Mi nuevo restaurante favorito en Alicante. Con estas sensaciones me quedo cuando salgo de Open por primera vez.
Éramos tres y llamamos 3 días antes para intentar reservar mesa, pero fue imposible: todo lleno mañana y noche. Decidimos volver a llamar la misma mañana por si acaso, pero tampoco nos pueden ofrecer ninguna. La diferencia fue que en su lugar nos pudieron aconsejar llegar pronto para coger sitio en barra. Y bendito consejo: resultó ser el mejor asiento de todo el restaurante.
Nada más entrar ya sabemos el porqué del nombre: es una experiencia en la que vamos a poder ver todo lo que ocurre en cocinas sin tapujos ni escondites. La camarera nos invita a sentarnos en cualquier sitio de la barra, pues esta se encuentra vacía. Todo el personal saludándonos muy amables.
La barra no es una barra típica al uso (este juego se repite una y otra vez durante la experiencia), pues es más baja de lo normal (casi al nivel de las mesas de los cocineros) y tenían sillas con asiento muy amplio para garantizar la comodidad (esa que muchas veces se pierde en las clásicas barras de bar).
Nada más sentarnos nos piden bebidas, y decidimos probar la Mahou Barrica Edición Especial Bourbon Envejecida. Ha sido toda una sorpresa, pues contiene ciertos rasgos de una cerveza tostada, pero muy suave, dulce y agradable al paladar. Pura clase.
Justo en frente de nosotros nos encontramos a uno de los dos socios: Alberto Calleiros. Su cara me suena pero no consigo acordarme de quién es hasta horas después le veo en Google sin barba: estuvo en Pópuli Bistró (o, quizá, aún sigue). Y eso confirma nuestras sensaciones: la calidad, técnica y honestidad mostrada está totalmente justificada.
Nada más sentarnos nos traen una serie de dos aceites a degustar con panes de la casa. Deliciosos ambos.
Tras ello vamos a por la tortilla, que ya de primeras nos sorprende porque Alberto introduce un sifón en ella mientras está en la sartén. Este es el juego del que hablábamos. Lo que le inyectan es una especie de aire de sopa de cebolla, que al ser tan suave aporta poco sabor, pero en la sorpresa está el detalle.
Después pasamos por la catalana de atún. ¿Por qué meter un buen jamón Joselito cuando podemos probar con atún rojo? Pues eso. Espectacular.
Tras ello llegaron los sepionets. Curiosamente antes habíamos pasado por el mercado y tenían una oferta de sepionets que no pudimos rechazar (¿casualidad?). Estos sepionets también hicieron replantearnos (al menos a mí) el porqué de siempre unir un guiso de alubias con carne. ¡Vivan las alubias con sepionets y allioli de almendra! Fue tal el milagro que mi hermano acabó diciendo: me encanta el plato. Y teniendo en cuenta de que odia los días de alubias y los de pescado, creo que se puede catalogar de milagro. Hasta Alberto quedó sorprendido cuando le dijimos que no le gustaban (ambos reían). La textura y el sabor de los sepionets unidos con el allioli de almendras fue una combinación deliciosa.
El festín seguía con las manitas, que a modo de mar y montaña, se juntan con las vieiras para conseguir una simbiosis perfecta. Por cierto, hasta ahora todos los platos poseen estética minimalista blanca; y el trato con el cliente es inmejorable tanto por parte del chef (explicaciones y consejos) como por el servicio (constantemente pendiente de nosotros).
El fin se acerca y tiene cara de pluma ibérica de bellota incrustada en pan de Malaysia. También llamado pepito. Lo tierna y sabrosa que está la carne es, sin duda, lo mejor del plato. Además es todo un acierto el añadido de los pimientos.
De postre, la tarta Alaska, homenaje a la infancia de Alberto. Vista la bandeja, decido preguntarle el porqué de la elección de esa vajilla para la presentación. Su historia es justificada.
Y de precio, de lo mejor de todo Alicante: unos 30€ por persona habiendo comido como reyes tanto en cantidad como (sobretodo) en calidad.
Sin duda repetiremos. Ha conseguido que salgamos (mi padre, hermano y yo) con una sonrisa de la experiencia; y eso, a fin de cuentas, es lo que...
Read moreLocal sobrio por fuera pero acogedor por dentro en el que además exponen obras de arte diversas que están a la venta. Comida con mucha intención, originalidad y apostando por buen producto: desde el pan hasta carnes, pescados o el café. Hay medias raciones de bastantes platos lo cual se agradece para poder probar diversas elaboraciones. El servicio de sala está bien pero es mejorable en detalles, sobre todo en actitud, ya que según he leído en algunas otras críticas no soy el único que ha notado algo "raro" en la actitud del chico de barba que es sumiller o jefe de sala: -Hasta en dos ocasiones te está hablando o contando las cosas mirando al techo, como con desgana, recordando al alumno al que sacan a pizarra a recitar el tema y que está hastiado. Se suele mirar a los ojos cuando se habla y si cuentas las cosas, hasta con una o media sonrisa, se agradece. -Se agradecen las sugerencias hacia el cliente nuevo en el local pero una cosa es sugerir y otra intentar imponer; te hace sentir un poco así, con lo que te toca lidiar un poco con él e insistir en lo que a ti te pueda apetecer, con lo que si no estás acostumbrado a cierta asertividad, te pueden llegar a resultar situaciones incómodas el simple hecho de intentar pedir nuevos platos. -A mí, en lo personal, me pareció correcto pero algo "altivo" y como que te trata de manera algo condescendiente, aunque remarco, con educación. Valoración personal de los platos tanto de los que elegí yo, como de las sugerencias/obligaciones que acabé probando: -Catalana de atún rojo y flores de wasabi: sugerencia de la casa, destacable; explosión de frescura y sabor. Calidad del pescado alta. -Callos de bacalao y sobrasada: están buenos pero el caldo estaba poco trabado (aguadillo) y la sobrasada supongo que debe intuirse diluida en el caldo pero ni hizo función darle untuosidad al caldo ni casi sabor. Había una sola espina en la media ración, de unos 2 cm. de longitud. -Manitas con quisquilla, cerezas y setas: también un guiso original y con buen resultado final; caldo mucho más untuoso que el de los callos y que se agradece. Dos trocitos pequeños de hueso/cartílago duro en uno de los trozos de manita. -Pepito de pluma ibérica: corte de carne muy bueno, muy tierno, muy buen punto de la carne y toque de parrilla. Un acierto, como casi todo lo probado. -Chocolate, maìz y cacahuete: no está mal pero no muy destacable; me gustó mucho el toque salado y el sabor, en general, del helado de cacahuetes. -Carajillo de café en cafetera Chemex: una manera distinta de tomar el café que le da mayor naturalidad y suavidad al café. Buena apuesta distintiva de marca de la casa. En general, bastante bien, teniendo solo que mejorar pequeños detalles en cocina y en el trato...
Read moreOpen – Cocina a la Vista: técnica, producto y honestidad en el corazón de Alicante
Open no es simplemente un restaurante; es una declaración de intenciones. En un panorama cada vez más saturado de conceptos repetidos, esta propuesta en el centro de Alicante destaca por su autenticidad, su dominio técnico y una puesta en escena que respira confianza y oficio.
El nombre lo dice todo: una cocina abierta, visible desde cualquier asiento de la barra, sin nada que ocultar. Este formato —que bien podría ser solo un guiño estético— aquí cobra verdadero sentido. Hay transparencia, sí, pero sobre todo una conexión real entre el equipo de cocina y el comensal.
El servicio es impecable, con un equipo perfectamente sincronizado que transmite tanto conocimiento como pasión por lo que hace. La atención al detalle, el ritmo de los pases y la capacidad de explicar cada plato sin caer en discursos forzados, convierten la experiencia en algo fluido, cercano y muy profesional.
La propuesta gastronómica combina producto de primer nivel, técnica precisa y creatividad mesurada, siempre con una base reconocible, sabrosa y libre de artificios. Estos fueron algunos de los platos degustados: • Catalana de atún rojo: frescura absoluta. El atún se presenta en su mejor versión, con un aderezo que realza sin camuflar. Elegante y directo. • Navajas: tres piezas perfectamente tratadas. Sabor puro a mar, textura impecable y una sutil profundidad que invita a repetir. • Tortilla cremosa: un ejercicio técnico que roza la perfección. Interior fluido, sabor redondo, ejecución precisa. • Higo y foie: juego de contrastes bien resuelto. El dulzor natural del higo equilibra la untuosidad del foie en un bocado inesperado y refinado. • Pepito de pluma ibérica: probablemente uno de los mejores pepitos de la ciudad.Una reinterpretation de pepito crujiente, carne jugosa y sabrosísima, con un punto de grasa 10 • Carpaccio: finura, equilibrio y ligereza. Un clásico bien actualizado.
Propuesta coherente, la honestidad de su cocina y el respeto absoluto por el producto. Es una cocina que habla claro, que no necesita explicar demasiado porque lo dice todo en el plato.
En definitiva, Open se consolida como una de las mesas imprescindibles de Alicante. Un restaurante que entiende la experiencia gastronómica como un todo: técnica, calidez, producto y ritmo. Un lugar al que volver no solo por lo que se come, sino por...
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