Im Nachhinein sollte uns dieser Abend leider als große Enttäuschung in Erinnerung bleiben. Die Erfahrung im LU begann vielversprechend. Die Amuse-Bouche und Vorspeisen beeindruckten mit außergewöhnlicher Kreativität und Frische, besonders die Meeresfrüchte, die auf den Punkt zubereitet und voller Geschmack waren. Jede Komponente zeigte die technische Präzision der Küche und die Liebe zum Detail, die man von einem Haus dieser Klasse erwartet.
Leider konnte das Niveau der Vorspeisen bei den Hauptgerichten nicht gehalten werden. Die Hauptspeisen, obwohl optisch ansprechend, waren geschmacklich enttäuschend. Es fehlte an der notwendigen Komplexität, Textur und vor allem an der Balance von Säure, die den Gerichten eine gewisse Lebhaftigkeit und Tiefe verliehen hätte.
Die Nachspeisen jedoch knüpften wieder an die hohe Qualität der Vorspeisen an und brachten uns zurück auf das anfängliche Niveau des Abends. Die Desserts waren ausgewogen, kreativ und boten sowohl geschmacklich als auch visuell einen beeindruckenden Abschluss des Menüs. Der Spannungsbogen wurde mit süßen Noten und raffinierten Texturen wiederhergestellt, sodass ein Teil der Enttäuschung über die Hauptspeisen ausgeglichen wurde.
Der Service an diesem Abend war durchwachsen. Der Empfang durch den Kellner war kühl und distanziert, was in einem so gehobenen Restaurant unpassend wirkte. Doch glücklicherweise brachte die herzliche mexikanische Sommeliere frischen Wind in das Erlebnis. Ihre Begeisterung war ansteckend, und sie verwöhnte uns nicht nur mit Raritäten aus Jerez, sondern teilte auch ihr beeindruckendes Wissen über die Weine mit uns. Ihre Gastfreundschaft und Expertise waren zweifellos die Höhepunkte des Abends und schufen eine angenehme, persönliche Note, die wir sehr zu schätzen wussten.
Das Ambiente hinterließ einen gemischten Eindruck. Auf der einen Seite war der Küchenblock, an dem die Köche die Speisen teilweise anrichteten, eine faszinierende visuelle Ergänzung. Es verlieh dem Raum eine Dynamik und zeigte die Hingabe der Küche. Table- und Glassware gefielen durch Originalität und Stil. Andererseits waren die Tapeten des mexikanischen Designers leider eher eine Enttäuschung. Sie erinnerten mehr an eine IKEA-Einrichtung als an die hohe Designkunst, die man in einem Restaurant dieser Klasse erwarten würde. Diese ästhetische Diskrepanz minderte das Gesamtbild des Ambientes.
Ein großes Problem stellte der Schluss des Abends dar. Nach dem Dessert wurden uns in schneller Abfolge Petit-Fours und beinahe zeitgleich die Rechnung serviert, ohne dass uns ein Kaffee oder Digestif angeboten wurde – ein schwerer Faux-Pas. Dies erweckte den Eindruck, dass man uns, als die letzten Gäste des Abends, schnell loswerden wollte, um Feierabend zu machen. Diese Unachtsamkeit verdarb uns den Abschluss des Abends und hinterließ einen bitteren Beigeschmack.
Rückblickend machte es auch Sinn, dass uns der Kellner zu Beginn vom großen Menü abriet, mit der Begründung, es würde "zu lange dauern" – eine seltsame Bemerkung, die im Nachhinein das Bild eines Restaurants festigte, das offensichtlich an diesem Abend unter Zeitdruck stand. Besonders enttäuschend war, dass wir keine Gelegenheit hatten, mit dem Chefkoch Juanlu Fernández zu sprechen, der an diesem Abend nicht im Haus zu sein schien. Man kann nur spekulieren, dass der Abend mit seiner Anwesenheit anders verlaufen wäre.
Fazit Das LU zeigte am Anfang großartige Ansätze und glänzte mit erstklassigen Vorspeisen und Nachspeisen sowie einem hochklassigen Weinservice. Dennoch fielen die Hauptspeisen deutlich ab, und der Service am Ende des Abends war enttäuschend. In einem Restaurant dieser Klasse erwartet man Perfektion in allen Bereichen – besonders wenn es um den Service und die kleinen, aber entscheidenden Details geht, die einen Abend entweder unvergesslich machen oder ihn ruinieren. Leider schaffte es das LU an diesem Abend nicht, die hohen Erwartungen durchweg zu erfüllen. Für uns ein Restaurant, das Potenzial zeigt, aber an diesem Abend seine eigene Messlatte nicht durchgängig...
Read moreEl sábado pasado fuimos a comer a Lú varios amigos . Todos los años vamos a algún restaurante "top" y esperábamos esta experiencia con ilusión. El resultado fue bueno, más de 4 horas disfrutando, pero quizás peor de lo esperado (las expectativas estaban muy altas). Intentaré explicar por qué… La comida fue excepcional, no sobraba ningún plato y algunos de ellos eran de un nivel excepcional. Entrantes magníficos (me encantaron la navaja, el bocatita de atún y la tortilla de patatas del día anterior) y principales de un gran nivel, destacando sobre todo el choco a la cochambrosa y el bogavante saltié. Un menú de nivel top. El maridaje… estuvo mal. No merece la pena y casi que nos ha convencido de no volver a arriesgarnos a pedir maridaje nunca. Una lástima porque en algún restaurante (Coque por ejemplo) el maridaje llevó la experiencia a otro nivel. Pero aquí el vino ofrecido no estaba casi nunca a la altura de la comida. Y desde luego no estaba a la altura del precio que nos cobraron por él. Intuyendo erróneamente que disfrutaríamos de varios jereces en la comida pedimos empezar con un champán a modo de aperitivo (cobrado aparte, un blanc de blancs que fue excepcional y muy superior al resto de la bebida). El resto del maridaje, como ya digo, me desilusionó. Hubo un oloroso encontrado de Sanchez Romate , un socaire blanco de palomino y un amontillado de Zuleta del nivel esperado, y un champán que hubiera estado bien si no lo hubiéramos tomado justo después del blanc de blancs (podrían habernos guiado un poquito). Y el resto del maridaje no llegó al nivel debido: hubo un vino de naranja y un mosto curiosos, que hubiera entendido los presentaran como parte del menú a modo de gracia pero fuera del maridaje. Un burdeos que entiendo presentan para recordarnos la influencia francesa, pero que era completamente básico y olvidable. Un blanco de Ribera de Duero que no venía a cuento. Y los postres con un moscatel y un cream que nos recuerdan por qué al centrarse la exportación en el vino dulce Jerez no tiene la fama que se merece. Estamos en la cuna de uno de los vinos más mágicos que existen y apenas lo rozamos con un oloroso y un amontillado. Una pena. Y pagar 115€ por eso es ridículo. Si hubiéramos comprado, por pareja, las dos mejores botellas que nos ofrecieron, habríamos ahorrado 100 euros aun teniendo en cuenta el margen del restaurante… y hubiéramos disfrutado el doble. Ojalá lean esta crítica y se replanteen el maridaje. Aparte, la cantidad servida en alguno de los vinos (el oloroso) llegó a ser ridícula. El servicio, estando bien, tampoco estuvo a la altura esperada. Éramos tres mesas de amigos que entramos a la vez y una de ellas terminó cuando la tercera no había empezado el primero de los tres postres. Estuvimos esperando tanto en un de los pases que les pedimos que, al menos, nos sirvieran el vino que tocara. Entiendo que debe ser complejo gestionar menús para 12 personas que llegamos a la vez. Podrían habérnoslo explicado … pero además podían haberlo hecho mejor. Y también fallaron al explicarnos algunos de los pases y en las explicaciones de los vinos, que a menudo no supieron darnos (cual es la diferencia entre un blanco de palomino jerezano y un oloroso ¿? Terminé preguntándoselo a chatgpt). Pues eso, salimos con sentimientos encontrados. La comida fue excepcional, de nivel top, a la altura de lo esperado. El maridaje fue un error pedirlo, y de los errores se aprende y la próxima vez que vayamos a un restaurante “michelin” nos informaremos mejor para...
Read more¿No hay seis estrellas? ¿Y diez? No, en serio. Basta. Odio este sitio. Lo odio porque ya nada volverá a ser igual. Esa salsita Teriyaki marca nisu con la que aliñaba mis wok asiáticos dándomela de modernito japonés nunca será la misma. Habré perdido la oportunidad de disfrutar con poca cosa, porque cuando pruebas la excelencia, ya nada te sabe igual. Y precisamente eso es LÚ Cocina y alma. Juanlu Fernández aboga por una fusión perfecta entre Francia y Andalucía. Cocina de altísimo nivel.
Recientemente ha adquirido una estrella Michelin. Su primera estrella –seguro que vendrán más– y algo importante, la primera en la historia de su ciudad, Jerez de la Frontera. Juanlu sube al firmamento de la gastronomía tras ser segundo de abordo del afamado Aponiente de Ángel León. Ahora vuela solo y lo hace alto, muy alto.
Situado junto a una céntrica plaza de la ciudad, este restaurante te ofrece una experiencia extraordinaria. Su ambientación está basada en Alicia en el País de las Maravillas, la novela de Lewis Carroll. Cierto es que esta temática –gratamente desarrollada en el local– no se aprecia en los platos, como que no van de la mano. No hay un hilo conductor. Vale, algún pero tenía que ponerle. Todo lo demás es brillante. Además, a partir de enero de 2019 morirá Alicia para nacer un nuevo concepto. ¿Con qué nos sorprenderá Juanlu?
Tienes tres menús a elegir, de 70, 90 y 150 euros. Cada uno con su armonía de vinos de forma diferenciada. Si no recuerdo mal el de 70 eran siete platos salados y dos dulces, mientras que el de 90 eran 9 salados y tres dulces. Del otro no lo recuerdo. Las armonías de vinos van en consonancia con el menú, 40, 50 y 60 euros, respectivamente.
Mi pareja y yo nos decantamos por el de 70 euros. Comimos bien. Mi pareja incluso se quedó bastante llena. Un lujazo. Un menú con mucho, muchísimo sabor. Sin lugar a dudas, destaco sus salsas y cremas. ESPECTACULARES. Son, de otra galaxia. Del resto tampoco quiero desvelar demasiado, pues la sorpresa es un factor importante para poder gozar de una experiencia aún más satisfactoria.
Estoy deseando que saque su nueva idea para regresar y ver novedades y cambios. Gracias por abrirme la mente a un mundo de la cocina diferente, Juanlu. Mi más sincera...
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