Se veía un local muy bonito y agradable. En el hotel además, que estaba muy cerca, nos lo recomendaron. De los 3 que tienen elegimos este porque había menos gente y no habíamos reservado. Esperamos 20 minutos en a barra tomando un vino. Ningún problema. Eso si, 10 minutos en la puerta hasta que alguien dijera buenas tardes. En la barra, el servicio bastante desagradable también. Una crítica constructiva: tienen ustedes en la carta vinos de la tierra, que estoy seguro que mucha gente probaría. Por copas en el bar sin embargo, la camarera no me dio opción. Solo en comedor por botellas. Nos sentaron y sin aun haber apoyado el trasero en el asiento nos preguntan si queremos pan. Pensé: déjame ver la carta primero, y decidir qué quiero. Habrá tiempo de pedir pan...Pero bueno, pedí pan. Qué más da. Otros 10 minutos a que vengan a tomarnos nota. Nunca me enfado cuando me hacen esperar, porque lo entiendo. Pero sí apunto a que unos locales que deben facturar tantísimo, que son enormes, están en la mejor calle de Oviedo y hay un lunes a mediodía hasta cerca de una hora de cola, deben tener personal suficiente para proporcionar el servicio que se espera. Por último, nos toman nota y nos interesemos por un corte de carne roja que me gusta bastante y llevaba tiempo sin robar. Pregunto si es para dos, o necesito pedir algo más, y me sueltan que cuidado,. Que es carne roja y que se toma al puto o poco hecha. Contesto no hay problema, nos gusta al punto. Insiste la camarera: es que una vez se sirve no se devuelve. Pregunto: ¿me está usted diciendo que si el punto del cocinero no coincide con el que yo estoy acostumbrado y quiero que nos la pasen 3 minutos más, nos van a decir que no? Contesta que así es. Pido la cuenta. El vino que tenía en la mesa ya lo aboné antes, pido pagar el pan, que por supuesto ya estaba allí (no lo habíamos tocado, pero si hay que pagar se paga). No me lo cobraron. Gracias. Me marcho. Una hora perdida. Seguro que la comida era estupenda. Tenía todo buena pinta. Pero a mí que ni me esperen más. Se nos estaba habiendo ya tarde con esa hora de espera, y a ciegas entramos en una de las sidrería que había en frente. La diferencia en trato y ambiente fue de la noche al día.