Solemos ir a menudo y, aunque el servicio de camareras últimamente era bueno, con personas amables, atentas y profesionales, hoy, viernes 10 de junio, nos ha tocado, como antaño, aguantar la falta de cualificación y grosería de dos camareras nuevas y, en especial, de una de ellas. Para empezar, teníamos reserva a las 15:15, a la que hemos acudido cuatro minutos antes. Nos ha sentado la camarera que nos iba a "atender" luego, muy amable, aunque se la veía estresada. Después de 50 minutos, la otra camarera, que parecía muy inexperta pero agradable y educada, nos ha traído los entrantes y, poco después, el cestillo del pan con cuatro rodajas finas, una para cada comensal. Diez minutos después la camarera estresada nos ha tomado nota, en total una hora de espera, las 16:15. Estaba apuntando mal lo que le estábamos diciendo así que ha habido que repetírselo y asegurarlo varias veces. Cuando nos ha traído los primeros platos, se ha confundido, pero nada grave, pues si es nueva es normal que pasen esas cosas. El caso es que, cuando aún no habíamos acabado el primer plato, exquisito, como siempre, le hemos pedido agua, que se nos había acabado y se ha llevado la jarra. Hemos terminado ese plato y 10 minutos después, cuando ha empezado a traer los segundos platos, le hemos vuelto a pedir agua y pan, que también lo habíamos acabado. Su respuesta ha sido que no había más pan, que había habido mucha gente, habían sacado ya seis barras y se había acabado. Se nos ha acabado la paciencia y le hemos dicho que no es nuestro problema que se les acabe el pan (que no ha sido la primera vez) y que sin pan no vamos a seguir comiendo, que ni siquiera habíamos empezado el segundo plato. La camarera, entonces, ya de formas groseras y malas caras, nos ha dicho que tienen uno congelado pero que no nos lo va a sacar ya. Mientras tanto, la otra mesera, avergonzada por el comportamiento de su compañera, nos ha preguntado a ver si queríamos agua, a lo que le hemos respondido que sí y nos la ha traído de inmediato. Cuando la camarera borde ha traído el resto de platos, ha traído también otra jarra de agua, pero le hemos dicho que ya no hacía falta. Al momento, nos ha traído un cestillo con cuatro rodajas de pan recién descongelado (mal descongelado, por cierto), así que, por lo menos, hemos podido comer el segundo plato con pan. Cuando aún no habíamos acabado, la camarera maja pero inexperta, nos ha traído los postres y casi se lleva el plato de uno de los comensales que aún estaba comiendo. Prácticamente se lo hemos tenido que quitar de las manos. Ya por fin, para las 17, más o menos, hemos terminado de comer. Lo bueno, la comida, pero la pena es que íbamos con dos personas que no habían ido nunca y se han llevado una impresión desastrosa. Recomendación para la gente: preguntad al reservar quién está atendiendo y, si es nueva, esperad a ver...
Read moreEl local es pequeñito, por lo que si se quieren hacer comidas de grupos grandes es mejor reservar. La decoración era minimalista y muy limpia, tenían una exposición de dibujos de gatos muy curiosa. Los baños limpísimos, al menos el de chicas. Y la decoración muy graciosa. Se come de menú, entre semana cuesta 18€. Tres primeros, tres segundos y varios postres a elegir. Bebida y pan incluidos. Comenzamos con un entrante que era una sobrasada de anacardos y mil cosas más, ojalá lo vendieran en botes. Nos gustó a todos, incluso el panecillo de centeno en el que venía. Como éramos muchos, pudimos probar todos los platos. Los primeros nos encantaron todos. Las alubias con la morcilla vegana, bastante conseguida; la crema de verduras que nos recomendó la camarera y menos mal, tenía mucho sabor y un toque picante muy agradable. Quiero destacar la ensalada con la mejor lechuga (y mil elaboraciones) que he probado. En cuanto a los segundos, la quiche gustó mucho, pero es un plato para los amantes de las setas. La berenjena al curry con chutney de mango y melocotón, es un plato que deberían mantener siempre en la carta, todo un exito. Por último, el falso pollo... No es una buena elección para la gente que come carne habitualmente. La textura falla bastante, sin embargo, la salsa de pimientos es maravillosa (ojalá la vendieran en tarros también) y las patatas muy buenas y caseras. En cuanto a los postres, la tarta de queso vegano nos decepcionó un poco, porque era con toping y base de oreo y es a lo único que sabía. Los smoothies de frutas y remolacha nos gustaron, pero hay que tener en cuenta que la remolacha tiene mucho sabor, en consecuencia, era más dulzón de lo esperado. Las natillas de café estaban muy buenas, pero cuidado porque llevan licor de café (la textura es más densa de lo esperado en unas natillas). Por último, probamos la copa de chocolate, sencillo pero eficaz para acabar con un toque dulce. Se nota que es un restaurante que cuida la estética, la atención al cliente y sobre todo el producto. Apuestan por productos de calidad y de proximidad. Además, creo que no se nota en el precio y sí en el paladar y en el organismo. Es un sitio al que siempre hay que volver, porque los platos van cambiando y nunca...
Read moreEdito reseña. Ayer volvimos al Black, pese a decir que no lo haríamos, pero la comida es tan buena, que es imposible negarse. De la comida, como siempre, solo podemos hablar bien y decir que no tiene competencia en esta ciudad. Riquísimo todo y con enjundia, quiero decir que te quedas bien llenito. Y bueno, ahora toca comentar algo sobre el servicio; solo puedo decir que las camareras no han podido ser mejores. Muy profesionales, rapidísimas y muy simpáticas. Espero que duren mucho. Lo que digo, un servicio comparable a la comida, excelente. Deseando volver...
Hace cuatro meses. Hoy hemos vuelto al Black, al que solemos ir a menudo y al que yo no voy a volver jamás. Nos han traído la comida una hora tarde sin disculparse lo más mínimo y encima, equivocándose de platos. Aparte de no disculparse, la camarera que nos ha sido asignada, tenía un comportamiento bastante maleducado. Tengo que decir que, como ocurre bastante veces, ambas camareras eran nuevas (y totalmente inexpertas). Al acabar el primer plato, hemos pedido agua y pan. Al respecto del pan, he de subrayar que nos habían llevado cuatro rodajitas bien finas, supongo que una por cada comensal. Al llevar el segundo plato nos dice que pan no nos puede llevar, porque ya ha gastado seis barras y no tienen más. Le decimos que entonces nos vamos y nos suelta que tiene más congelado pero que no nos lo va a sacar. El agua, después de 20 minutos nos la lleva la otra camarera avergonzada, supongo que de su compañera, y a continuación, llega la susodicha con unas rodajas de pan, mal descongelado, y otra jarra de agua. En resumen si me escupen al plato salgo más contento. Para una opción de cocina vegana de calidad que hay en esta condenada ciudad, el trato "tan profesional" de las camareras, te deja sin ganas de volver, por rico que...
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