquerones, suaves y equilibrados, junto con el queso de cabra, la berenjena asada y el pimiento, formaban un conjunto armónico y lleno de matices. Lo que terminó de redondearlo fue la reducción de Módena, que aportaba un contraste dulce y elegante. Un plato original y sorprendente que recomendamos totalmente.
•Chupito de limón y cereza (individual): 10/10. Nos encantó este detalle a mitad de la cena. Un sorbete tipo granizado, con un sabor a cereza muy logrado y un toque cítrico que lo hacía aún más refrescante. Fue una pausa perfecta: ligera, sabrosa y muy bien presentada. Un gran acierto que se agradece mucho en este tipo de menús.
•Solomillo ibérico flambeado al Pedro Ximénez, con arándanos, cebollitas baby y ñoquis de patata caseros a la crema (individual): 10/10. Sin duda, fue mi plato favorito de la noche. Lo habría repetido al menos un par de veces más. El solomillo estaba cocinado a la perfección: increíblemente jugoso, tierno y fácil de comer. El Pedro Ximénez le aportaba un toque dulce y profundo que lo elevaba aún más, y la combinación con los arándanos y las cebollitas fue un gran acierto. Los ñoquis, suaves y cremosos, tenían un sabor riquísimo; lo único que echamos en falta fue un poco más de cantidad. Aun así, el conjunto fue excepcional. Muy recomendable.
•Tentación de chocolate y texturas con algodón de azúcar (para compartir): 9,75/10. Lo que más nos conquistó de este postre fue su originalidad y presentación tan creativa. El chocolate líquido que se vierte por encima tenía un sabor delicioso, y el bizcocho nos pareció muy bueno, aunque un poco empalagoso si se tomaba solo. Al combinarlo con el algodón de azúcar y las palomitas, la experiencia mejoró mucho. Creemos que una bola de helado habría añadido ese toque fresco que le faltó para redondearlo del todo y alcanzar el 10. Aun así, es un postre sorprendente y muy recomendable.
~Una experiencia fantástica de principio a fin. Disfrutamos tanto del ambiente como de cada uno de los platos. Un restaurante que merece mucho la pena...
Read moreThere are moments in our lives when we are lucky enough to be granted the good fortune of experiencing gastronomical gifts beyond compare, this restaurant is one such opportunity.
This gem tucked away in the corner of an unassuming shopping plaza deep in the heart of the city, could easily be overlooked, my advice, don’t let that happen. A visit to this dining establishment will treat you with a selection of gourmet dishes that not only tantalize and excite the palate but also dazzle the eyes and sense; you will also experience the type of service that often seems lost to a bygone age. From the moment we walked through the door we were met with a warm welcome and greeted with a distinct feeling that our custom was sincerely and gratefully appreciated, and once we were seated, every need and question was graciously accommodated and any language barrier was quickly evaporated with patience, care and affection, the number of times we watched the same scenario play out throughout the evening warmed our hearts and rekindled the faith that kindness is still being practiced around the world.
What can I say further, this was a delightful dining experience, that we will look back with broad smiles and satiated palates. I hope you are fortunate enough to make the time to visit and have a...
Read moreCena de amigos con menú a precio cerrado 35 €.
Primera sorpresa, no se sirve bebida, al menos dentro del menú, hasta que están todos los comensales sentados, tampoco después de servir el postre. Gracias a la puntualidad española y a esta nueva modalidad de maximizar los ingresos por parte del restaurante, me deshidrato durante 30 minutos hasta que, a falta de una sola persona e insistiendo nos “autorizan” una bebida, yuuhuu!!.
Entrantes: croquetas de langosta, langosqué….? Bien de textura pero insípida mejor la de jamón y solomillo… aunque tampoco destaca por su sabor
Ensalada: mézclum de bolsa de Mercadona en una tulipa con pechuga empanada y crujiente de bacon. Pollo empanado, ¿en serio?, y en lugar de beicon crujiente una especie de jamon tipo york a la plancha, decepcionante la verdad.
Carpaccio de rape con más nombres que un heredero a la Corona. Apartando la abundante decoración, con más interés estético que culinario (creo que el polvo rosáceo que acompaña a varios platos y que supongo de remolacha, lo compran por toneladas), hay unas pocas rodajitas de pescado cuyo escaso sabor se ve eclipsado por unas lascas de parmesano. No soy un experto, pero en mi opinión acompañar un pescado de un sabor sutil con un queso potente como es el parmesano no tiene demasiado sentido salvo que el objetivo sea enmascarar la ausencia de sabor del pescado. La vinagreta de mango dulzona tampoco ayuda.
Y pasamos al plato principal ¿ya?, sí ya, si lo sé como más pan.
Como no todo va a ser malo, mi solomillo Wellington estaba muy bueno, tierno y sabroso y con el hojaldre solo en la parte superior para evitar que se reblandezca en la base. De nuevo polvo rosáceo pero se lo perdonamos porque el plato si está conseguido.
El mero de otros comensales en cambio soso y pasado de cocción.
Los postres compartidos, tarta de zanahoria, de canela creo recordar y de chocolate aceptables sin más pero escasos en cuanto a cantidad.
En cuanto al servicio no demasiado amable y con la sensación de tener demasiada prisa.
Por último el local es excesivamente ruidoso, sin contar con las tres interrupciones durante la cena para escuchar a todo volumen el “cumpleaños feliz” de Parchís, aunque no es culpa del restaurante que media Murcia celebrase su cumpleaños allí esa noche.
Respecto a la valoración doy tres estrellas porque no es la primera vez que visito el restaurante y en general me gustaba tanto el ambiente como la comida pero tras esta última cena y después comentarlo con más gente me da la sensación de que pretenden rentabilizar en exceso los menús de grupo y hay mejores opciones por...
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