Desde el primer momento, la actitud del personal no fue la más acogedora. Al llegar y sin ni tan siquiera dejarnos entrar al local, desde la puerta nos explicaron las condiciones de la reserva hecha con The Fork: si la manteníamos, debíamos pagar entrada; si la cancelábamos y optábamos por el menú del día, no la pagaríamos. Con una comunicación más amable, quizás hasta lo habríamos agradecido, pero el tono condescendiente y defensivo y el detalle de explicarnos esto en la calle hizo que la experiencia empezase con incomodidad. (No es la primera vez que noto que algunos restaurantes, a pesar de afiliarse voluntariamente a The Fork, parecen no estar del todo cómodos con que los clientes utilicen la plataforma).
Como no teníamos suficiente hambre para un menú completo, decidimos seguir adelante con la reserva, contando con un 50% de descuento en carta y 20€ adicionales de descuento por un gasto superior a 30€.
Al entrar, nos encontramos con un iPad gigante en el que después se reprodujo un vídeo de instrucciones. El iPad junto con una decoración de diseño algo "ostentosa", contrasta y choca con la imagen de asociación sin ánimo de lucro y personalmente me hizo desconectar automáticamente del propósito de la experiencia.
Una vez dentro, nos presentaron a tres o cuatro gatos, cuando en la web se mencionan unos diez. Esto hizo que la experiencia fuera menos "inmersiva" y por ende que tuviera "menos valor". (Quiero pensar que el resto han sido adoptados, aunque en la web no se haya actualizado la información, lo cual sería una gran noticia. Pero es que también se puede interpretar como un "falso reclamo"...).
En cuanto a la comida, pedimos un plato cada una. La lasaña, anunciada como casera, era claramente precocinada y la sirvieron incluso con el papel de horno que trae el propio envase. Precio sin descuento: 18€! Algo similar con las albóndigas.
Terminamos de comer en 25 minutos y preferimos irnos ya que la actitud del personal durante la comida tampoco ayudó, ya que fue un poquito invasiva. Al comentar que lo lógico sería pagar la tarifa de 30 minutos en lugar de la de una hora, nos dijeron que no, que debíamos pagar la hora completa. Tras insistir y expresar nuestra decepción con la incoherencia del concepto "casero", finalmente aceptaron cobrarnos sólo la tarifa de media hora.
Al pagar, nos dividieron la cuenta en dos partes: una factura para la comida (25€ con el 50% ya aplicado) y otra para las entradas (16,50€). Esto nos pareció extraño, ya que si lo hubieran cobrado todo en un solo ticket, la comida nos habría salido 20€ más barata con el descuento adicional de The Fork. No sé si es una estrategia para evitar aplicar el descuento completo, pero desde luego no es una práctica transparente. Como no teníamos ganas de "discutir" más, lo pagamos así y nos fuimos.
Eso sí, debo reconocer que el sitio estaba limpio y la decoración era bonita. También tuvieron el detalle de ofrecernos agua de grifo y así no pagar bebida, y sobre todo a los gatos se les veía bien cuidados. Sin embargo, había un charco de agua debajo de nuestra mesa, lo cual es un detalle a mejorar, especialmente considerando que se entra en calcetines.
No creo que vuelva 😞 aunque hacéis una labor preciosa con los gatos, a mí me ha decepcionado un poco la experiencia en general....
Read moreI am giving 3 stars because I really didn’t like this mandatory minimum consumption or entrance fee. The prices here are already quite high, so I don’t think there’s any need to charge an additional entrance fee on top of that. There's a mandatory minimum consumption of €19, and if you don’t reach it, you’re required to pay an entry fee (€5.50 for 30 minutes or €8 for an hour), which seems really over the top.
I was supposed to pay €18.20, but that still wasn’t enough—I had to pay the remaining difference to meet the €19 minimum.
I visit cat cafés all over the world, so I’m familiar with what’s considered normal. Even in central Prague, where there’s an entrance fee, it’s only around €2 and there’s no time limit.
To be fair, I was informed about the minimum consumption rule in advance, which I appreciated—but I still don’t think it’s a reasonable policy.
That said, the place itself is very nice and cozy, everything was clean, and the...
Read moreThis is a cat café and restaurant offering an experience with many cats and adoption services. The friendly staff provides explanations in both English and Spanish. I discovered this place by accident on The Fork.
Using The Fork's discount, we were offered a specific set menu for 16 EUR per person, which included a one-hour interactive dining experience with the cats. The meal featured a starter and a main course with water and bread. The food is simple, like a home-cooked meal, but the primary attraction is the interaction with the cats and supporting their adoption.
If you love cats and want to help those waiting to be adopted, or if you are considering adopting a cat yourself, this is the place to visit. Alternatively, if you simply want to spend time with the cats, you can pay for a half-hour or one-hour experience for 5.50...
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