Podría resumir en una sola palabra la experiencia gastronómica en este restaurante: IMPRESIONANTE!!
De todos los restaurantes a los que hemos ido a disfrutar de una buena comida, para nosotros ocupa la lista dentro del "Top 3" sin dudarlo, por lo que os animo a reservar mesa y comprobarlo. La composición de sabores en un mismo plato han hecho que sólo "abriésemos la boca" para comentar lo increíble que estaban.
En un inicio, llegamos con una demora de 15 minutos de retraso a la reserva (el aparcamiento está un poco complicado, sobre todo en épocas festivas como el puente de diciembre); en todo momento nos atendieron con amabilidad y cortesía guiándonos a la mesa reservada. Enseguida nos tomaron nota de la bebida y los platos; he de decir que ya teníamos previamente echado un ojo a la carta desde su página web, pero la carta física del restaurante es toda una maravilla. En ella, reflejaba con el símbolo correspondiente los platos libres de gluten y, para nuestro asombro, eran el 90%; además, me pareció muy original la primera página de la carta donde narra la historia del restaurante, por lo que recomiendo que realicéis una lectura.
Para los intolerantes al gluten es una fantasía el poder degustar comida casera hecha con mimo y dedicación, pero cuando pruebas nuevas composiciones de sabor y texturas, la experiencia se vuelve más emocionante. La agilidad del personal por sacar los platos es de reseñar, pues no tardaban en sacarlos de cocina y presentarlos en la mesa.
Nosotros pedimos, de aperitivo para abrir el apetito, dos unidades de madejitas de ternasco con ajoaceite que estaban espectaculares (hubiésemos pedido más si hubiésemos sabido que estaba tan ricas); la fusión de los sabores en boca era tal que te invitaba a rebañar con la propia madejita la salsa. De entrantes unas migas de celíaco a las que luego le podías añadir ingredientes extra (nosotros las pedimos con chorizo y huevo, pero podías añadir uvas para crear contraste de dabores, cebolla, jamón, tomate, etc.); estaban deliciosas y muy bien conseguidas, súper crujientes. Además, a modo de anécdota, contaros que pensábamos que sería "una ración de entrantes" (la típica que te ponen en Madrid para picar), pero aquí ¡Todo es a lo grande! El plato era enorme y pensábamos que llegaríamos al principal llenos.
En cuanto al principal, elegimos medallones de solomillo ibérico con salsa de boletus; de las MEJORES CARNES que hemos comido nunca. Para nosotros fue el plato ESTRELLA porque tenía todo: la carne blandita, bien hecha, en su punto, un sabor ALUCINANTE, corte perfecto y exteriormente bien marcados acompañado de hongos deliciosos. La salsa estaba increíble, tuve que pedir pan (sin gluten) para rebañar el plato; el pan era un mollete pequeño que, para mi gusto y como recomendación, no hubiese estado mal haberle dado un calentón (los celíacos sabemos que nuestro pan es un poco particular y calentito siempre es más agradable).
De postre pedimos un helado de queso con guirlache para compartir. No queríamos irnos sin probar el dulce, ya que con el salado se habían lucido. El helado casero riquísimo, con buen sabor a queso y la mezcla del guirlache con la salsa de frambuesa alucinante.
Os invito a visualizar las fotos con las que se os hará la "boca agua". Nosotros repetiremos y volveremos sin dudarlo...¡Ojalá estuviesen en Madrid!
Muchas gracias por el trato recibido y por el esmero en facilitar la vida gastronómica a los...
Read moreEn primer lugar, decir que estuve allí hace un año aproximadamente con mi madre y mi hermana. Buscábamos un sitio donde comer en Zaragoza un ternasco de calidad y, por la reseñas de Google y haciendo reserva última hora por internet (que también confirmamos telefónicamente), conseguimos mesa en este restaurante bastante ilusionadas por las buenas valoraciones de Google. He de decir que al llegar no sentaron rápidamente en la mesa sin hacernos esperar. El local se veía bien decorado y elegante con un acceso bueno para discapacitados y bien comunicado. Lo que realmente nos molestó, y de ahí la puntuación, fue que al ver la carta, por el nombre de los platos, teníamos ganas de probar muchos de los entrantes o tapas ya que era una gastronomía diferente de la que nosotros conocemos. Entonces nos vino una camarera a la que le dijimos que nos hacía ilusión probar toda esa lista de tapas unos cuantos platos pero que no sabíamos las cantidades y que teníamos, de 2o plato, reserva de dos ternascos (que había que solicitar previamente con la reserva) que, por lo tanto, nos aconsejarse de las cantidades para elegir más o menos tapas a lo que ella nos animó a cogerlas todas. Hicimos caso y solicitamos todos aquellos platos que incluían los lorencitos, las madejitas, una especie de cardos con crema, la morcilla y el jamón ibérico. No sabemos aún a día de hoy si es que en Aragón se come cantidades astronómicas o si realmente la camarera nos aconsejó mal, muy mal. Lo que sí podemos decir es que cuando vimos los platos nos iba a dar un infarto de la cantidad de comida que había allí y de lo mal que no sabía aconsejado creemos que no con muy buena orientación porque un experto en su cocina tiene que saber aconsejar y nos debía haber dicho que aquello era una barbaridad si lo acompañábamos de dos lechazo. Nos quejamos a la camarera y a la responsable pero muy antipáticamente nos dijeron "es lo que hay" eso sí, tuvieron la amabilidad de ponernos los lechazos para que nos los comiéramos en el AVE al día siguiente en un táper. A esta mala experiencia tengo que añadir que tampoco fue una comida para recordar. Mucho más bueno, bien de precio y ajustado comimos en el Tubo que allí (ver mis otras valoraciones de gastronomia en Zaragoza) Y ya para rematar la aventura, al cabo de unos quince días de haber comido allí, recibimos un email en un tono más que amenazador en el que nos decían que nos iban a cobrar los dos lechazos porque no nos habíamos presentado en la reserva. El cobro ya se había procesado y tuvimos que gestionarlo a través del banco y reclamarles a ellos, a lo que respondieron que era un error. Pero la amenaza y el cobro ya se había echado... Quizás tuvimos una mala experiencia que, afortunadamente, fue la única de nuestra estancia en la maravillosa ciudad de Zaragoza, lo que tenemos claro es que aquí...
Read moreBueno, la verdad es que es una lástima que pese a lo bien que ha estado la comida tenga que poner una estrella. Y ahora explico el motivo: No es normal, que yo pida el punto de carne muy hecha, y que una de las camareras (hija del dueño) me contesté bien borde "como un zapato"??? Y se ponga a rebatir poco menos que no sé comer carne y que los zapatos no se comen. Parece de chiste la situación pero no lo es. Además de luego insistirme en cómo son los puntos de la carne de malas maneras. Posteriormente, ha vuelto a salir a preguntarme de manera prepotente "que tal el zapato?" Mira, si el cliente te pide la comida con un punto específico no hay que discutir nada, lo que el cliente solicita se cumple, siempre que las condiciones lo permitan. Me ha hecho pasar vergüenza delante del resto de comensales. La próxima vez regule sus formas. Una clienta que ya no vuelve más pese a la buena comida y el excelente trato del dueño.
RESPUESTA A SU MENSAJE: Estimada Elisa, agradezco su respuesta, aunque lamento que siga sin comprender lo esencial del problema: no fue una cuestión de puntos de cocción, sino de formas. El tono, las palabras y la actitud pueden convertir una simple explicación en una falta de respeto. Y cuando un comentario se repite con sorna delante de otros comensales, deja de ser una broma para convertirse en burla. Valoro la comida y el trabajo de quienes se esfuerzan, pero como cliente merezco el mismo respeto que ustedes esperan. A veces, una disculpa no consiste solo en justificar la intención, sino en reconocer el efecto. Ojalá esta experiencia les sirva para crecer. A mí, simplemente, me sirve para no volver. Gracias.
RESPUESTA 2:
Agradezco su respuesta, aunque lamento que insista en invalidar mi experiencia recurriendo al argumento de que “nadie antes se ha quejado”. Que algo no haya sido señalado previamente no significa que no pueda resultar ofensivo, y mucho menos que no deba revisarse. Le aseguro que lo que sucedió en la mesa posteriormente fue comentado por el resto de comensales como una falta de respeto, así pues no es únicamente mi percepción.
No se trata de no entender el humor, sino de comprender que el contexto, el tono y el momento importan, especialmente cuando el comentario se repite delante de otros clientes y genera incomodidad. Una broma deja de serlo cuando quien la recibe no la disfruta y, en vez de reconocer eso, se insiste en justificarla.
Valoro el trabajo que hacen, pero también valoro el derecho de cualquier cliente a sentirse respetado. No escribí mi comentario por rencor, sino con la esperanza de que pueda servir para mejorar el trato y la empatía. Si eso no se logra, al menos espero haber dejado clara mi...
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